A medida que el bebé va creciendo interactúa más con su entorno: sonrisas, pataleo, chillidos, gorgoritos.
Aunque forma parte de su evolución y maduración, esta etapa puede producir cierto estrés en algunos bebés, que se manifiesta sobre todo hacia el atardecer: están más irritables, con tendencia a un llanto intenso, difícil de consolar.
nosotros también estamos más cansados
Aunque cada bebé tiene su propia personalidad y algunos padres insisten en catalogar a los recién nacidos como llorones, intranquilos o nerviosos desde el nacimiento.
Estudios científicos han demostrado que el estado emocional de la madre está muy relacionado con el comportamiento del niño. Es decir, el cansancio o nerviosismo de la madre que ha estado a lo largo del día con el bebé indica que también necesita un descanso.
La capacidad de respuesta de la madre y sus recursos pueden estar también más reducidos
Su capacidad de respuesta puede estar también más reducida, y aunque intenta calmarlo, obtiene escaso éxito. Después de una dura jornada de 24 horas, los recursos se agotan.
recursos que funcionan
Ante la irritabilidad de un bebé siempre hemos de descartar la enfermedad y estar atentos a algunos síntomas: fiebre, dolor, diarrea... A partir de ahí, se trata de buscar recursos para tratar de ayudarlo:
- Conviene tomarnos un respiro. Quien pase la mayor parte del día sola con el bebé necesita un pequeño descanso: sobre todo hacia el atardecer. Aunque la pareja llegue a casa cansada de su actividad laboral, tendrá ganas de ver y estar con el bebé.
- Un momento para el más paciente. Hay que procurar mantener la paciencia, hacer turnos si es necesario, ya que el bebé va a percibir el estado emocional tenso o nervioso de su cuidador, sea el padre o la madre, y puede sentirse atosigado, por lo que la situación puede ir a peor.
- Construir una red de apoyo. Los abuelos, vecinos o amigos pueden ser unos buenos aliados. Podéis solicitar su apoyo. Ellos se sentirán útiles y el bebé, incluso vosotros mismos, lo agradeceréis.
- Movimientos suaves y silenciosos. Mecerlo o simplemente pasear por la casa con él para no sobreexcitarlo más, puede tranquilizarlo.
- Relajar el entorno. Es importante intentar moderar o minimizar al máximo todo lo que pueda excitar al bebé –luces, ruidos, colores, olores...– para no aumentar su nerviosismo. Existen CD con melodías relajantes que pueden ayudaros.
- Un baño para dos. El agua caliente y el contacto directo piel con piel son grandes aliados para un momento de relax e intimidad.
- Un paseo reparador. Puede ser una gran fuente de relajación y calma tanto para el bebé como para los progenitores. Podemos adelantarnos al malestar y salir a pasear diariamente antes de que el bebé y nosotros estemos agotados. Usar un portabebés ayudará a mantener vuestro contacto físico.
- Calmar su llanto. Siempre hay que atender el llanto de un bebé. Debemos cogerlo, acariciarlo y descartar cualquier incomodidad que pueda producirlo: hambre, suciedad, calor... Si se calma fugazmente y el llanto vuelve a reaparecer, si ya no sabemos qué hacer, solo nos queda acompañarlo, demostrarle que seguimos junto a él.