La fibra es beneficiosa para la salud digestiva y el equilibrio de la microbiota intestinal, también para reducir los niveles de glucosa y colesterol en sangre. Las guías médicas aconsejan tomar unos 25 gramos de fibra al día y en caso de estreñimiento se aconseja aumentar la ingesta a 35 gramos. Sin embargo, en algunos trastornos o situaciones concretas es necesario seguir una dieta baja en fibra para reducir el volumen de las heces y la actividad de los intestinos.
Estrella Rubio, dietista nutricionista del Centro de Nutrición clínica y Escuela de alimentación Nutrimente, explica a Saber Vivir cuándo hay que evitar la fibra y, sobre todo, cómo seguir una dieta baja en fibra de forma sana y equilibrada.
¿En qué trastornos hay que reducir la fibra?
A pesar de los beneficios demostrados de la fibra, son varias las situaciones fisiológicas en las que debe controlarse su consumo.
- Depués de una colostomía o ileostomía. Es un procedimiento quirúrgico en el que se saca un extremo del intestino grueso a través de una abertura (estoma) que se realiza en la pared abdominal.
- Durante un brote agudo en la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa.
- Diverticulitis aguda.
- En algunas ocasiones durante la quimioterapia o radioterapia.
- En los días previos a la realización de un enema opaco o una colonoscopia.
- Trastornos funcionales como el Síndrome del Intestino Irritable si provoca diarrea.
¿reducir la fibra provoca carencias nutricionales?
Es conocido el papel de la fibra en la prevención y tratamiento de enfermedades como la diabetes, la dislipemia (colesterol elevado), la hipertensión arterial y la obesidad.
Además se ha relacionado su consumo con la prevención de ciertos tumores, en especial del cáncer colorrectal.
Un aspecto a destacar es su efecto positivo en el crecimiento y función de la microbiota intestinal, nuestro paraíso de bacterias del intestino grueso que orquesta el sistema inmunológico.
Por tanto, mantener a largo plazo esta dieta baja en fibra, además de privarnos de los efectos beneficiosos de la fibra, puede causar carencias nutricionales ya que estamos eliminando al mismo tiempo las vitaminas, minerales y ciertos nutrientes esenciales presentes en los alimentos excluidos.
Además, se corre el riesgo además de abusar de alimentos refinados y ultraprocesados, aprovechando que son bajos en fibra, pero de una calidad nutricional muy pobre, ricos en azúcares, grasas hidrogenadas y sal.
En cualquier caso, estas indicaciones que se describen a continuación son generales, y debe ser el dietista-nutricionista o el médico especialista quien nos indique exactamente qué comer y durante cuánto tiempo llevarlo a cabo, en función de cada caso.
Si la dieta baja en fibra se prolongase en el tiempo, deberá acompañarse de una suplementación pautada de manera individual.
Qué alimentos hay que reducir en una dieta baja en fibra
Llamamos fibra a aquellos carbohidratos que contienen algunos alimentos que no son digeridos ni absorbidos en el tubo digestivo, y llegan por tanto intactos al colon.
La encontraremos en los vegetales: frutas y verduras (sobre todo con piel), legumbres, frutos secos, semillas, cereales integrales…
La leche no contiene fibra, pero la lactosa puede agravar la sintomatología y malestar de las patologías anteriores.
Y en cuanto a la grasa, en función de cada caso, convendrá también reducirla y optar por las fuentes cardiosaludables en pequeñas cantidades, como el aceite de oliva virgen extra.
Así pues, estos son los alimentos que hay que reducir:
- Azúcares: bollería industrial, ultraprocesados y alimentos refinados.
- Cereales: en su versión integral.
- Carnes procesadas: embutido, salchichas.
- Carnes rojas: ternera, cordero, vaca, buey, caza.
- Lácteos: leche, postres lácteos distintos al yogur natural, quesos curados.
- Verduras crudas y además col, coliflor, brócoli, lombarda, puerro, hoja verde y tomate.
- Fruta cruda, excepto el plátano.
- Legumbres enteras.
- Bebidas: café, alcohol, té, refrescos, zumos.
Qué alimentos hay que aumentar en una dieta baja en fibra
El mayor aporte de vitaminas y minerales procede de las frutas y las verduras. Y aunque las tendremos presentes, conviene recordar no sobrepasar los 2-3 gramos de fibra por ración y menos de 10 a 15 gramos diarios. Por ello las raciones deben ser pequeñas.
- Cereales: pan (fermentado con masa madre), pasta, sémola y arroz no integrales.
- Tubérculos: patata, batata, cocidas y luego enfriadas.
- Carnes: pollo, pavo, conejo…
- Pescados: según tolerancia individual de la grasa, también los azules.
- Huevo: primero la clara, y si se tolera bien, probar la yema.
- Lácteos naturales y bajos en grasa (en función de la tolerancia): yogur natural, queso fresco, requesón.
- Frutas y verduras: peladas, sin semillas y cocidas (a excepción del plátano), melón sin pepitas o papaya.
- Lentejas peladas: en función de la tolerancia y siempre en pequeña cantidad, en puré y pasadas por el chino.
- Grasas: aceite de oliva virgen extra.
- Bebidas: agua, infusiones, caldos.
- Condimentos: hierbas aromáticas.
¿Qué es la Dieta baja en FODMAPs?
FODMAP es un acrónimo compuesto por las palabras Fermentable Oligosaccharides, Dissaccharides, Monossacharides and Poliols.
Se refiere a ciertos carbohidratos fermentables presentes en algunos alimentos y aditivos, que en personas que no son capaces de procesarlos correctamente, causan síntomas como gases, hinchazón o dolor abdominal, además de tránsito intestinal alterado.
Es una dieta terapéutica desarrollada por investigadores de Monash University en Australia con amplia evidencia científica.
Se está aplicando con éxito ya que ha demostrado ser una herramienta eficaz para combatir los síntomas antes descritos, propios del Síndrome de Intestino Irritable.
La dieta FODMAPS debe realizarse bajo el control de un especialista
Los estudios apoyan esta dieta como parte del tratamiento. No obstante, debe ser elaborada y supervisada por un dietista-nutricionista porque en ella se eliminan gran cantidad de alimentos, como frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
Tras una fase de exclusión y remisión de síntomas, se comienza a reintroducir según la tolerancia de la persona para evitar carencias nutricionales y hacer más cómoda y variada la dieta del paciente.
De todos modos, insistimos, debe hacerse bajo la supervisión de un especialista.
ejemplo de menú bajo en fibra
DESAYUNO:
- Elegir entre infusión, leche sin lactosa o bebida vegetal sin azúcar añadido.
- Acompañar de una de estas dos opciones: Tostadas de pan (fermentado con masa madre) con aceite de oliva virgen o crema de arroz con ralladura de limón y canela.
COMIDA:
- Ensalada de patata y boniatos con aceite de albahaca.
- Lenguado en salsa de zanahoria.
ENTRE COMIDAS:
Si apetece (no es imprescindible) elegir una de las siguientes opciones:
- Yogur natural.
- Manzana asada con canela.
- Infusiones o limonada casera con hierbabuena.
CENA:
- Crema de calabaza y cúrcuma.
- Huevos revueltos al punto.