La leche te puede sentar mal por varios motivos. Puedes ser alérgica a las proteínas de la leche de vaca o quizá seas intolerante a la lactosa. En ambos casos, tomes la leche de un trago o en una croqueta, te va a sentar mal.
- Sin embargo, hay varios grados de intolerancia. Si el cuerpo produce algo de lactasa (la enzima necesaria para digerir la lactosa), es posible que en poca cantidad no cause molestias.
¿Y qué es esto de lactasa? Imagínate que la lactosa (el azúcar de la leche) es un puzle de dos piezas. Estas dos piezas viajan unidas por nuestro aparato digestivo hasta llegar al intestino, donde se absorben para entrar en el torrente sanguíneo y darnos energía.
Pero cuando esa lactosa llega allí ¡se lleva la sorpresa de que solo hay un hueco! Una de las piezas no podrá colocarse.
Como el cuerpo es sabio, produce unas “tijeras” –la lactasa– que se encargan de separar la lactosa en dos piezas de puzle individuales para que puedan absorberse: una se convertirá en glucosa; la otra en galactosa.
- ¿Qué les sucede a quienes tienen intolerancia a la lactosa? Pues que no generan suficientes “tijeras”, la lactosa no se separa ni se absorbe y se queda en el intestino, fermentando y generando molestias abdominales.
Eso sí, en la vida y el cuerpo, no todo es blanco o negro. Quizá tú no generes todas las “tijeras”, pero sí algunas.
Por eso, si tomas elaboraciones con poca leche, no tienen por qué sentarte tan mal. De todos modos, no tientes a la suerte tomándote 10 croquetas.