El placer de comer puede influir mucho en seguir una alimentación más saludable.
Si has probado muchas dietas o te has propuesto infinidad de veces seguir una alimentación saludable y no lo consigues es que, definitivamente, te falta "vitamina P". La vitamina P no es un nutriente al uso, es el nombre que expertos como la nutricionista Sarah Garone han dado a la sensación de placer que provoca la comida y para la cual están programados los seres humanos. No comemos solo porque sentimos hambre, comemos también porque nos genera un placer comparable al sexo o a otras experiencias agradables. Privarnos de esa vitamina P o sensación de placer que provoca la comida se convierte en algo difícil de sobrellevar. Y este es uno de los principales motivos por los cuales muchas personas son incapaces de hacer dieta para perder peso.
Otra cosa distinta es que solo nos proporcionen placer las galletas de chocolate o las hamburguesas de comida rápida. En estos casos no queda más remedio que educar nuestro paladar para que aprenda a disfrutar del sabor de alimentos más saludables, que no tienen por qué ser insípidos. Un mango maduro es, además de delicioso, un alimento muy saludable.
Pero una vez lo hayamos conseguido, e incluso aunque sigamos una dieta e adelgazamiento, es muy importante que introduzcamos alimentos que no proporcionen placer.
El placer de comer
Todo lo que da placer, incluida la comida, provoca una liberación de dopamina en el cerebro. "A la dopamina se la conoce como la hormona del bienestar porque porque activa las vías de recompensa en el cerebro, lo que ayuda a promover la felicidad, la calma, la motivación y la concentración", explica la dietista Aleta Storch en Heathline.
De hecho, una de las causas de la obesidad es que las personas que la sufren pueden tener alterada su sensibilidad a la dopamina y esto las lleva a comer en exceso según señala un estudio.
Sin embargo, cuando la química del cerebro funciona correctamente, el placer que proporciona comer ayuda a regular el hambre, metabolizar mejor los alimentos y mantenernos en el peso adecuado.
"Cuando tenemos una experiencia placentera con la comida estamos relajados y el sistema nervioso entra en modo reposo", apunta Storch. Todas las energías se concentran en la digestión, lo que nos permite descomponer y utilizar los nutrientes de los alimentos.
También comemos más despacio porque disfrutamos con ello, y le damos tiempo al estómago para enviar la sensación de saciedad al cerebro, que tarda unos 20 minutos desde que empezamos a comer. Las personas que comen despacio comen menos cantidad porque se sacian antes.
disfrutar con la comida para comer más sano
Comer disfrutando de cada bocado es lo contrario de comer de forma compulsiva y con ansiedad. De hecho, hay estudios que han demostrado la relación entre disfrutar con la comida y seguir una dieta más saludable.
Cuando hablamos de disfrutar con la comida no nos referimos solo a la sensación que se produce en la boca cuando saboreamos ese trocito de chocolate que tanto nos gusta. La comida también puede proporcionar placer porque nos permite reunirnos con amigos o familiares, porque nos reconforta al final de un día de duro trabajo o porque nos ayuda a recuperar fuerzas si estamos enfermos.
¿Qué pasa si nos prohibimos alimentos?
Probablemente pienses que resulta difícil disfrutar de la comida cuando seguimos dietas que lo único que hacen es prohibir alimentos.
Los expertos alertan que es un gran error desterrar alimentos de la dieta. "Cuando se permiten todo los alimentos sin reglas, incluso los más deliciosos, el cuerpo aprende a confiar en que obtendrá lo que necesita", aclara Storch. Dicho otra forma, tienes más libertad entorno a la comida y eliges por ti mismo los que te convienen.
Ahora bien, una cosa es comer por placer y otra cosa es el hambre emocional. En esta última se utiliza la comida como una forma de afrontar emociones positivas o negativas, lo que lleva a la obesidad.
"Comer por placer es elegir un alimento para disfrutar específicamente de su sabor, textura y experiencia, como cuando sales a tomar un helado en verano o comes una manzana directamente del árbol en un huerto de manzanos", apunta la nutricionista Sarah Garone.