Los edulcorantes artificiales como la sacarina o el aspartamo no son tan beneficiosos como los naturales.
Según la Organización Mundial de la Salud, el azúcar no debe aportar más del 5% de las calorías diarias tanto en niños como en adultos, lo que equivale a 25 gramos (serían 6 cucharaditas de azúcar blanco).
Es importante recalcar que cuando la OMS habla de azúcares no solo se refiere a los refinados como el que se añade al café o al yogur (sucrosa), también alude a la glucosa o la fructosa, es decir al azúcar que llevan productos como comida precocinada, refrescos, zumos o cereales industriales y por supeusto galletas, bollería o gominolas.
De modo que si seguimos el consejo de la organización internacional, muy probablemente la mayoría de las personas deberán hacer un ajuste en su alimentación. Ahora bien, puestos a mejorar la dieta reduciendo los azúcares libres, por qué no vamos más allá y elegimos los más saludables, aquellos que aportan nutrientes útiles y no solo calorías vacías como el azúcar refinado. En la galería que acabas de ver hemos seleccionado algunos de los edulcorantes naturales que se presentan como un buen abanico de opciones frente al azúcar blanco.
¿Es seguro el consumo de sacarina?
Entre los edulcorantes artificiales, sin duda, la sacarina es la estrella. ¿A quién no le han dado a elegir entre azúcar o sacarina al pedir un café en un bar? Una oferta poco variada que, por otro lado, es totalmente lógica, ya que este edulcorante artificial es uno de los más consumidos, tanto entre las personas que siguen una dieta de control de peso como por aquellas que simplemente quieren reducir la presencia de azúcar en su alimentación.
Sin embargo, los argumentos a favor y en contra afloran y se enfrentan con recurrencia tanto entre la comunidad científica como entre los propios consumidores. La cuestión es que hoy la sacarina es un edulcorante autorizado por la EFSA (Autoridad de Seguridad Alimentaria), lo cual, debería ser suficiente para aplacar las críticas.
Los edulcorantes artificiales como la sacarina o el aspartamo aparecieron hace una década como una alternativa para ayudar a perder peso, pero los estudios científicos que se han realizado desde entonces han demostrado que no solo no ayudan a perder peso sino que también aumentan el riesgo de diabetes, hipertensión y cardiopatías. Algunas investigaciones asocian su consumo con mayor riesgo de síndrome metabólico (combinación de obesidad, hipertensión, diabetes y colesterol).