Este es el superalimento del futuro que sustituirá a la carne

Es una gran fuente de proteínas que podría convertirse en un ingrediente habitual en la cocina como alternativa a las proteínas de origen animal e incluso de legumbres y cereales porque su producción apenas tiene impacto en los recursos del planeta.

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Espirulina

Microalgas como la espirulina aportan un 60% de proteína, además de ácidos grasos saludables, fibras, vitaminas o antioxidantes.

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Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud y nutrición

El fitoplancton, también conocido como plancton vegetal marino, son microorganismos de origen vegetal que habitan en el agua y contienen una gran cantidad de nutrientes. Entre ellos se encuentran las microalgas, como la espirulina, que destacan por su aporte de proteínas, representando aproximadamente el 60% de su composición. Además, estas microalgas contienen ácidos grasos saludables, fibras, vitaminas y antioxidantes.

El potencial nutritivo del fitoplancton es tan grande que en un futuro cercano podríamos encontrar productos alimenticios enriquecidos con fitoplancton, como pasta, pan o cremas de verduras. Esto permitiría prescindir de la ingesta de proteínas derivadas de la carne o el pescado, que, si bien son de alta calidad biológica, su consumo amenaza la sostenibilidad del planeta.

El Instituto de Investigación y Tecnologías Agroalimentarias (IRTA) coordina el proyecto europeo ProFuture (Proteins of the Future), cuyo objetivo es potenciar el cultivo de microalgas como la espirulina y lanzar al mercado nuevos productos atractivos para el consumidor como pasta, pan o cremas de verduras enriquecidas con microalgas.

Cultivo de espirulina para llevarlo a la cocina

El fitoplancton son un tipo de organismos, similares a las plantas e invisibles para el ojo humano, que viven en suspensión en aguas dulces y saladas desde hace 3.500 millones de años.

A pesar de su potencial nutritivo, apenas está presente en las dietas. Hoy en día, solo unas pocas especies tienen luz verde de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para consumo humano: Chlorella vulgaris, Tetraselmis chui o Arthrospira platensis, más conocida como espirulina, la más cultivada en todo el mundo.

Con el asesoramiento de IRTA, en los tanques de la empresa Organa, en Almenar (Lleida), cultivan espirulina.

A esta microalga le basta agua salada, bicarbonato, un puñado de minerales e, imprescindible, una dosis generosa de luz y calor, para generar proteínas a partir del sol. Es la receta de la fotosíntesis y con ella crea proteína, vitaminas, antioxidantes...

La biomasa de espirulina, de un verde oscuro con rastros azulados, se concentra y recoge cada tres días, en verano, o cada una o dos semanas, en invierno.

Después se seca en forma de fideos o comprimidos o se envasa para venderla fresca a restaurantes y particulares.

La empresa opta por una producción artesanal, a pequeña escala, en un sector en el que todavía queda mucho por investigar y el cultivo es minoritario.

"Aún estamos aprendiendo, hay muchas incógnitas. El olivo hace miles de años que se cultiva y mejora, la espirulina solo desde hace 60", reconoce Joan Solé, director del proyecto. Actualmente, la espirulina se comercializa básicamente como harina y suplementos dietéticos.

Un sector en desarrollo

China es el mayor productor de microalgas del mundo y en Europa gran parte de las que se consumen provienen del país asiático.

"Las microalgas son una fuente minoritaria de proteína, todavía estamos en los albores de su cultivo industrial", apunta Massimo Castellari, investigador de IRTA y coordinador científico de ProFuture.

En Europa, solo una minoría de los productores se centran en la alimentación humana, pero cada vez son más los que reorientan la apuesta. Es el caso de Necton, empresa del sur de Portugal que se ha especializado en las microalgas para cosmética y piensos para acuicultura. La compañía forma también parte del proyecto europeo ProFuture coordinado por IRTA.

El consorcio tiene como objetivo mejorar el cultivo de las microalgas a partir de nuevas tecnologías y aumentar sus aplicaciones, en especial para el consumo humano.

El potencial de las algas para alimentar al mundo

En 2050 la población mundial alcanzará los 10.000 millones, lo que supondrá un 70% de incremento en la demanda de alimentos, según al FAO.

Sin embargo, los recursos alimentarios se agotan o cuesta mucho producirlos, en especial la proteína procedente del pescado y de la carne.

Por eso entidades como el IRTA en Cataluña se han marcado como objetivo el desarrollo de proteínas sostenibles, en la línea de las recomendaciones de la Comisión Europea, y las microalgas pueden ser una alternativa.

El fitoplancton es barato y no deja huella ecológica: "Las microalgas crecen de cuatro a quince veces más rápido que proteínas como el trigo, las legumbres y la soja. Sus cultivos no compiten por el suelo agrario y no piden grandes cantidades de agua dulce. Se pueden cultivar incluso en zonas desérticas y semidesérticas", asegura Castellari

Pan, pasta y crema de verduras con espirulina

Los esfuerzos de proyecto ProFuture coordinado por IRTA de nada servirían si el fitoplancton no llega al plato del consumidor.

Actualmente, el precio, el sabor intenso a mar y un color oscuro pueden suponer una barrera para este alimento que se añade en cantidades muy pequeñas y camuflado a los platos.

ProFuture investiga como conseguir microalgas de apariencia y sabor más neutro para aumentar su cantidad en los alimentos.

De los hornos de Irta ya han salido panes enriquecidos con espirulina de color verdoso. Pasta, cremas de verdura, barritas, salchichas y bebidas deportivas son otros de los productos en los que está previsto incluir las microalgas.