Los videojuegos pueden ser entretenidos y estimulantes, pero su uso abusivo puede convertirse en un trastorno importante. En grandes hospitales como el de Bellvitge en Barcelona, en 2022 se cuadriplicaron las consultas por el uso excesivo de videojuegos. Este fuerte aumento registrado en la Unidad de Juego Patológico y Adicciones Compartamentales del centro sanitario catalán podría ser una de las consecuencias del confinamiento en la salud mental a medio y largo plazo. Es cierto que en la última década se había experimentado un crecimiento de este motivo de consultas, pero desde 2021 los casos se han disparado.
La adicción a los videojuegos se considera una enfermedad mental, según la OMS. La lista actualizada de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicada en febrero de 2022 incluye por primera vez la adicción a los videojuegos en su apartado de enfermedades mentales. La industria de videojuegos ha intentado evitarlo, pero sus esfuerzos han sido en vano.
La Asociación Americana de Psiquiatría ya reconocía esta alteración del comportamiento que denomina Trastorno por Juego en Internet, especificando que se refiere a los juegos de internet sin apuestas.
Hablamos de un problema al alza que, como la adicción al móvil, preocupa cada vez a más padres. Se estima que el 16% de los adolescentes en España está haciendo un uso indebido de los videojuegos, mientras que más de un 7% presentaría un trastorno por uso de videojuegos. No resulta un problema fácil de detectar: hasta que los pacientes y las familias no reconocen que existe un trastorno y acuden a consulta pueden pasar meses, por eso es importante saber reconocer las señales de alerta.
Qué es la adicción a los videojuegos
Probablemente hay personas de todas las edades enganchadas a los videojuegos, pero la franja de edad entre los 12 y 15 años es la más vulnerable a padecer esta adicción porque también es la etapa con una mayor frecuencia de uso.
Concretamente, casi un 60% de los adolescentes juega habitualmente. Si nos centramos en los chicos, el porcentaje se dispara: un 86% juegan con frecuencia, frente a un 30% de las chicas que también lo hacen.
Para que se diagnostique el trastorno por uso de videojuegos, el patrón de comportamiento debe ser lo suficientemente severo como para provocar un deterioro significativo en las áreas personales, familiares, sociales, educativas, ocupacionales u otras áreas importantes de funcionamiento y, normalmente, habría sido evidente durante al menos 12 meses, señala el Ministerio de Sanidad en su informe "Adicciones comportamentales 2020" .
Cuáles son los síntomas de adicción a los videojuegos
Las señales de alarma de que un adolescente sufre adicción a los videojuegos son:
- Patrón de sueño alterado o disminución de las horas de sueño para realizar la conducta adictiva.
- Apetito alterado. Come rápido y mal para seguir jugando.
- Descuida la higiene personal (lavarse los dientes, ducharse, cambiarse de ropa).
- Cambio en sus actividades de ocio o actividades deportivas, dejando de hacer cosas que habitualmente realizaba.
- Baja el rendimiento académico.
- Irritabilidad, sobre todo cuando no puede jugar.
- Cambia su estado de ánimo, está más triste, se encierra en sí mismo y no le gusta que le preguntes por sus cosas.
- Puede realizar hurtos de pequeñas cantidades de dinero a la familia que invierte en los juegos.
Por qué los adolescentes tienen más riesgo de adicción a los videojuegos
El adolescente con un nivel socioeconómico medio y alto tiende a ser el perfil más frecuente en este tipo de dependencia, ya que normalmente tiene un acceso más fácil y precoz a los videojuegos.
Sin embargo, en los últimos años, esta adicción se está generalizando, ya que el auge de los móviles ha convertido a estos dispositivos en la herramienta de juego más usada, por delante incluso de la videoconsola.
"Los videojuegos han traído consigo unos referentes totalmente distintos para las nuevas generaciones. Antes los chicos querían ser futbolistas, pero ahora muchos quieren ser gamers", señala la Dra. Cristina Giner, psicóloga clínica del Instituto Brain 360.
