¿La presión ocular alta tiene algo que ver con la presión sanguínea?

Me han dicho que tengo la presión ocular alta. ¿Tiene algo que ver con la sanguínea? ¿Qué puedo hacer para rebajarla?

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La coincidencia en parte de estos términos pueden llevar a confusión, pero son dos cosas distintas, si bien es cierto que una presión sanguínea alta es un factor de riesgo en varios problemas oculares.

La presión intraocular (en los informes verás que se usa también la sigla PIO) tiene que ver con el líquido que baña las estructuras internas del ojo –el llamado humor acuoso– nutriéndolas y oxigenándolas.

  • Este líquido trasparente se encuentra entre la cámara anterior y la cámara posterior del ojo: son dos espacios separados por el iris y conectados por la pupila.

Cuando se produce un desequilibrio entre el que se forma y el que se elimina (por una obstrucción lenta de los canales de drenaje), se produce un incremento de la presión dentro del ojo. Este es uno de los factores que pueden llevar a una persona a padecer glaucoma, una de las principales causas de ceguera porque el daño que produce en el ojo es irreversible.

Por eso, para tratar el glaucoma, uno de los principales objetivos es ir disminuyendo la presión intraocular a un nivel en el que previsiblemente se evite un daño adicional del nervio óptico.

Sin embargo, existe una evidencia creciente de que otros factores ambientales modificables –como por ejemplo, el estilo de vida, el ejercicio físico y la nutrición– pueden ayudar a prevenir el glaucoma o su progresión a través de diferentes mecanismos.

Por esta razón, y más allá del tratamiento médico (fármacos hipotensores en forma de colirio) o quirúrgico (láser o cirugía convencional), damos a nuestros pacientes una serie de recomendaciones:

  • Abandonar el hábito tabáquico. Fumar es un claro factor de riesgo, así como el consumo de alcohol.
  • Mantener un peso recomendado. Se ha estudiado que pacientes obesos poseen más riesgo de glaucoma debido a una alteración en el flujo sanguíneo al nervio óptico, así como por un aumento de la resistencia a salir del humor acuoso a causa de un aumento en la viscosidad de la sangre, en el tejido adiposo ordinario...
  • Perseverar en una dieta equilibrada. Esta ha de incluir frutas, verduras de hoja verde, frutos secos, pescado azul, aceite de oliva y una ingesta moderada de te o café.
  • Realizar ejercicio físico aeróbico: caminar, ir en bicicleta, nadar... Se ha demostrado que es una buena estrategia, ya que no solo produce un significativo descenso de la presión intraocular y un aumento del flujo sanguíneo en el ojo, sino que, a su vez, disminuye estados de ansiedad y depresión que con frecuencia pueden sufrir los pacientes con glaucoma.

El seguimiento de esta enfermedad debe ser realizado por un oftalmólogo especialista en esta patología. Él será quien vaya marcando los ritmos en cuanto a revisiones, en función de la evolución del paciente, hasta que se detecte que se ha alcanzado lo que denominamos PIO objetivo. Estará dentro de unos límites adecuados si se mantiene entre los 12 y los 21 mmHg (milímetros de mercurio).

En general se recomienda realizar controles periódicos de la presión intraocular a:

  • Las personas mayores de 40 años.
  • Quienes tienen antecedentes familiares de glaucoma.
  • Si se sufre diabetes, hipertensión arterial o problemas circulatorios.
  • Personas con miopía elevada.
  • Si se ha sufrido traumatismos o lesiones en los ojos.
  • Pacientes que han consumido esteroides durante un largo periodo de tiempo.