En la historia de la ciencia médica no es habitual, pero tampoco excepcional, encontrar medicamentos que fueron investigados y pensados para una enfermedad y que han resultado tanto o más útiles para otra. El último caso más llamativo es el de Ozempic y otros fármacos similares. Era un tratamiento desarrollado para la diabetes tipo 2 y que luego se descubrió que también ayuda a perder peso.
Algo similar ocurrió con la Viagra, investigada inicialmente como tratamiento contra la hipertensión y la angina de pecho. O el Minoxidil, un medicamento también para la hipertensión y que los pacientes descubrieron como efecto secundario que les crecía más el cabello. Por eso, la vida de los fármacos no se acaba en su comercialización. Se sigue investigando y analizando posibles efectos secundarios, efectos que no siempre son negativos.
Científicos del Instituto de investigación Biomédica de Bellvitge (en Barcelona) han estudiado el nuevo potencial de otro medicamento, el Denosumab, un tratamiento contra la osteoporosis. Estos investigadores han demostrado en un ensayo clínico su posible aplicación en cáncer de mama.
El nuevo rol del Denosumab
El estudio de la acción del Denosumab en el tratamiento del cáncer no es casual. Este fármaco se viene utilizando desde hace tiempo para prevenir el deterioro de los huesos que puede provocar la metástasis de un tumor. Y así se vio que podía potenciar las defensas.
Se puso en marcha un ensayo clínico, en colaboración con el Institut Català de Oncologia (ICO), que ha confirmado esta respuesta antitumoral del Denosumab. No lo hace atacando directamente el tumor, sino potenciando la respuesta inmune. Aumenta el número de células inmunitarias que se infiltran en el tumor y combaten el cáncer.
En el ensayo participaron 60 mujeres con cáncer de mama en una fase inicial y acabadas de diagnosticar. Aún no habían iniciado ningún tratamiento. Todas estaban pendientes de operarse para extirpar el tumor.
A algunas de las voluntarias se les administraron dosis de Denosumab y otras siguieron los protocolos habituales para actuar como grupo de comparación. Semanas después se compararon las muestras sanguíneas.
El medicamento no redujo directamente las células cancerosas, pero sí permitió que hubiera más células defensivas actuando, lo que abre nuevas esperanzas de tratamiento. Este aumento se observó en todos los tipos de tumores de mama evaluados.
La inmunoterapia es la gran esperanza
Este medicamento se puede sumar a la estrategia más esperanzadora que se está produciendo en la lucha contra el cáncer: la inmunoterapia. Es decir, conseguir que nuestras defensas sean las que se encarguen de reconocer y atacar las células malignas. Ese ha sido desde hace años uno de los retos. ¿Cómo las células tumorales se escapan al sistema inmune?
La inmunoterapia está dando buenos resultados, aunque con desigual suerte según los tipos de cáncer. Es más efectiva en los tumores que no están localizados en un órgano concreto, por ejemplo, la leucemia o los linfomas, que afectan a la sangre y a la linfa. En los tumores más comunes, como el de pulmón o el de colon, los resultados son más discretos.
En el cáncer de mama la inmunoterapia también da resultados desiguales. Uno de los tumores con respuesta más baja es en el que se conoce como luminal tipo B. La buena noticia es que es precisamente en este tipo de cáncer de mama donde el Denosumab consigue mejores resultados.
Ahora los investigadores se afanan en descubrir los mecanismos por los que este medicamento consigue aumentar la respuesta inmune.
Cómo actúa este medicamento en el cuerpo
El Denosumab actúa interfiriendo en el metabolismo de los huesos. Hay un par de proteínas, la RANK y RANKL, que participan en este metabolismo óseo y el medicamento las frena.
Estas mismas proteínas intervienen para que hormonas como la progesterona envíen señales para el correcto desarrollo de la glándula mamaria. Cuando estas proteínas RANK fallan se corre el riesgo de perder el control sobre las células mamarias. Las células se empiezan a reproducir de manera descontrolada y provocan el cáncer.
Por eso estos científicos, dirigidos por la doctora Eva González-Suárez, también estudian si al inhibir con el Denosumab las proteínas RANK y RANKL se puede conseguir prevenir el inicio del cáncer de mama. Y si, ya se ha iniciado el tumor, hay una mejora del pronóstico.
Los primeros resultados no redujeron el tumor, pero los datos son esperanzadores y se ha de continuar investigando. “Es una estrategia prometedora porque este tipo de fármacos ya están aprobados y por tanto tienen un perfil de seguridad bien establecido”, apuntan los investigadores.