De hecho, 1 de cada 5 adolescentes cree que puede llegar a ser gamer en un futuro. Por si fuera poco, más de la mitad juega a videojuegos designados por el sistema de clasificación europeo Pan European Game Information (PEGI, de sus siglas en inglés) como no adecuados para menores de 18 años. Esto hace que se expongan de forma prematura a temáticas de excesiva violencia que pueden influir de forma negativa en su correcto desarrollo emocional y psicológico, alertan desde el Instituto Brain 360.
Qué puede causar la adicción a los videojuegos
La Dra. Giner señala que, como en la mayoría de las adicciones, en la dependencia a los videojuegos influyen tres factores:
- Factor social. Es muy fácil acceder a videojuegos hoy en día, además "permiten vincularse y socializar online con otros jugadores".
- Factor psicológico. "Hace referencia principalmente a cómo las personas gestionan sus propias emociones y enfrentan los problemas: necesidad de evasión, etc.".
- Factor biológico. "Tiene que ver con ciertas vulnerabilidades biológicas, como sería el caso de la desregulación en la actividad de ciertas regiones cerebrales".
"Unos niveles de bienestar emocional e integración social adecuados son indispensables para evitar cualquier tipo de adicción", señala la Dra. Giner.
En el artículo "¿Cómo gestionamos el impacto de las nuevas tencologías", Josep Lluís Matalí y Elena Flores, psicólogos clínicos del Hospital Sant Joan de Déu, señalan que no todos los adolescentes tienen el mismo riesgo de padecer una adicción. Los factores que más aumentan el riesgo de desarrollar dependencia a los videojuegos o a las tecnologías digitales son los siguientes:
- Ser joven, cuanto más joven más riesgo.
- Inestabilidad afectiva, inseguridad y depresión.
- Baja autoestima.
- Personalidad de tipo inseguro, timidez extrema.
- Soledad.
- Presencia de algún déficit en el entorno familiar, como por ejemplo, baja supervisión y desconocimiento de las TIC.
videojuegos y riesgo de ludopatía
Los expertos alertan que los videojuegos que permiten comprar 'loot boxes' (cajas de botín, en castellano) podrían ser una puerta de entrarda a la ludopatía.
Las cajas de botín son ítems virtuales que producen recompensas aleatorias cuando son 'compradas', ya sea con horas de juego o pagando un importe real en dinero.
"Desde el punto de vista psicológico, hay similitudes entre la adicción a los juegos de azar y este tipo videojuegos, ya que alientan el hecho de gastar dinero en ítems que no son comprados en realidad, sino producto de un algoritmo informático", señala la psicóloga clínica Susana Jiménez, jefa de la Unidad de Juego Patológico y Adicciones Comportamentales del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) e investigadora del IDIBELL.
La incertidumbre y la excitación de comprar estas cajas de botín facilita la repetición del hábito de buscar la recompensa deseada. Como en los juegos de azar, el refuerzo positivo del premio tiene un patrón intermitente y variable (con un resultado desconocido), y cada vez se gasta más dinero en un intento de compensar lo invertido. Algunos autores argumentan que las cajas de botín pueden representar la transición de un uso de videojuegos saludable a un uso problemático, o incluso la transición a los juegos de azar, apuntan desde el Hospital Universitario de Bellvitge.
Cómo se trata la adicción a los videojuegos
El control y apoyo de los padres, así como la terapia psicológica, son básicos para evitar y tratar la adicción, pero cuando hay una base biológica muy marcada y lo anterior no funciona, tratamientos como la estimulación cerebral no invasiva han demostrado ser eficaces.
Esta técnica permite modular la excitabilidad de la corteza cerebral y modificar el patrón de funcionamiento de las regiones que no están funcionando correctamente, manteniendo así sus efectos a largo plazo y, por tanto, repercutiendo positivamente en el tratamiento de la adicción y la reducción de los síntomas.
El Instituto Brain 360 es pionero en España en la utilización de la neuromodulación para el tratamiento de las adicciones, los trastornos depresivos, así como para otras patologías psiquiátricas y neurológicas.
Antes de iniciar la neuroestimulación, se realiza un estudio neurofisiológico del paciente para detectar las áreas que no funcionan correctamente. Es un tratamiento no invasivo con escasos efectos adversos que se aplica de forma ambulatoria en sesiones de unos 45 minutos.