La ansiedad, el estrés y la ira tienen en común que durante miles de años ayudaron a los seres humanos a sobrevivir en la vida salvaje. Unas condiciones muy diferentes a las que tenemos hoy. A pesar de ello, este tipo de reacciones siguen siendo una constante de nuestra vida y cada día más estudios establecen que es una constante que lo que hace es ayudar a acortar los años de vida en lugar de alargarlos.
Lo ha puesto de manifiesto la doctora estadounidense Gladys McGarey, que ha sido una de las especialistas que más se ha involucrado en destacar el impacto que pueden tener el estrés y las emociones negativas en nuestra salud. Fue la cofundadora de la Asociación Americana de la Medicina Holística. Y a sus 103 años, es toda una institución que ha demostrado hasta qué punto sus enseñanzas sobre la longevidad son útiles.
En un artículo destacaba precisamente lo primero que hacen las personas más longevas que ha conocido para ser felices y no dar vueltas a las malas experiencias pasadas. Ella lo consigue con lo que ha denominado el ejercicio del puño cerrado.
La importancia de no quedarte con lo triste
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La doctora McGarey explicaba que es importante ser capaces de deshacernos de recuerdos y experiencias que ya no nos sirven. Eso es lo hacen todas las personas que, como ella, han conseguido mantener una vida sana y feliz, bases fundamentales para que además sea una vida larga.
La vida es muy corta para quedarse enfrascado en los mismos problemas, en cosas que ya no podemos solucionar y seguir dándoles vueltas. Te roba energía mental. Hay que mirar hacia el futuro. “El hábito que me ha traído salud y felicidad a lo largo de todos estos años ha sido la capacidad de construir cosas nuevas cada vez, ya sea una relación, unos estudios o iniciar un proyecto”, explicaba.
Fue su madre la que le enseñó la manera de dejar marchar las cosas que le molestaban y enfocar su vida y su mente hacia lo que de verdad importa. Básicamente lo que hacía era simular que cogía el problema con la mano, lo soltaba y decía: “No importa”.
Puede parecer una tontería y no lo es en absoluto. Hay estudios científicos que avalan la teoría que hay detrás de ese gesto. La doctora McGarey ha estado utilizando este método durante años. Pese a que la experiencia de una sola persona no demuestra nada, es significativo que tanto ella como su madre han tenido vidas largas y prósperas.
“Ahora que el gesto se ha vuelto consciente, me dos cuenta de lo que hay detrás: un gran empoderamiento en saber que cada vez que noto que algo intenta atraparme, puedo elegir si lo acepto”, explicaba.
Cómo practicar el ejercicio del puño
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En sus años de experiencia, esta doctora ha ido perfeccionando el ejercicio del puño cerrado para que sea lo más eficaz posible. Estos son los pasos que recomienda dar para dejar ir las cosas que te roban energía mental y física:
- Identifica que tienes atascado en tu vida. Puede ser una amistad tóxica, un pensamiento negativo recurrente, un resentimiento, un error pasado, etc. Hay que identificar eso que te deja.
- Levántate y muévete. La doctora recomienda poner música alegre si caminas por casa o salir y caminar por el barrio. “Deja que tu muevo se suelte e incluso te puedes permitir bailar un poco”.
- Imagina que sostienes el problema. Levanta la mano suavemente frete a ti con la mano hacia arriba. Cierra el puño como si cogieras el problema. Siente la tensión de tu puño apretando tu mano.
- Déjalo ir. Baja la mano lentamente y extiéndela frente a ti, y deja caer el problema abriendo los dedos y separándolos ligeramente. “Puedes pensar o decir en voz alta palabras que sean significativas para ti como, por ejemplo, ‘no importa’”, aconseja.
Una vez hayas hecho el ejercicio, tómate un momento para apreciar el flujo de la vida que se mueve a través tuyo.
La base científica de este ejercicio
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Hay varios estudios de psicología que apoyan este tipo de acciones para ayudarnos a lidiar con nuestros pensamientos recurrentes más negativos. Uno de los más recientes los llevó a cabo un equipo de investigadores de la Universidad de Nagoya, en Japón.
Investigaron otra técnica de la cultura nipona muy parecida. Se trata de escribir aquello que te atosiga o reconcome en un papel y después arrugarlo y tirarlo o quemarlo.
Este tipo de técnicas demostraron con un experimento científico que efectivamente ayudan a liberar el estrés emocional y reducir la ira.
Si conservamos la ira y el estrés de una manera crónica o muy frecuente, nuestro organismo crea continuamente adrenalina y cortisol, entre otras hormonas del estrés, que nos acaban afectando física y mentalmente.
Las personas, que como la doctora McGarey se toman la vida con más filosofía, tranquilidad y buen humor juegan las cartas de la salud y la longevidad.