Es importante con qué servimos la pasta y cómo la aliñamos, pero a menudo nos olvidamos de un paso previo mucho más importante: las cantidades.
Así que para empezar con buen pie y no cocinar un plato de pasta excesivamente calórico, calcula bien las raciones, porque a la hora de cocer pasta (o arroz, o lentejas…) no vale ir a ojo. Todo lo contrario, conviene tener a mano una báscula para alimentos; piensa que hoy en día no ocupan apenas espacio y son muy útiles. Toma nota de las referencias:
- Si vas a preparar un plato principal a base de pasta, una ración son unos 80 g (en seco).
- Si forma parte de una ensalada, con 60 g por persona es más que suficiente.
- Si lo que vas a hacer en una sopa, calcula 30 g por cabeza.
Cocínala al dente
Es otra de las acciones que te va a ayudar a que ese plato de pasta que tanto te gusta te "engorde menos".
El aporte calórico de una pasta al dente es el mismo que si la hierves un rato más... pero su índice glucémico baja considerablemente (y recuerda que el de la pasta integral ya es más bajo que el de la refinada). Eso significa que la energía que nos aporta va liberándose gradualmente, por lo que no acumularás carbohidratos en forma de grasa.
Extrae una pieza de la olla y pártela por la mitad; si ves que en su interior se dibuja una línea de un color diferente (más cruda), está lista.
¿Estás lista para saber más?