Las heces duras se deben, por lo general, a un desequilibrio entre la ingesta y la pérdida de agua.
Por ejemplo, si bebe poco y suda mucho –porque haga mucho calor, porque esté muy abrigado…–, entonces el cuerpo absorbe el agua del intestino grueso, endureciendo las heces.
La ingesta de frutas y verduras, que contienen mucha fibra y agua, puede mejorar la situación.