Pensar en lo que te preocupa para encontrar una solución es bueno, pero darle vueltas constantemente a esos pensamientos negativos y no poderlos controlar porque te atrapan incluso cuando no estás haciendo nada pone en riesgo tu salud mental. Es lo que se conoce como pensamiento rumiante o mente de mono y se relaciona con más riesgo de ansiedad y depresión.
Para saber si tienes algo de "mente de mono" párate a pensar en qué piensas cuando no estás trabajando o no tienes nada entre manos. Analizar esos pensamientos puede ofrecer información muy valiosa sobre tu bienestar emocional. Es lo que hicieron investigadores de la Universidad de Arizona y llegaron a la conclusión es que esos pensamientos dicen mucho de nosotros mismos.
Estudiar el pensamiento ocioso
El estudio, publicado en la revista Nature, analizó lo que se llaman los pensamientos ociosos, aquellos que tenemos cuando tenemos un momento muerto, sin pantallas ni otras distracciones. "Queríamos imitar los pequeños paréntesis que tenemos a lo largo del día, por ejemplo mientras esperamos para pedir algo en un bar, en la ducha o estirados en la cama", explica el psicólogo Quentin Raffaelli, primer autor del artículo.
Los investigadores pidieron a 78 voluntarios que dejaran cualquier tipo de distracción y que fueran expresando en voz alta sus pensamientos, sin ningún tipo de control. Los investigadores iban grabando todo lo que se les ocurría a los voluntarios. De esta manera llegaron a agrupar y analizar más de 2.000 pensamientos.
Los investigadores buscaban patrones de pensamiento. Les interesaba especialmente captar el “pensamiento rumiante”, pensamientos recurrentes en torno a alguna idea negativa, y que suele ser un síntoma de depresión. Es lo que también se conoce como mente de mono. El grupo de personas fue escogido al azar, por lo que no se sabía si alguno estaba diagnosticado con problemas mentales.
“Durante los diez minutos diarios que dedicábamos a grabar a cada participante, la mayoría pensaban en el presente o el futuro de un modo emocionalmente neutro”, explica Raffaelli. Sin embargo, las personas que tenían mayor cantidad de esos pensamientos rumiantes o mente de mono eran personas que miraban más al pasado y de un modo negativo. “Las personas con pensamientos rumiantes también focalizaban más los pensamientos en ellos mismos”, añade el psicólogo.
Los investigadores quedaron sorprendidos al comprobar que, en algunos casos, en apenas diez minutos de pensamiento ocioso ya había sido posible diagnosticar una persona con un trastorno clínico gracias a sus pensamientos rumiantes.
Los riesgos de la mente de mono
El término "pensamiento rumiante" se refiere a la tendencia de la mente a repetir los mismos pensamientos una y otra vez, como un animal rumiante que regurgita y vuelve a masticar su comida. Este fenómeno también se conoce como "mente de mono". La mente de mono se caracteriza por la incesante actividad mental, donde la mente salta de un pensamiento a otro de manera constante y a menudo sin un propósito claro.
Las personas que experimentan pensamiento rumiante a menudo se encuentran atrapadas en un ciclo de preocupación, ansiedad o pensamientos negativos que se repiten una y otra vez. Este patrón de pensamiento puede interferir con la capacidad de concentración y generar estrés emocional.
La meditación y otras prácticas de atención plena a menudo se recomiendan como formas de abordar el pensamiento rumiante, ya que pueden ayudar a entrenar la mente para enfocarse en el presente y reducir la rumiación constante sobre el pasado o el futuro. Además, la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser útil para abordar patrones de pensamiento negativo y cambiarlos por pensamientos más saludables y constructivos.
Cómo controlar la mente de mono
Los pensamientos rumiantes, que son la base de la "mente de mono", pueden ser muy negativos y no es fácil controlarlos, pero hay estrategias psicológicas y prácticas que pueden ayudarte a manejarlos.
- Conciencia plena (Mindfulness): Practicar la atención plena puede ayudarte a observar tus pensamientos sin juzgarlos ni dejarte llevar por ellos. Aprender a estar presente en el momento actual puede ayudarte a reducir la frecuencia de los pensamientos rumiantes.
- Distraer la mente: Mantén tu mente ocupada con actividades que requieran tu concentración. Leer un libro, practicar un deporte, escuchar música o participar en una actividad creativa pueden distraer tu mente de los pensamientos negativos.
- Programar "tiempo de preocupación": Dedica un tiempo específico al día para preocuparte. Durante este tiempo, permítete explorar y analizar tus pensamientos ansiosos. Fuera de ese tiempo, trata de redirigir tu mente hacia otras actividades más positivas.
- Cambio de perspectiva: Intenta ver tus pensamientos desde una perspectiva diferente. Pregúntate a ti mismo si realmente esos pensamientos negativos que te acechan merecen tanta preocupación y si realmente son útiles. A menudo, los pensamientos rumiantes son irracionales y cambiar la perspectiva puede ayudarte a frenarlo.
- Técnicas de relajación: La práctica de técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación o el yoga, puede ayudar a calmar la mente y reducir la ansiedad asociada con los pensamientos rumiantes.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Un terapeuta puede ayudarte a identificar patrones de pensamiento negativos y a desarrollar estrategias para cambiarlos. La TCC es especialmente efectiva en el tratamiento de pensamientos rumiantes.
- Ejercicio regular: El ejercicio físico no solo beneficia tu salud física, sino que también puede tener un impacto positivo en tu salud mental. La liberación de endorfinas durante el ejercicio puede ayudar a reducir el estrés y mejorar tu estado de ánimo.
Recuerda que cada persona es única, y puede ser necesario probar diferentes estrategias para encontrar las que funcionen mejor para ti. Además, si los pensamientos rumiantes persisten y afectan significativamente tu calidad de vida, es recomendable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.