El miedo de Steve Jobs (de nombre impronunciable) que cambió el mundo

Puede que no te suene de nada, pero este trastorno ha modificado nuestras vidas. La razón es que Steve Jobs fue uno de los que la padecieron y forjó muchos cambios que hoy son muy habituales.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

STEVE JOBS

Steve Jobs padecía este curioso trastorno.

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Si estás leyendo este artículo desde una tableta o el móvil, pasando el dedo por la pantalla, puede que tengas que agradecérselo a la koumponofobia. Este extraño trastorno psicológico supone tener un miedo irracional a los botones.

No está entre los miedos más comunes. No es comparable, por ejemplo, al miedo a las arañas o a volar, que están entre los más extendidos. Se calcula que hay un caso de koumpounofobia por casa 75.000 personas.

No obstante, destaca porque personajes tan populares como la cantante Alaska lo sufren. También el fundador de Apple, Steve Jobs, lo padecía. Y justamente eso explica en parte no solo su insistencia por obviar las camisas y vestir sobre todo jerséis de cuello de cisne, sino que tuviera tanto interés por diseñar dispositivos que se manejaban al tacto sin necesidad de teclas.

En qué consiste la koumpounofobia

Se trata de un tipo de fobia. Las fobias, en general, son un miedo psicológico irracional ante una situación, un objeto o un animal. La clave para saber que estamos ante un trastorno clínico es que ese miedo es intenso y no responde a la lógica de la realidad. Es decir, ese miedo crea un estado de ansiedad o de asco que puede ser tan fuerte que llegue a afectar a nuestra calidad de vida.

Tener miedo a los tigres no es una fobia, es de lógica. Tener miedo a los espacios cerrados, como es el caso de la claustrofobia, sí puede ser un problema en nuestro día a día, aunque el resto de población llegue a comprenderlo dado que el miedo a quedarse atrapado afecta de algún modo a casi todos.

BOTONES

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Por eso resulta especialmente llamativo cuando el rechazo es hacia un objeto en apariencia inofensivo como un botón de la ropa. Y sin embargo, es posible. Las personas que padecen koumponofobia no pueden soportar llevar prendas que tengan que abrocharse o que estén decoradas con botones.

La reacción es de asco e incomodidad. Como en toda fobia, hay grados. Alaska ha reconocido que no puede ni hablar del tema sin que le entren arcadas. En el caso de Steve Jobs su obsesión le llevaba también a detestar cualquier utensilio que tuviera mandos circulares semejantes a los botones.

Cómo se tratan las fobias

El tratamiento de este miedo a los botones es el mismo que en otros tipos de fobia. Se trata con psicoterapia; es decir, intentar ayudar al paciente a que asuma que su miedo es irracional. Y al mismo tiempo, darle herramientas para manejar la ansiedad que le provoca.

Esto puede hacerse de diversas maneras. Lo habitual, como si se tratara de una alergia, es la terapia de exposición. Hacerle interactuar poco a poco y en condiciones controladas con el objeto o la situación que provoca la fobia.

Para el control de la ansiedad se recomiendan técnicas de mindfulness (atención plena), de respiración y relajación.

En los casos más serios, y como tratamiento puntual, se puede optar por recetar medicamentos ansiolíticos, como las bezodiacepinas, que son sedantes, y los betabloqueantes que, como indica su nombre indica, bloquean hormonas excitantes, como la adrenalina.

Por qué aparecen este tipo de fobias

Las fobias pueden tener una base hasta cierto punto lógica. El miedo a volar, por ejemplo, o a las alturas. Se basa en la sensación de falta de control sobre el entorno. Eso dispara nuestro sistema de alerta más primitivo.

Los que saben manejar la situación, racionalizan el momento: los riesgos reales de que caiga un avión, por ejemplo, son muy inferiores a que te atropelle un coche. Es un cálculo que las personas que padecen una fobia no son capaces de hacer, por desconocimiento o por falta de recursos para asimilarlo.

Fobia a objetos inofensivos

Las fobias frente a objetos en apariencia inocuos, como los botones, son más difíciles de establecer.

  • Una de las hipótesis es que están relacionados con experiencias negativas del pasado muchas veces inconscientes.
  • También se apunta una predisposición genética a este tipo de pensamientos o a una presión en el ambiente social en el que se ha vivido.