Por qué los médicos piden que no tomemos bebidas muy frías en verano

Tomar una bebida muy fría cuando hace mucho calor, incluso aunque sea solo agua, puede no ser la decisión más acertada. La hidratación es importante, pero el cambio tan brusco de temperatura que sufre el cuerpo al beber una bebida fría puede tener consecuencias.

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BEBIDA FRIAS
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Los contrastes de temperatura en el cuerpo pueden tener consecuencias, por eso es más recomendable tomar el agua fresca o templada.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Tomar una bebida bien fría sentado tranquilamente en verano puede ser uno de los grandes placeres de las vacaciones. Desde un punto de vista psicológico, nadie lo pone en duda. Te ayuda a desconectar y a refrescarte.

Todos los expertos en salud coinciden en la necesidad de hidratarnos y muy especialmente los días de verano, cuando vivimos las olas de calor más recurrentes. En lo que ya no hay tanta unanimidad es si tiene o no importancia que esa bebida esté muy fría. La sensación refrescante puede ser mayor, pero también puede dar problemas.

Los problemas de beber agua muy fría

Para aclarar el problema, centrémonos solo en la bebida más sana y natural que existe: el agua. No hay duda de que es la mejor opción posible para hidratarnos. ¿Qué pasa si está muy fría?

Lo mejor es beber agua fresca o templada, pero no muy fría”, nos apunta el doctor Antonio Ruiz de Azúa, médico de familia. Y estos consejos sirven tanto para los días de mucho calor como cuando llegamos muy acalorados después de hacer un ejercicio intenso.

Los contrastes de temperatura en el cuerpo, cuando son muy bruscos, pueden tener consecuencias. “Como el esófago (el tubo por donde desciende el agua) está junto al nervio vago, puede haber una reacción vagal”, explica.

  • Afecta al ritmo cardíaco. La reacción vagal consiste en que hay una bajada repentina de la presión arterial. “Y puede afectar al corazón provocando bradicardia, es decir, una disminución de la frecuencia cardiaca”, añade el doctor. En algunos casos eso puede reducir también la llegada de oxígeno a las células.
  • Obligamos al organismo a trabajar más para compensar la diferencia de temperatura. En casos puntuales, el agua puede provocar el efecto contrario del que se pretende. En su esfuerzo para regular la temperatura el organismo pierde agua, por lo que podríamos deshidratarnos y acabar teniendo más sed.

El riesgo de corte de digestión

Otro posible problema del cambio brusco de temperatura es la hidrocución, lo que se conoce popularmente como corte de digestión.

Lo apunta la doctora Guadalupe Blay, especialista del área de nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, que también desaconseja las bebidas muy frías especialmente durante las comidas.

  • La digestión será más difícil. “Con el agua fría las grasas se solidifican lo que hace que sean más difíciles de digerir”, explica la doctora.
  • Afecta a las migrañas. Esta especialista también señala que se ha observado que las personas que sufren de migrañas, pueden ver cómo el problema empeora con el agua fría.

Otros especialistas relativizan los posibles problemas. “Tendrías que beber agua congelada para que te hiciera daño”, apunta la doctora Paloma Gil, especialista en nutrición y endocrinología. “No conozco ningún caso de corte de digestión por beber agua fría”.

El agua fresca ayuda cuando hace calor

Por el contrario, esta nutricionista es favorable a beber agua fría: “Te ayuda a rebajar la temperatura del cuerpo”, añade en declaraciones a Rac1. “Igual que en invierno tomamos infusiones calientes para ayudar a calentar el cuerpo, en verano el agua fría nos ayuda a refrescarnos”.

¿Ocurre lo mismo con los niños? El riesgo de los más pequeños, tanto en el caso de las bebidas muy frías o muy calientes es que afecte a las mucosas, las piel que recubre la garganta. Se pueden irritar.

Si el problema fuera tan evidente, en las heladerías se habrían encontrado con numerosos casos de problemas de cortes de digestión al servir granizados y helados. Y no se ha visto.

En términos generales el agua fresca baja la temperatura y se absorbe mejor. Quizás la manera de poner de acuerdo a las dos corrientes de opinión que hemos expuesto más arriba es no llegar a grandes extremos y disfrutar de la bebida a una temperatura más fría que la ambiental y ya es suficiente.

El caso de la cerveza o los refrescos

En el caso de otras bebidas refrescantes, como la cerveza o los refrescos, el mecanismo de adecuación del cuerpo a la temperatura es el mismo, por tanto se asumen los mismos posibles problemas que con el agua.

Más que un problema de temperatura, es mucho más preocupante los efectos nocivos que puede tener el exceso de azúcar que supone hidratarse con refrescos. O, en el caso de la cerveza, el alcohol.

Recuerda que el alcohol tiene el efecto contrario: es diurético y deshidrata. Por tanto, pese a la impresión de refrescarnos, no está cumpliendo la función principal que le pide el cuerpo.