La psicología tiene aplicaciones en muchos ámbitos. Sabemos que puede ser una buena herramienta de apoyo en la salud mental. Pero sus investigaciones van mucho más allá. Los análisis del comportamiento han servido desde hace décadas para asesorar a empresas en la contratación de personal, los hábitos del consumidor y la mejora de las ventas.
Los psicólogos también pueden aportar valiosa ayuda a la hora de mejorar nuestra imagen al presentarnos a los demás, al dar un discurso y en otros aspectos de nuestra vida. En el contacto personal ofrecemos y recibimos un montón de información no verbal, de la que a veces no somos ni conscientes.
La psicología nos puede ayudar a interpretar las reacciones a nuestra mirada.
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Comprender ese lenguaje inconsciente nos puede ayudar a conocer mejor a nuestro interlocutor o influir más en él. Es lo que nos explica la psicóloga Sílvia Severino. Esta experta comparte algunos trucos para que la psicología juegue a tu favor al relacionarte con otra persona.
Qué pasa cuando miras al otro
Uno de los aspectos más interesantes de la comunicación no verbal es el contacto visual. Es algo que se está perdiendo al priorizar la comunicación por internet y mensajes de voz o de texto. Al mirar a la otra persona a la cara, provocamos una relación más estrecha.
Aunque, cuidado, si esa mirada es muy intensa y fija, puede llegar a ser intimidante para el otro. Que la vea como una amenaza. Su reacción nos puede dar pistas.
“Si haces contacto visual fijo con una persona y esa persona desvía los ojos hacia abajo, significa que esa persona se ha sentido intimidada por ti”, confirma la psicóloga Severino en un reciente vídeo.
Si lo que pretendías es imponerte, lo has conseguido. Si lo que quieres es una comunicación de iguales, has de mantener un contacto visual más discontinuo. Bajar algo los ojos de vez en cuando o desviar a veces la mirada a otro punto puede ayudar a que se sienta más cómoda.
Otras maneras de persuadir
Sílvia Severino nos ofrece otros trucos psicológicos para mantener controlada la conversación. Por ejemplo, si queremos que haya un acercamiento más estrecho, con contacto físico, propone ir gradualmente:
“Empieza tocando un segundo -dice-. Después alargas dos o tres segundos, y después quitas la mano unos cinco segundos. Y así avanzas hasta que puedas acercarte o abrazar a esa persona.” No olvides que la distancia excesiva se asocia a incomodidad o frialdad ante el otro. El acercamiento bien planteado siempre es una baza a favor.
La entonación también puede servirte para ganarte a tu audiencia. “Si hablas en un tono más bajo, hará que tu voz suene más seductora”, apunta Severino.
Si te quieres ver más atractivo, lo que aconseja también es que te pongas en una posición de autoridad. Eso se consigue, por ejemplo, quedándote delante de la persona y no cruces los brazos. Cruzar los brazos es una señal de confrontación, de rechazo de lo que te dice el otro, pero no de autoridad.
Otras 3 señales no verbales importantes
Las maneras en que podemos decir cosas con el cuerpo no se acaban aquí ni mucho menos. El análisis del lenguaje no verbal abarca varios capítulos de la psicología. Se han escrito diversos libros al respecto. Sí te dejamos algunos de los consejos que te pueden ser más útiles:
1. La postura del cuerpo
Mantener el cuerpo erguido es señal de autoestima y seguridad. Por el contrario, si te encoges muestras sumisión, inseguridad. Mientras que si lo inclinas para adelante, puedes ayudar a mostrar interés o compromiso con lo que se dice.
2. Las manos
La gestualidad de las manos es todo un mundo. Si hablamos con las palmas visibles, manos abiertas, se asume como actitud sincera y abierta. Si tenemos un objeto con el que jugamos, como un bolígrafo o un anillo, se interpretará como nerviosismo o distracción.
3. La sonrisa
Nada mejor que una sonrisa para predisponer bien a tu audiencia. Esa sonrisa ha de ser genuina, con toda la cara y achinando los ojos. La sonrisa de rictus, forzada, no solo se ve falsa, sino que incluso se puede asumir como malévola. En las películas, la utilizan para crear antipatía hacia el malo.