Dar el pecho tiene que ser placentero, no tiene por qué doler. Si existe la más mínima molestia, significa que algo no funciona, así que por leve que sea ese malestar ¡busquemos ayuda!
Amamantar con comodidad propicia un cambio de mentalidad y de actitud. Pasar de la postura del violinista (sentada recta) a la semitumbada tiene consecuencias físicas y también de mejora en la eficacia de la lactancia.
En la postura reclinada, la madre está cómoda, su cuerpo está abierto y relajado, y su hijo descansa sobre ella. Pero tiene que permitírselo, tiene que entrar en el ritmo lento del bebé. Nada es más importante en ese momento.
Por eso, si estás dando el pecho: ponte cómoda. Colócate cojines, apoya tu pie sobre una silla si estás sentada...
¡No escatimemos en cuidados alrededor de una madre lactando!