A grandes rasgos, consumir un alimento con un índice glucémico alto significa que los hidratos de carbono que contiene serán absorbidos rápidamente por el organismo. En consecuencia, se producirá un pico elevado y repentino de glucosa en sangre.
Si esa subida de azúcar no es corregida adecuadamente por la insulina (hormona producida por el páncreas y encargada de regular los niveles de glucosa en la sangre), nuestra salud puede verse seriamente perjudicada a medio y largo plazo.
- Evitar los picos de glucosa producidos por los alimentos con un IG alto, no solo permite dosificar mejor la energía de la disponemos, sino que ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes. Ahora bien, según los expertos, el índice glucémico es un dato que puede servirnos de guía para evitar esta patología, sin embargo, no es suficiente.
¿Por qué hay que controlar la glucosa?
Normalmente, el nivel de glucosa en sangre se mantiene dentro de límites estrechos a lo largo del día (72-145 mg/dl; 4-8 mmol/l). Sin embargo, sube después de las comidas y es más bajo por la mañana antes del desayuno.
Si el nivel de glucosa en sangre se mantiene dentro de unas cifras normales, se reduce considerablemente el riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas con la diabetes. Sin embargo, si se mantienen elevadas, pueden aparecer patologías como:
- Neuropatía (lesión de los nervios de las extremidades y los órganos).
- Retinopatía (lesión de la retina en los ojos).
- Nefropatía (lesión del riñón que puede ocasionar insuficiencia renal).
- Enfermedades cardiovasculares tales como hipertensión e infarto de miocardio o falta de riego sanguíneo en las extremidades.
- Enfermedades cerebrovasculares, tales como la trombosis cerebral.