La carne roja es rica en aminoácidos como la arginina que también servirían de alimento a las células cancerosas.
El consumo de carne se vincula con mayor riesgo de cáncer y hay estudios que asocian la ingesta de carne con tumores como el de colon. Sin embargo, lo que no se conoce tan bien son las razones por las cuales la carne puede favorecer el cáncer y los compuestos que contribuirían al desarrollo de tumor. Un estudio de la Universidad Rockefeller ha arrojado luz sobre el asunto y apunta a un aminoácido de la carne cómo posible culpable: la arginina.
Arginina, un aminoácido de la carne
La arginina es un aminoácido producido naturalmente por nuestro cuerpo y que abunda en la carne y otros alimentos como el pescado y la nueces.
La investigación de la Universidad Rockefeller, publicada en Science Advances, ha demostrado que la arginina también es un nutriente esencial para las células cancerosas. Y privarlas de este aminoácido podría potencialmente hacer que los tumores fueran más vulnerables a la respuesta inmune natural del cuerpo.
"Es como si tuvieras un juego de Lego y estuvieras tratando de construir un modelo de avión elegante y te quedaras sin los ladrillos correctos", señala Dennis Hsu, primer autor del estudio.
La conexión entre arginina y cáncer
La arginina tiene un papel importante en una gran variedad de procesos del organismo. Este aminoácido es necesario para producir proteínas y se usa con frecuencia en forma de suplementos para mejorar la circulación porque en el cuerpo se convierte en óxido nítrico, un gas que dilata los vasos sanguíneos y facilita la circulación. También es uno de los pocos aminoácidos que se ha demostrado que regula la forma en que las células inmunitarias reaccionan ante el cáncer y otros tipos de desencadenantes inmunológicos.
El déficit de arginina está relacionado con la inflamación en personas con enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, enfermedad inflamatoria intestinal o infección por H. pylori, cuyos tejidos pueden tener niveles bajos de arginina.
Lo que han descubierto los investigadores de la Universidad Rockefeller es que, en una variedad de tumores, este aminoácido se vuelve limitado, lo que lleva a estas células a buscar una solución genética inteligente: cuando los niveles de arginina caen, manipulan las proteínas a su disposición para tomar más eficientemente la arginina y otros aminoácidos. Y sorprendentemente, en un intento por seguir creciendo, acaban provocando mutaciones que hacen que el tumor sea más vulnerable al sistema inmune, el encargado de luchar contra el cáncer.
Consumo de carne y riesgo de tumores
La arginina es un aminoácido beneficioso pero en el caso de la carne puede acabar alimentando el tumor ya que, probablemente, se suman otras sustancias como los conservantes, las grasas saturadas o los virus que contiene la carne y que favorecerían la formación de tumores. Aunque falta evidencia científica que respalde estas afirmaciones, lo que sí está demostrado es el vínculo entre cáncer y carne.
Un gran estudio de la Universidad de Oxford analizó datos de casi medio millón de personas del Biobank del Reino Unido (un gran banco de datos de salud británico) entre 2006 y 2010 y demostró que las dietas bajas en carne, o no comer nada de carne, se asocia con un menor riesgo de tumores.
Los participantes, que tenían entre 40 y 70 años, informaron con qué frecuencia comían carne y pescado y los investigadores calcularon la incidencia de nuevos cánceres que se desarrollaron durante un período promedio de 11 años utilizando registros de salud. También tuvieron en cuenta los casos de diabetes y otros factores relacionados con el estilo de vida que podían influir en los resultados del estudio.
El 52% de los participantes comió carne más de cinco veces por semana. El 44% consumió este alimento cinco o menos veces por semana. Un 2% comió pescado pero no carne. Y otro 2% era vegetariano o vegano. Durante el período del estudio, un 12% de los participantes desarrolló cáncer.
Al analizar los resultados, los investigadores observaron que el riesgo general de cáncer era un 2% más bajo entre los que comían carne cinco veces o menos por semana, un 10% más bajo entre los que comían pescado pero no carne y un 14% más bajo entre los vegetarianos y veganos, en comparación con los que comían carne más de cinco veces por semana.
Al comparar la incidencia de cánceres específicos con la dieta de los participantes, los autores encontraron que quienes comían carne cinco veces o menos por semana tenían un 9% menos de riesgo de cáncer colorrectal, en comparación con quienes comían carne más de cinco veces por semana.
También observaron que el riesgo de cáncer de próstata era un 20 % más bajo entre los hombres que comían pescado pero no carne y un 31 % más bajo entre los hombres que seguían una dieta vegetariana, en comparación con los que comían carne más de cinco veces por semana.
Las mujeres posmenopáusicas que seguían una dieta vegetariana tenían un 18% menos de riesgo de cáncer de mama que las que comían carne más de cinco veces por semana. Sin embargo, los hallazgos sugieren que esto se debió a que las mujeres vegetarianas tendían a tener un índice de masa corporal (IMC) más bajo que las mujeres que comían carne.
"En conclusión, este estudio encontró que ser poco consumidor de carne, pescado o vegetariano se asoció con un menor riesgo de todos los tipos de cáncer, lo que puede ser el resultado de factores dietéticos y/o diferencias no dietéticas en el estilo de vida, como fumar", apuntan los investigadores.
Y si nos fijamos en los datos, el riesgo de carne empieza a bajar en cuanto reducimos las raciones semanales de carne sin necesidad de abandonarla del todo.
Otros componentes de la carne potencialmente cancerígenos
Al margen de la arginina, las razones por las cuales la carne puede aumentar el riesgo de cáncer son varias.
- Los conservantes de la carne. Cuando las proteínas de la carne se combinan con los nitratos o nitritos que se usan para su conservación y un pH ácido como el del estómago, pueden aparecer unos compuestos llamados nitrosaminas. Se ha demostrado en experimentos realizados con animales que las nitrosaminas son cancerígenas. El riesgo de que se generen nitrosaminas es mayor en las carnes procesadas porque llevan más conservantes.
- Las grasas saturadas que abundan en la carne también pueden influir en el aumento del riesgo de cáncer. Un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts sugiere una posible explicación: las grasas impedirían que las células inmunitarias que patrullan el intestino detecten tumores incipientes.
- Cuando la carne alcanza altas temperaturas se generan compuestos como las aminas aromáticas heterocíclicas que son carcinógenos, sobre todo si la llama de fuego toca el alimento. Por eso es muy importante no comer las partes de la carne que han quedado quemadas.