Claves para disfrutar del colecho con tu bebé

Cada familia es diferente y cada una debe decidir cómo pasar la noche y con quién, pero lo cierto es que dormir con los padres tranquiliza al bebé y le da más seguridad.

Actualizado a
doctora amalia arce
Dra. Amalia Arce

Pediatra

colecho dormir con tu bebe

Durante el día estamos pendientes de nuestro hijo y extremamos las medidas de seguridad: limpiamos lo que pueda llevarse a la boca, buscamos sillitas seguras, compramos juguetes adaptados a su edad...

Pero... ¿qué hacer por la noche? Una de ellas es que nuestro bebé duerma junto a nosotros en nuestra cama. Si es la que decidimos, debemos seguir unas recomendaciones básicas.

Dormir con el bebé en la misma cama

Cuando duerme tampoco podemos bajar la guardia, y es por eso que la normativa en cuanto a cunas es muy estricta: los barnices deben ser aptos para bebés, las distancias entre los barrotes tienen que cumplir el estándar europeo, los colchones no pueden ser muy blandos, el somier debe encajar perfectamente en la estructura...

Por lo que al colecho se refiere, también existen unas normas de seguridad. De la misma forma que a las cunas les pedimos unos requisitos mínimos, para que un niño pueda dormir con sus padres también se deben cumplir unas condiciones.

Recomendaciones de seguridad básicas

En este sentido, un colchón firme, con sábanas y protectores sin cintas con los que pueda enredarse el bebé, junto con unos padres sanos (libres de drogas, alcohol, y sin obesidad mórbida) es suficiente.

Además, no olvides...

1. Nada de tabaco

Si los padres son fumadores, el colecho se desaconseja cuando el bebé es pequeño. De hecho, no es conveniente que un bebé conviva con personas muy fumadoras o en ambientes cargados.

En niños mayores, si uno de los padres es fumador, seguramente el niño respirará más su aliento estando en contacto con él durante el día que el que pueda provenir de su respiración nocturna.

2. Todos cómodos

Los sofás y los colchones blandos están especialmente contraindicados para que duerma un bebé, tanto en solitario como acompañado.

El bebé ha de dormir en colchón firme, con sábanas sin cintas con los que pueda enredarse y junto con unos padres sanos

Cada familia es diferente y cada una debe decidir cómo quiere dormir y con quién. En general, la mejor forma de dormir es aquella en la que todos los miembros de la familia se sienten bien.

Si no es posible, deberíamos priorizar a los pequeños, a los enfermos y a los más débiles. Es por ello que en los hospitales existen las camas de acompañantes: para que la persona enferma se sienta a gusto, aunque el que le acompañe no duerma especialmente bien.

3. Cuándo empezar

El colecho puede empezar a practicarse desde que el niño nace, siempre que se sigan las precauciones indicadas.

De hecho, los más recientes estudios e indicaciones de la Academia Americana de Pediatría y de la Asociación Española de Pediatría alertan sobre la importancia de que madre y bebé no sean separados ya desde el momento de nacer.

4. Hasta cuándo hacerlo

Todo niño sano un día u otro va a abandonar la cama de sus padres, pero ese momento es diferente en cada sujeto.

Hay sociedades en las que las viviendas tienen una sola pieza y, hasta que se van del hogar, los niños duermen con sus padres (curiosamente, los hijos abandonan la casa familiar mucho antes que en la nuestra y se casan más pronto).

5. Edad adecuada

Las estadísticas nos confirman que, en aquellos casos en los que a los padres no les importa dormir con sus hijos hasta que se vayan libremente a la habitación que tienen destinada, estos prefieren dormir con sus progenitores hasta los tres o cuatro años de una forma habitual, y hasta los cinco esporádicamente alguna noche que tienen pesadillas o están enfermos.

6. Adaptación progresiva

De la misma forma que muchas veces los cambiamos del moisés a la cuna, y de esta a la cama, también puede trasladarse a un niño de la cama de sus padres a otra (o a otra habitación). La única premisa es hacerlo paulatinamente, intentando que lo asimile de forma tranquila.

Hay niños que se acostumbran con mucha facilidad a dormir solos. En ese caso, puede adelantarse el cambio cuando quieran los padres.