Esta es la razón por la que muchas cosas que crees que necesitas no te hacen más feliz

Dormitorios que parecían un museo, servicio doméstico para cualquier cosa, tres de los mejores chefs del mundo asesoraban al servicio de cocina, una ubicación única… Y no he visto a una persona más sola y triste. Solo se animaba al hablarme de sus famosos amigos o de sus logros profesionales.

Desde entonces, no he dejado de querer ganar mucho dinero para comprarme cosas, pero he tenido muy claro que cuando las tenga querré más. A todo nos acostumbramos. Es algo que oyes y de lo que se bromea: el dinero no da la felicidad pero ayuda a pagarla. Lo que la ciencia ha mostrado es que esa felicidad basada exclusivamente en lo material es un espejismo.

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Por qué no lo necesitas pero crees que sí

“La mayoría de las cosas que creemos que necesitamos para ser felices ni las necesitamos ni nos harán felices”, asegura la doctora en Psicóloga María Rufino. No lo sabes hasta que no lo tienes. Haz la prueba con algo que querías mucho y que sí has conseguido. Un coche, un vestido, una joya. ¿Eres mucho más feliz desde que lo tienes?

La psicología no dice que no vayas a estar más contento por haberlo conseguido. Lo que dice es que esa alegría no está en el objeto. En todo caso es un camino hacia otro tipo de felicidad: quizá el coche es una vía para viajar, tener experiencias gratificantes con otras personas. Si piensas solo en el coche, pronto habrá otro más grande y más moderno que se convertirá en objeto de deseo.

Las cosas que creemos que necesitamos lo único que consiguen es “aumentar un sentimiento de insatisfacción permanente el cual nos seguirá impulsando a buscar la felicidad en una dirección equivocada”, explicaba la psicóloga Rufino en un artículo de La Vanguardia.

Una búsqueda que lo que hace es que cuanto más nos obsesionamos por conseguir la felicidad a través de los objetos más nos vamos alejando de ella. Siempre habrá una falta de plenitud.

Practícalos

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Qué necesitas de verdad para ser feliz

Se cree que fue San Agustín de Hipona quien dijo la famosa frase: “No es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita”. En todo caso, es una reflexión que abrazan muchos pensamientos filosóficos no solo del cristianismo, sino de todo el mundo.

Lo que ha pasado es que hemos creado una sociedad que se basa en el consumo, así que no podemos no querer cosas. Todo el engranaje económico y cultural va destinado mayoritariamente a hacernos sentir necesidad de tener o renovar lo que ya tenemos.

Lo que te puede traer la felicidad es algo tan sencillo y a la vez tan complicado como cambiar la perspectiva. Hay varias formas de hacerlo:

• Aprecia lo que tienes. No te concentres en lo que te falta, sino en agradecer lo que ya tienes. La felicidad de lo material desaparece rápido. Si ponemos gratitud en lo conseguido, cambia el foco. “La gratitud es el antídoto que contrarresta los efectos nocivos de una felicidad basada en el consumo”, asegura María Rufino. Agradece la vida, la familia, la amistad. Te ayudará a sentir que ya tienes mucho.
• Céntrate en las cosas importantes. Son cosas para las que necesitas dinero, pero quizás no tanto como crees. El psicólogo Abraham Maslow las enumeró por importancia: necesidades fisiológicas (comer, dormir, sexualidad) y necesidades de seguridad (casa, estabilidad).
• Cultiva las relaciones. Maslow dice que, una vez satisfechas las necesidades más físicas, lo siguiente en importancia son las necesidades sociales. Hay numerosas investigaciones que han probado que son estas relaciones las que aportan verdadera felicidad. La amistad, el amor, el sentido de pertenencia a una comunidad.

Ponlos en práctica

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Un camino hacia una mayor felicidad

Todos estos estudios psicológicos confirman que las culturas orientales más orientadas a la experiencia y autoconocimiento y menos a los logros materiales tienen razón. La cultura occidental tuvo un curioso cambio de perspectiva. El cristianismo pregonaba también dejar de lado lo material. Ha sido luego en diversas reinterpretaciones que se ha desplazado el foco hacia la obtención de riqueza como algo no solo positivo sino encomiable.

Fíjate que el psicólogo Maslow sitúa los logros de autorrealización, las experiencias vivenciales como lo más importante, una vez se han conseguido llenar las necesidades físicas y de seguridad. Esas experiencias son la cúspide de la felicidad. El sentirse querido, apreciado profesionalmente es más importante que si ese trabajo te da mucha o poca riqueza.

Por eso hay tantísima gente inteligente trabajando en cosas que le llenan, como puede ser la investigación científica, y cobrando un sueldo muy por debajo de lo que en teoría le permitirían sus capacidades.

Al final, buscando la felicidad podremos llegar a ver que esta se encuentra en las cosas pequeñas o en una amistad que no hay dinero que la pague.