La diferencia principal entre el kéfir y el yogur es el tipo de fermentación que se produce durante su elaboración.
El origen de este superalimento se remonta a miles de años atrás y procede de las lejanas tierras del Cáucaso, una amplia región situada entre el este de Europa y Asia occidental. A España llegó hace décadas, pero aunque su consumo ha crecido y se puede encontrar ya prácticamente en todos los supermercados, el kéfir sigue siendo un desconocido para muchas personas.
Te explicamos los últimos descubrimientos sobre los beneficios que esta bebida fermentada, "pariente" del yogur, puede aportar a tu salud.
qué aporta el kéfir
El kéfir es un producto lácteo, una leche fermentada gracias a la acción de una serie de levaduras y bacterias. Es rico en los siguientes nutrientes:
- Proteínas de elevado valor biológico.
- Calcio.
- Fósforo.
- Magnesio.
- Vitaminas del grupo B.
- Probióticos.
Aunque el kéfir también contiene grasas saturadas, existe evidencia científica que sugiere que la grasa láctea (la de los lácteos enteros) no es perjudicial", explica a Saber Vivir Ramón de Cangas, del Comité Asesor del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas.
la diferencia entre kéfir y yogur
La diferencia principal entre ambos productos lácteos está en el tipo de fermentación que se produce durante su elaboración. En el caso del kéfir, es una doble fermentación . "El yogur procede de una fermentación láctica. Y el kéfir, de una fermentación ácido-alcohólica, en la que también se ven afectadas la caseína y la albúmina, dos proteínas", explica el dietista-nutricionista.
Y añade que, aunque nutricionalmente apenas hay diferencias entre ambos, "algunos estudios sugieren una mayor digestibilidad del kéfir respecto del yogur. Pero su impacto en la salud es similar".
cómo hacer kéfir en casa
El kéfir se puede hacer en casa añadiendo un hongo (en forma de gránulos) a la leche, el cual producirá la doble fermentación, y dejándolo reposar durante horas.
De hecho, cuando se empezó a popularizar su consumo en España, era habitual que las personas que lo elaboraban repartieran el hongo entre sus conocidos, ya que este no para de crecer y en poco tiempo duplica su tamaño.
Sin embargo, si no quieres complicarte la vida, el kéfir se puede encontrar listo para consumir en la mayoría de los supermercados y tiendas de alimentación. Además, puedes encontrarlo en diferentes variedades según el tipo de leche con el que se haya elaborado: de vaca, oveja o cabra.
Aunque hay quien lo prepara con agua, coco o incluso infusiones de té, "el verdadero kéfir es de leche, que es más sabroso y nutricionalmente más interesante. Partiendo de si es leche de vaca, oveja, cabra… habrá ciertas variaciones en el sabor y otros aspectos, como ocurre con el yogur", nos cuenta Ramón de Cangas.
Y también igual que sucede con quesos, yogures y otros lácteos, si es de producción artesanal y ecológica, mucho mejor, ya que conserva más propiedades y tiene menos aditivos.
Cómo tomar kéfir
Si no lo has probado nunca, debes saber que, en general, el kéfir tiene un sabor más ácido y una textura más líquida que el yogur, por lo que se suele beber.
Para suavizar su sabor, muchas personas le añaden una cucharadita de miel, azúcar moreno o edulcorantes tipo estevia. Además de tomarlo como bebida, también puedes incorporarle cereales, frutos secos, trocitos de frutas o utilizarlo para hacer batidos.
los intolerantes a la lactosa pueden tomar kéfir
Como en el kéfir una parte de la lactosa de la leche ha sido fermentada y además presenta probióticos que pueden ayudar a digerirla, "muchos intolerantes a la lactosa pueden consumirlo aunque proceda de la leche", según el experto.
el kéfir baja la tensión
Una reciente investigación, presentada en la reunión anual de la Sociedad Americana de Fisiología, ha demostrado que beber kéfir con regularidad puede ser beneficioso para combatir la hipertensión arterial.
El kéfir está considerado un probiótico, como el yogur, ya que aporta microorganismos vivos beneficiosos a la flora intestinal. Anteriores estudios ya habían vinculado un desequilibrio de las bacterias de la microbiota con un mayor riesgo de sufrir hipertensión.
El nuevo trabajo, en el que han participado investigadores de las Universidades de Auburn (EE. UU.) y de Vila Velha (Brasil), pudo comprobar que incorporar kéfir a la dieta diaria produce los siguientes efectos al cabo de solo 9 semanas:
- La presión arterial es más baja.
- Se reducen los niveles de endotoxinas, unas sustancias nocivas que contribuyen a la inflamación del organismo.
- Y mejora la permeabilidad intestinal, lo que favorece el paso de sustancias beneficiosas pero frena la entrada de aquellas que podrían ser perjudiciales.
Además de restablecer el equilibrio de cuatro bacterias del intestino, los científicos vieron que también había mejorado la presencia de una enzima en el cerebro fundamental para el sistema nervioso.
Según ellos, esto podría indicar que el sistema digestivo y el nervioso "colaboran" para reducir la presión arterial. Es decir, que el kéfir favorecería esta "comunicación" entre la microbiota intestinal y el cerebro, conexión de la que ya habían hablado otros estudios.
el kéfir Cuida tu corazón
Dado que la hipertensión es uno de los factores de riesgo cardiaco, el nuevo estudio vendría a confirmar otras investigaciones que ya habían apuntado que el consumo de kéfir podía ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Pero se han demostrado otros beneficios para la salud. "Las leches fermentadas, como el kéfir o el yogur, se han relacionado también con una reducción en el riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico o la obesidad", nos explica Ramón de Cangas, del Comité Asesor del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas.
Además, al tratarse de un probiótico, el kéfir nos aporta microorganismos vivos que ayudan a restablecer el equilibrio de la flora intestinal, muy interesante cuando esta se ve alterada por una dieta poco saludable, fármacos como los antibióticos o trastornos como la diarrea.
Por otro lado, según algunos estudios, al cuidar la microbiota no solo facilita el proceso digestivo sino que también refuerza el sistema inmunológico, es decir, las defensas del organismo.