Los meniscos son dos fibrocartílagos con forma de media luna que actúan de amortiguadores entre el fémur y la tibia y dan estabilidad a la rodilla.
Las lesiones de menisco se encuentran entre las más frecuentes en las consultas de traumatología. Se producen entre 60-70 casos por cada 100.000 personas y un 70-80% de los casos afecta a hombres entre los 20-30 años de edad. Los casos en gente joven se relacionan con la práctica deportiva, mientras que en personas mayores se debe principalmente a una degeneración del menisco.
El especialista en ejercicio terapéutico Víctor Díaz nos da los detalles sobre este tipo de lesión y el ejercicio que conviene hacer o evitar.
Causas de la lesión de menisco
Los meniscos son dos fibrocartílagos con forma de media luna (menisco interno y externo), que actúan de amortiguadores entre el fémur y la tibia y proporcionan estabilidad a la rodilla. Su principal función es repartir las cargas sobre esta articulación.
Son los responsables de la transmisión de un 50% de la fuerza de la articulación de la rodilla cuando se encuentra en extensión y del 88% al 90% cuando la rodilla está en flexión.
Las lesiones de menisco normalmente se producen sin contacto directo. Los principales movimientos en los que se produce la lesión sin contacto son: giro con el pie apoyado, frenadas bruscas con una sola pierna y aterrizaje con rodillas en extensión.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo para sufrir una lesión de menisco son:
- La hiperlaxitud de los ligamentos de la zona.
- Una musculatura en baja forma, débil (hipotonía muscular).
- La obesidad.
- Desviación excesiva de las rodillas en varo (hacia fuera) o valgo (hacia dentro, en forma de X).
- Los esfuerzos bruscos que contribuyen a la lesión de menisco.
- Los cambios degenerativos.
Síntomas de una lesión de menisco
Las siguientes señales son características de una lesión de menisco y pueden ayudar a identificarla:
- Chasquido y dolor en la zona meniscal en el momento que se produce la lesión.
- Inflamación de la rodilla.
- Bloqueo de la articulación.
- Dolor al realizar los movimientos de flexión y extensión, especialmente en el rango final del movimiento.
- Dificultad para moverse después de permanecer sentado durante un tiempo prolongado.
Tipos de lesiones de menisco
A grandes rasgos, las lesiones de menisco podrían dividirse en dos grandes bloques: las de menisco interno (zona media de la rodilla) y las de menisco externo (zona lateral). Y todas ellas pueden presentar diferentes tipos de rotura (radiales, verticales, horizontales, oblicuas y las llamadas pico de loro).
Cuándo se opera el menisco
Los meniscos son estructuras vascularizadas (con vasos que permiten el riego sanguíneo) parcialmente. El tercio interno se convierte en zona sin vasos sanguíneos a los 9 meses de vida.
Cuando la lesión se sitúa en una zona sin vascularizar es necesario realizar una meniscectomía parcial. El principal objetivo de esta intervención es conservar la mayor parte posible del menisco, retirando solo los fragmentos inestables.
Tras la intervención, el paciente sufre dolor e inflamación, pérdida del rango de movimiento (ROM) y disminución de la fuerza del cuádriceps. Por tanto, los principales objetivos tras la meniscectomía serán el control de dolor y la inflamación asociada a la cirugía, mantener el ROM, restaurar la función muscular y recuperar la coordinación neuromuscular.
Sin embargo, actualmente existe un amplio abanico de posibilidades terapéuticas. La elección de un determinado tratamiento depende del tipo de rotura. No todas las lesiones de menisco requieren cirugía y en muchas ocasiones se opta por el tratamiento conservador, basado en terapias rehabilitadoras y físicas, junto a ejercicios progresivos de acondicionamiento para estabilizar la rodilla.
Qué ejercicio puedo practicar y cuál conviene evitar
Realizar actividades como nadar, bicicleta, elíptica y ejercicios de fuerza y propiocepción te permitirán aumentar la fuerza muscular y mejorar el control motor, evitando grandes cargas e impactos y situaciones de compresión y giros.
Incorporar actividades que demanden impactos de manera repetida, como la carrera, depende de diversos factores y se debe individualizar en cada caso.
No hay que olvidar que en muchas ocasiones, estas lesiones se han producido con deportes de impacto repetitivo, como correr o saltar, o con aquellas actividades que implican giros, cambios de direcciones y caídas con giro o inestables, por lo que evitar o moderar la práctica de este tipo de deportes ayuda a evitar que se agrave la lesión.
Además, en pacientes que han sido intervenidos quirúrgicamente y se ha retirado superficie meniscal, es recomendable disminuir los deportes de impacto (como la carrera de larga distancia) ya que la capacidad amortiguadora del menisco parcialmente resecado disminuye.
En cualquier caso, es importante estar preparado para correr o impactar. Por este motivo, recuperar la estabilidad de la rodilla así como la fuerza y función de la musculatura periférica será la prioridad de cualquier programa de recuperación antes de comenzar a introducir actividades de impacto.
Como hemos visto, cada lesión meniscal puede ser distinta y es fundamental la prescripción de ejercicio de manera individualizada y supervisión por parte de un profesional de la actividad física y el ejercicio para minimizar riesgos, garantizar una adecuada progresión y gestión de las cargas y recuperar la funcionalidad.