Qué es el linfoma de Hodgkin, el cáncer que padece Jane Fonda

Jane Fonda ha anunciado que padece linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que afecta a los glóbulos blancos. Se cura en la inmensa mayoría de pacientes aunque se debe seguir investigando para mejorar la supervivencia de los casos que se acaban complicando.

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Qué es el linfoma de Hodgkin, el cáncer que padece Jane Fonda
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La actriz Jane Fonda ha emmpezado el tratamiento de quimioterapia y se ha mostrado optimista frente a su enfermedad.

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

La veterana actriz de 84 años Jane Fonda ha anunciado a través de las redes sociales que padece linfoma de Hodgkin. La estrella de Hollywood y activista ha revelado que ya ha comenzado el tratamiento de quimioterapia y se ha mostrado optimista.

Afortunadamente, más del 80% de los pacientes diagnosticados con linfoma de Hodgkin logra superar el trastorno. "El linfoma de Hodgkin es uno de los cánceres más curables hoy en día", afirma al respecto el doctor Adolfo de la Fuente, jefe del Servicio de Hematología del MD Anderson Cancer Center Madrid. La tenista Carla Suárez y el actor Dani Rovira son dos de las celebridades que han superado un linfoma de Hodgkin.

¿Qué es el linfoma de Hodgkin?

Los linfomas afectan a un tipo concreto de glóbulos blancos, los linfocitos, que forman parte de nuestro sistema inmunitario.

Los linfomas de Hodgkin normalmente comienzan en un tipo concreto de linfocitos, los linfocitos B, que son los encargados de generar anticuerpos, fundamentales para que nuestras defensas identifiquen a los virus y bacterias que pueden estar atacándonos.

Al comenzar a crecer de forma anormal provocan la inflamación de los ganglios, que es el lugar donde los linfocitos B permanecen a la espera de identificar a los posibles microorganismos extraños. En este tipo de linfoma suelen inflamarse los ganglios situados en el cuello, las axilas y las ingles.

Según datos proporcionados por el MD Anderson Cancer Center Madrid, cada año se diagnostican en nuestro país unos 30 casos de linfoma de Hodgkin por cada millón de habitantes. A diferencia de la mayoría de cánceres, el linfoma de Hodgkin es más frecuente entre los jóvenes. Se da, sobre todo, entre los 15 y los 35 años. Aunque las personas de más de 55 años también pueden desarrollarlo como es el caso de Jane Fonda.

¿Qué síntomas alertan de un linfoma de Hodgkin?

Un ganglio inflamado no siempre indica la presencia de un linfoma porque muchas veces esta reacción se da como respuesta a una infección puntual, pero debes acudir al médico sin demora si notas que el bulto es duro o tiene una consistencia gomosa y, cuando lo tocas con los dedos, ni se mueve ni te duele.

Cuando un ganglio linfático aumenta de tamaño sin causa que lo justifique el doctor de la Fuente recomienda "acudir a un especialista en oncohematología para que este pueda confirmar o descartar el diagnóstico a través de un análisis de sangre, pruebas de imagen y una biopsia si procede". También pueden aparecer fiebre o escalofríos, sudores nocturnos, cansancio, picor y una pérdida de peso sin causa aparente.

¿Cómo es el tratamiento del linfoma de Hodgkin?

A la hora de abordar la enfermedad, "que el diagnóstico sea lo más preciso posible es fundamental para asegurarnos que el paciente está recibiendo el mejor tratamiento para su enfermedad concreta", advierte el oncólogo.

No hay que olvidar que el linfoma de Hodgkin es uno de los tipos de linfoma que hay (también está el no Hodgkin) y que, dentro de él, hay diferentes subtipos, que requieren un seguimiento y un tratamiento distintos.

De entre las diferentes técnicas que pueden barajarse para tratar los linfomas de Hodgkin se encuentran la radioterapia, la quimioterapia, el trasplante de médula ósea o de células madre, y pueden aplicarse tanto solas como combinadas entre sí.

¿Qué pronóstico tiene el linfoma de Hodgkin?

Una de las claves para superarlo es que el paciente responda bien al tratamiento, pero esto no siempre ocurre, lo que lleva a que la remisión de la enfermedad no sea total o a que haya recaídas.

Por ello, el doctor de la Fuente reivindica el papel fundamental de la investigación para conocer con mucho más detalle la posible respuesta de los pacientes a los tratamientos antes de someterse a ellos.

Investigar en técnicas de este tipo "ayudaría a evitar muchas recaídas y se reduciría el riesgo de exponer a las personas a tratamientos que no son efectivos para la enfermedad que padecen", expone.

Uno de los hallazgos más recientes en este sentido es el del equipo del doctor Manel Esteller: han hallado un biomarcador que identifica a los pacientes más resistentes al tratamiento, algo que ocurre aproximadamente en el 20% del total de casos.

Parece ser que, en ellos, se altera un gen (ALKBH3). Y esto favorece que las células tumorales estén rodeadas de más colágeno, que actúa como una especie de armadura. La consecuencia es que los fármacos pierden eficacia porque no pueden penetrar bien en ellas.

Otro de los aspectos fundamentales que debe seguir investigándose, según de la Fuente, son posibles nuevas opciones terapéuticas para los linfomas más complicados de tratar. La inmunoterapia, por ejemplo, se ha demostrado útil contra el linfoma de Hodgkin, sostienen desde la American Cancer Society. Otra de las actuales líneas de investigación se centra en las terapias dirigidas, más precisas y con menos efectos secundarios que la quimioterapia.