Hay un alto grado de autoprescripción, prohibirse uno mismo alimentos, que no está plenamente justificada.
La población española está cada vez más concienciada de que no todos los alimentos son igual de adecuados y que hay algunos pocos saludables. Hasta un 40% excluye alimentos o ingredientes de su cesta de la compra. El problema es que tenemos una percepción equivocada sobre algunos de estos nutrientes.
“Hay un alto grado de autoprescripción, prohibirse uno mismo alimentos, que no está plenamente justificada”, explica el doctor Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Es una de las principales conclusiones que ha puesto sobre la mesa el primer estudio sobre exclusión de alimentos de la dieta, que ha realizado la academia de nutrición. Se ha abarcado todo tipo de nutrientes, aunque se ha puesto el foco en dos: el gluten y los lácteos.
Los errores al evitar gluten y lactosa
Por supuesto que hay personas con intolerancias alimentarias a los que no les conviene tomar determinados alimentos. Esto ha llevado a una percepción de que hay nutrientes que no son buenos o necesarios, cuando puede resultar todo lo contario.
- Un 25% de la población adulta sigue una dieta sin lactosa. Y el 60% lo extiende a toda la familia.
“Lo significativo es que el 70% de estas personas no tienen diagnosticado ningún motivo por el que deban eliminar la lactosa, que suele concretarse sobre todo en la leche”, nos dice el doctor Russolillo.
- Supone el riesgo de tomar menos calcio y repercutir en la salud de los huesos. Por eso mismo, en los niños podría afectar al crecimiento, aunque no está demostrado.
- Además, mucha gente sigue tomando lactosa con otros alimentos sin saberlo.
- Un 8% de la población encuestada intenta no consumir gluten. Y el 70% incluye a la familia en esta exclusión.
El 60% lo hacen sin un diagnóstico que le prescriba celiaquía u otra intolerancia al gluten. Otro posible error. La dieta sin gluten supone riesgo de una menor ingesta de fibra, vitamina D, B12, zinc y magnesio, entre otros nutrientes. Además los alimentos sustitutivos pueden suponer un mayor consumo de grasas saturadas.
Los aditivos no tienen por qué ser malos
El estudio, en el que se ha encuestado a más de 3.000 personas, de diferentes zonas geográficas de España y condición socioeconómica, ha puesto de relieve otras falsas percepciones. Un ejemplo muy significativo son los aditivos.
"La aversión a los aditivos no está justificada, algunos juegan un papel importante en la seguridad alimentaria"
El 90% considera los aditivos no saludables y los pone en el mismo grupo que las bebidas azucaradas o la bollería. El 70% intenta excluirlos en lo posible de su alimentación. No puedes ponerlos todos en el mismo saco.
“La aversión de la población a los aditivos alimentarios es bien conocida, sin embargo, no está plenamente justificada, ya que algunos juegan un papel importante en la seguridad alimentaria”, ha explicado el doctor doctor Russolillo.
Las dieta vegetariana tiene riesgos
Otro aspecto diferente es el de los que siguen dietas vegetariana (solo incluye huevos y leche, el 4%), vegana (nada de origen animal, el 0,8%) y flexitariana (toma poca carne y sobre todo blanca, 7%).
“Existe el bulo de que la dieta vegetariana no tiene riesgo. Los estudios dejan claro que sí tiene riesgo si no se planifican bien y se dan suplementos de vitamina B12”, puntualiza el nutricionista.
Dejar de consumir algún nutriente tiene riesgos a largo plazo si lo hacemos por nuestra cuenta y sin planificación de un especialista
Según sus datos, solo la mitad de los que siguen estas dietas toman suplementos vitamínicos y muy pocos están adecuadamente asesorados. Es un problema generalizado, que ya se ha visto en otros países y en otros estudios, que coinciden con el de la Academia Española.
Una dieta vegetariana desequilibrada y sin suplemento de B12 puede provocar anemia, cansancio, debilidad e incluso aumentar el riesgo de depresión, entre otros trastornos.
Eliminar alimentos de la dieta nos hace sentir mejor
Estas conclusiones contrastan con la percepción de muchos de los consumidores que siguen todas estas dietas de autoexclusión de alimentos. Aseguran que ha mejorado su bienestar.
“Depende del tipo de dieta que tuviéramos antes. Si ya era desequilibrada, tiene su lógica. Si tomábamos mucho pan y poca fruta es probable que con la dieta sin gluten nos sintamos mejor”, ha explicado la doctora Eva Arranz, de la Fundación Mapfre, promotora del estudio.
Además, las posibles consecuencias de evitar algunos de estos nutrientes no son a corto plazo. Una persona puede seguir una dieta restrictiva bastante tiempo antes de que le pase factura.
También puede darse el caso de que la dieta le sea beneficiosa. “Hasta un 50% de la población tiene algún tipo de sensibilidad al gluten y no lo saben, no solo los celíacos”, añade el doctor Russolillo. De lo que alerta el estudio es que no se puede restringir la dieta sin consultar primero a un especialista, que nos confirme si está o no justificado.
“En general no nos alimentamos bien. No quiere decir que volvamos a la dieta de nuestros abuelos. Solo que conviene dar unos pasos atrás y recuperar más alimentos de origen vegetal y de temporada”, concluye el nutricionista.
Es mejor comer de todo, pero con cabeza. El doctor enumera la cesta de la compra: más frutas y hortalizas de temporada. Cereales integrales y legumbres. Aceite de oliva y frutos secos. Leche y yogur.