Hay personas que, al sufrir un disgusto, pierden el apetito. Otras, sin embargo, encuentran consuelo en la comida y, de repente, toman alimentos con ansiedad y sin control. Que pase una u otra cosa depende de la personalidad de cada uno y también, como es lógico, de su estado anímico en ese momento.
Lo que te proponemos con este test es que analices cómo sueles responder tú en estos momentos: sin ser consciente de ello tu cerebro puede estar “boicoteando” tu dieta.
Responde con sinceridad a las siguientes preguntas, anota las respuestas y comprueba los resultados. Descubrirás cómo corregir tus errores en base a ellos.
Comprueba cuál es tu perfil
Marca “sí” o “no” en cada pregunta. Luego, mira en las casillas inferiores las que hayas respondido afirmativamente. El apartado que más casillas marcadas tenga (compulsiva, nerviosa…) es el que define la etapa por la que pasas.
Si has respondido negativamente en la mayor parte del cuestionario es que tu relación con la comida es correcta.
- COMPULSIVA: 1 - 3 - 5 - 7 - 10 - 11
- OBSESIVA: 6 - 9 - 14 - 16 - 20
- NERVIOSA: 5 - 7 - 11 - 12 - 15 - 19
- APÁTICA o INSEGURA: 2 - 4 - 8 - 17
- ¡Ojo! Si marcaste “sí” a la mayoría de las siguientes, podrías sufrir un trastorno alimentario: 6 - 9 - 11 - 13 - 18 - 20
Así te sientes, así te conviene comer
Es posible que en una misma persona se den comportamientos compulsivos a la vez que apáticos, obsesivos o nerviosos. Depende del momento que se viva y de la cantidad de circunstancias –positivas o adversas– que hayan coincidido en el tiempo.
Pero tú tienes que fijarte en cuál es la característica que más predomina en ti ahora, la dominante, la que podría definirte mejor. Y, una vez que hayas reflexionado sobre ello, pon en práctica los consejos específicos que te aportamos.
Mejorará tu relación con la comida y también, a medio plazo, tu peso.
COMPULSIVA: Comes a tus horas, pero devorando
Actúas por impulso y, más que masticar, devoras. Es probable que uses la comida para enmascarar un malestar interior. Cuando te das cuenta de ello es tarde y aparece un arrepentimiento que te genera todavía más ansiedad.
Seguramente necesitas, en general, más tiempo para ti, para ocuparlo en actividades placenteras, para pensar y hasta para perderlo.
- Nuestro consejo: Busca momentos para estar contigo misma, para relajarte: haz yoga, lee un libro, escucha música, sal a caminar... En cuanto a la comida, cuando la prepares o cuando estés a punto de sentarte a la mesa, ve lanzándote mensajes del tipo: “hoy comeré más relajada”. Te ayudará escoger alimentos que requieran mucha masticación.
OBSESIVA: Te te reprimes... hasta que te da un bajón
No puedes dejar pasar un día sin pesarte, buscas sin parar información sobre dietas, no compras nada sin mirar cuántas calorías tiene... Todo eso, en realidad, te hace estar pensando constantemente en la comida, con lo que tu ansiedad y tu apetito aumentan.
Eres estricta al hacer dieta… hasta que pasas momentos de “bajón” y la abandonas.
- Nuestro consejo: Lo evitarás si rebajas tu nivel de autoexigencia. Date incluso permiso para picar algo apetecible a diario. No pasa nada si luego lo compensas con las comidas posteriores. Más vale flaquear de forma dosificada que un día de golpe y a lo grande.
NERVIOSA: Siempre estás picando algo de comer
Hay circunstancias puntuales que nos ponen nerviosas, pero otras veces adoptamos el nerviosismo como estilo de vida. Y, entonces, es muy frecuente que usemos la comida como una especie de tranquilizante.
Quizá lleves tiempo notándote tensa, ansiosa… pero también es posible que no hayas dado ningún paso para ponerle remedio.
- Nuestro consejo: Intenta organizar muy bien los horarios de las comidas y cíñete a ellos incluyendo en cada menú algún alimento que sea muy saciante.
INSEGURA o APÁTICA: Comer te distrae y te mima
El aburrimiento y la baja autoestima, que aumentan si se pasa mucho tiempo en casa y se tiene poca vida social, pueden llevar a comer como distracción y lo más apetecible, para sentirse mimada.
Te da pereza hacer dieta, aun sabiendo que los kilos que te sobran no dejan de aumentar, lo que en el futuro puede perjudicar tu salud. Tras esa apatía se esconde quizá un cierto miedo a los cambios.
- Nuestro consejo: Sal más y busca la manera de aumentar tus relaciones sociales (ve al gimnasio, haz talleres...). Y al elaborar tus menús mímate como te mimaba quien te cocinaba cuando eras niña, pero con caprichos sanos.