Aunque el aceite de oliva virgen extra, sin duda, es la variedad estrella en nuestra cocina, podemos encontrar aceites de otro tipo en el mercado. El de girasol es la otra variante que más usamos y es bien conocido.
Pero más allá del aceite de girasol, ahora que el precio del de oliva no para de subir (y se prevé que siga así) puede ser buen momento para probar otras alternativas menos conocidas.
Todas las variedades de aceites nos aportan algún beneficio pero, eso sí, dejan de hacerlo si no los usamos bien. Hay que tener muy presente que si esas grasas se calientan demasiado, se convierten en dañinas porque sus ácidos grasos buenos se deterioran.
Utilizar el mismo aceite varias veces también es una opción para ahorrar en la cocina diaria pero esta práctica la debes hacer con cierto cuidado: el recalentamiento repetido de cualquier aceite provoca la liberación de compuestos tóxicos que pueden perjudicar la salud. Lo cierto es que el de oliva lo hace de forma más lenta que el resto, pero igualmente no conviene reutilizarlo más de 3 veces.
No todos los aceites son para freír
Los de oliva, cánola y coco se pueden usar para freír, pero otros resisten peor las altas temperaturas y hay que evitarlos.
El aceite de nuez y el de soja siempre se deben tomar en crudo porque al ser ricos en ácidos grasos poliinsaturados (como el ácido linolénico omega 3) se alteran con mucha facilidad con el calor.
Cuidado también con el de girasol. El que normalmente se encuentra en el mercado está refinado y no es recomendable para freír porque tampoco soporta temperaturas demasiado altas. Si puedes, compra el de la variedad “alto oleico” (de características más parecidas a las del aceite de oliva).