Los principios de la filosofía zen que sigue el psiquiatra de Harvard Robert Waldinger para ser feliz

Uno de los mayores expertos en felicidad y longevidad, el psiquiatra Robert Waldinger, se aplica algunos de sus descubrimientos. La meditación, a través de la filosofía zen, es uno de sus hábitos más preciados. El profesor de Harvard explica por qué.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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El Estudio de Desarrollo Adulto, dirigido por la Universidad de Harvard, es uno de los proyectos más ambiciosos e interesantes que se ha realizado sobre salud, bienestar y longevidad. Este estudio lleva más de 80 años siguiendo a una serie de personas desde su juventud para observar qué factores han hecho que tengan mejor o peor calidad de vida.

El estudio, que ha ido añadiendo nuevas generaciones a los voluntarios iniciales, ha revelado, por ejemplo, el valor de las relaciones sociales y familiares para tener una vida feliz y larga. El estudio ha tenido varios directores. El último es el doctor Robert Waldinger, que se ha convertido en un ferviente seguidor de los descubrimientos que ha logrado esta investigación.

Cuando se le pregunta por sus hábitos, este psiquiatra destaca la importancia de la práctica del zen como un camino hacia la felicidad y el bienestar.

Los motivos para practicar zen

Waldinger es hoy un maestro zen y dirige un grupo semanal. El zen es una forma de budismo que enfatiza la meditación y la atención plena. El doctor se inició en esta filosofía a los 30 años y se ha mantenido fiel a su práctica diaria. “Mi esposa lo llama mi gran pasatiempo”, ha explicado. Dedica 25 minutos al día a meditar.

En sus discursos, el doctor Waldinger ha resaltado cómo la adopción de principios zen puede transformar nuestra percepción y mejorar nuestra calidad de vida en general. Sin embargo, puntualiza que del famoso estudio que dirige no se extrae que el zen dé la felicidad.

Ni la religión ni la espiritualidad hacen a las personas más propensas a ser felices. Otros estudios no relacionados directamente con el de Harvard sí apuntan que las personas espirituales son más longevas.

Lo que sí se ha visto en Harvard es que en la fe se halla un consuelo en los momentos de estrés y de temor. El estrés no es una emoción positiva. Puede ser útil en un momento determinado, pero si es crónico puede tener repercusiones en la salud.

Lo que la tradición zen enseña es que la contemplación nos ayuda a mantener los pies en la tierra y a enfocarnos en lo que realmente importa en la vida”, ha dicho el doctor Waldinger.

Qué aporta la filosofía zen a la felicidad

La filosofía zen se basa en la idea de vivir el momento presente y en aceptar las cosas tal y como son. Es una muy buena herramienta de resiliencia. Los principios del zen pueden ser aplicados en la vida diaria para fomentar la felicidad.

Tal como destaca el estudio de Harvard, las relaciones sociales son fundamentales para esta felicidad. Pues bien, según expone el doctor Waldinger, invertir en una relación es poner atención plena. “Como practicante zen, lo que noto es que cuando ofrecemos toda nuestra atención nos sentimos más conectados unos a otros”, ha explicado.

Obtienes más beneficios y más plenitud en la relación ya sea con amigos como con compañeros de trabajo. En ambas parcelas de tu vida, privada y laboral, mejora la relación y el bienestar.

Es importante integrar los principios zen en nuestras rutinas. Esto puede incluir además de la práctica diaria de meditación, reflexionar más sobre nuestros pensamientos y emociones y la búsqueda de momentos de calma y silencio para conectar con nuestro ser interior.

Los practicantes señalan que encuentran una mayor satisfacción y plenitud en las experiencias y en la manera de percibir el mundo.

Otros beneficios del zen

La práctica del zen ha demostrado científicamente tener beneficios también en la salud, en general. Hay menos riesgo de enfermedades crónicas, como los problemas cardiovasculares, gracias a la práctica de la meditación y relajación.

Beneficia la salud mental dado que propone auto observar nuestros pensamientos sin juzgarlos. Esto ayuda a reducir la rumiación mental (el estar todo el rato dando vueltas a los temas que ya no tienen solución y sin sacar conclusiones), mejora la concentración, la claridad mental y la calma.

Te ofrece vías de escape en situaciones vitales muy concretas. Por ejemplo, al doctor Waldinger le sirvió cuando llega el momento del nido vacío. “Cuando mis hijos crecieron y se marcharon, me di cuenta de que podría trabajar sin parar y que mis relaciones no irían bien -explicaba-. Empecé a prestar más atención a mis amigos.”

Tener una filosofía de vida como el zen, un hábito que le permitía centrarse en sus relaciones de amistad le ayudó a compensar las pérdidas que sentía por el otro lado ahora que sus hijos no le reclamaban. Le permitió volver a equilibrar su vida.