Ansiedad por comer: 9 causas habituales que provocan ataques de hambre

Dormir mal, las hormonas, la fatiga o el estrés pueden estar detrás de tus ataques de hambre. Identificar la causa de la ansiedad por comer es el primer paso para establecer una buena relación con la comida.

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Ansiedad por comer: 9 causas habituales que provocan ataques de hambre
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Debes detectar en que situaciones sueles perder el control con la comida

Maria T Lopez nutricionista
María T. López

Farmacéutica. Técnica en Nutrición y Dietética

Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud

Descubrir cuál es la causa de ese apetito voraz que te lleva a abrir la nevera cuando no debes o a servirte más cantidad de lo necesario en el plato es el primer paso para controlar los ataques de hambre y para establecer una correcta relación con la comida. María T. López, Farmacéutica y Técnica en Nutrición y Dietética, nos da las claves para identificar y combatir con éxito estos momentos puntuales de apetito voraz.

cómo averiguar lo que te hace comer con ansiedad

Averiguar las razones que te impulsan a comer de más te resultará mucho más sencillo si pones en práctica este plan:

  • Primero aprende a escuchar tu cuerpo para distinguir cuándo comes porque realmente tienes hambre (necesidad fisiológica de comer que desaparece cuando estás llena o saciada) y cuándo es ansiedad por comer (un impulso más instintivo y psicológico que te lleva a ingerir alimentos aunque tengas el estómago lleno).
  • Después, reflexiona con sinceridad sobre las situaciones en que sueles perder el control con la comida: a qué hora del día, dónde estás, con quién, o qué piensas cuando te excedes comiendo. Esto te será útil para identificar tus momentos críticos.
  • Te ayudamos a descubrir los motivos que te empujan a ingerir más de la cuenta. Puede que sea por nervios, por culpa de las hormonas, por aburrimiento, por reprimirte más de lo debido para excederte el fin de semana...
  • Te desvelamos qué alimentos son tus aliados para calmar ese apetito irrefrenable y que no se note en la báscula.

Causas habituales de comer con ansiedad

¿Identificas tus ganas de comer 'de más' con alguna de estas situaciones? Descúbrela y encontrarás la solución para retomar el control.

1. Nervios y estrés

Ante una situación ajena pero que nos afecta, las mujeres solemos responder comiendo de más. Es una manera de buscar la estabilidad emocional que no encontramos a nuestro alrededor.

Pero ten en cuenta que muy probablemente tú no puedas arreglar ese problema que te preocupa de forma inmediata. Y que comer no te soluciona nada, al contrario: te culpabilizarás y te sentirás peor.

Cuando llegues a esa conclusión, tu mente se relajará y no necesitará buscar casi con desesperación algo (comida en este caso) a lo que agarrarse.

Si no puedes dejar de picar: En este caso te convienen avena o maíz (alimentos relajantes), plátano, pescado azul, frutos secos... (ricos en triptófano)y cítricos (vitamina C) para combatir la irritabilidad.

2. Hormonas

Hay días en los que sientes una mezcla de intranquilidad, bajón anímico, malestar, ansiedad, insatisfacción (incluso con una misma) tristeza. Todo por culpa de las hormonas.

Si estás en edad fértil quizá te ocurra durante el periodo, y si has entrado en la menopausia es la falta de estrógenos la que te produce esos vaivenes y, lo que es peor, hace que engordes con facilidad. Pero aunque te parezca imposible sí eres capaz de controlar la situación.

Si no puedes dejar de picar: Opta por una bebida de soja (rica en fitoestrógenos), una tapa de espárragos con champiñones (lleva fibra) o frutos secos (grasas buenas para tu corazón).

3. Descontrol el fin de semana

Hay mujeres que se reprimen con la dieta de lunes a viernes para “comer con más alegría” el fin de semana.

Sin embargo, contenerse durante esos cinco días no significa que tus menús sean equilibrados (quizá no desayunes o cenas simplemente un bocadillo) y eso, unido a los atracones del fin de semana, solo consigue que ganes kilos de más.

Lo mejor es disfrutar de cada momento con la comida y no irse de un extremo a otro.

Si no puedes dejar de picar: Toma preparaciones llamativas a la vista pero saludables como brochetas de fruta, carpaccios de verduras con queso ligero a láminas...

4. Cansancio

Cuando te sientes agotada es fácil atacar la nevera y acabar devorando, por ejemplo, un pedazo de pastel de chocolate. En ese momento tu objetivo es obtener energía de forma inmediata y, por supuesto, no tienes ganas de cocinar.

Sin embargo, los azúcares de absorción rápida de ese pastel disparan enseguida los niveles de glucosa, pero caen en picado al poco tiempo. Así que no recuperas fuerzas y, encima, te engorda.

Lo que más te conviene son platos que te den vitalidad todo el día. Y si no tienes tiempo de cocinar, planifícate, dedica un día a preparar el menú semanal y congela.

Si no puedes dejar de picar: Los zumos de zanahoria y remolacha te dan vigor. Los cereales integrales y los frutos secos te proporcionan hidratos que liberan energía a lo largo del día y te ayudan a combatir el cansancio.

5. Dormir poco o mal

Durante el descanso se liberan hormonas que controlan el apetito y el gasto energético. Cuando duermes el tiempo suficiente, se mantiene el equilibrio entre la grelina (hormona del apetito) y la leptina (hormona de la saciedad), pero la falta de sueño hace que aumente la concentración de grelina y que disminuya la de leptina. El resultado es que tienes mucha más hambre al día siguiente y te apetecen alimentos con azúcar, como los dulces.

6. Comer solo

La apatía por no tener a nadie a quien cocinar puede ocasionar que se acabe comiendo cualquier cosa: “¿Para qué me voy a meter en la cocina?”, piensan muchas mujeres.

Intenta cambiar esos pensamientos por otros que impliquen autocuidado: esmérate en tu comida como si la prepararas para otra persona a quien quieres mucho y recuerda que tu salud está en juego.

Si no puedes dejar de picar: Recurre a platos únicos, fáciles y rápidos de preparar pero equilibrados, como las ensaladas de vegetales combinadas con legumbres, arroz integral y un puñadito de frutos secos.

7. Acabarte las sobras

Siempre sabe mal tirar comida así que muchas veces puede que caigas en la tentación de "hacer el esfuerzo" de terminarte lo que han dejado tus hijos o tu propio plato (demasiado lleno) para evitarlo.

Así que modera siempre las cantidades que sirves. Si ves que te has "quedado corta" siempre puedes recurrir a los crudités como acompañamientos saciantes, ligeros y vitamínicos de esa ración de comida sobrante.

8. Comer de pie

Está claro que comer de pie o sentado no aumenta las calorías de los alimentos. Lo que sí es diferente es tu actitud frente a la comida y eso influye en la báscula.

Para empezar, cuando comes de pie acabas ingiriendo cualquier cosa para calmar el hambre. Es como si no pudieras esperar a prepararte un plato “decente”. Además, cuando se come así se suele tener una prisa extra, se masticas más rápido de la cuenta y se corre demasiado en acabar el menú.

Como terapia, invierte unos minutos en prepararte la comida y no pruebes bocado hasta que estés sentada. Comerás de forma más relajada y con menos ansiedad.

9. Cenar frente a televisor

Es un recurso habitual a la hora de cenar. Se acaba el día, es “tu momento” y necesitas desconectar. Así que te sientas en el sofá a mirar tu programa favorito mientras saboreas un suculento menú cuyas calorías no quemarás porque te irás directa a la cama.

Si “interiorizas” que el sofá es solo para relajarte (no para comer) romperás este círculo vicioso.