Tres técnicas avaladas por la ciencia para reducir el cortisol y ganar salud

Te proponemos estrategias y remedios rescate que te ayudarán a reducir el estrés incluso en momentos complicados.

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El estrés acaba dañando la salud si no le pones freno.

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Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

Sea cual sea el origen de tu estrés, debes saber que puede combatirse con herramientas sencillas que logran, en poco tiempo, devolverte esa paz interior tan necesaria para que cuerpo y mente funcionen a buen ritmo. “Normalmente, a nivel individual, creemos que no sufrimos estrés, o que lo controlamos bien, hasta que se nos escapa de las manos”, explica a Saber Vivir Koro Cantabrana, Directora del Instituto del Estrés y autora del libro Estrés encubierto. Evítalo con estrategias como las siguientes.

Imaginar lo peor puede liberarte

Este consejo es especialmente útil para personas que tienden a preocuparse incluso por pequeñas cosas. Lo que les inquieta acaba haciéndose cada vez más grande y estresante en su mente.

Pensar en todo lo que puede ir mal, incluso exagerándolo, puede ayudarte a frenar la cascada de catastrofismo. Y si te imaginas que le ocurre a otra persona, seguramente no lo verás tan grave. El simple hecho de permitirte fantasear con lo peor, distanciarse de ello y vencer a ese miedo con tu imaginación, puede tener un efecto liberador que ayude a serenarte.

Cambia tu discurso y háblate de otro modo. Cuando pienses en la situación, identifica y transforma los pensamientos negativos. "Reemplaza el ‘no voy a llegar’ o el ‘esto me supera’ por afirmaciones como ‘siempre encuentro una solución’ o ‘tengo las habilidades necesarias para enfrentar este desafío’. Hacerlo te empodera, aumentando tu capacidad para enfrentarte a los desafíos con más confianza y serenidad", recomienda la directora del Instituto del Estrés.

Centrar la atención en una sola cosa

En la sociedad en la que vivimos, hacer todo lo que nos proponemos parece una misión imposible. Y es que las nuevas tecnologías nos distraen continuamente, además de que seguramente las tareas autoimpuestas sean muchas. Sin embargo, cada vez son más las evidencias científicas que demuestran que el multitasking, hacer varias cosas a la vez, nos acaba estresando y, en realidad, no nos hace más productivos.

Practica la atención plena. Si te piden que no pienses en un elefante rosa, tu mente lo recreará de inmediato; en cambio, si te obligas a pensar solo en eso, aparecerán recuerdos y pensamientos de todo tipo que romperán tu concentración. Pero se puede entrenar con ejercicios de atención plena. La comida es una estupenda oportunidad para llevarlos a cabo: fíjate en la textura, el aroma, el sabor... de cada bocado (cerrar los ojos suele ayudar). También puedes aprovechar la ducha para notar la temperatura del agua, cómo las gotas caen sobre el cuerpo... Son ejercicios muy sencillos con actividades diarias que ayudan enormemente a romper con la dispersión y el consecuente estrés.

Si lo combinas con actividad física, es aún más eficaz. Lo han comprobado en la Universidad de Bath (Reino Unido), y parece ser que los ejercicios de atención plena justo antes de entrenarse ayudan a vencer la pereza y a convertir el deporte –una eficaz vía de escape antiestrés– en una rutina.

El orden externo calma lo interno

El desorden aumenta los niveles de cortisol, y es más fácil que aparezca el estrés. Vivir en una casa desordenada, además, favorece que nos sintamos más tristes e inseguros, y que nos cueste más reflexionar.

Dedica 10 o 15 minutos al día a ordenar, no más. No pretendas pasar del desorden al orden en una tarde porque te acabarás estresando aún más. Empieza poco a poco, ordenando un cajón, o la balda de un armario, y verás como paso a paso lograrás tu objetivo. Puedes aprovechar este rato para practicar la atención consciente.

Convertir el olfato en un aliado

Lavanda, mejorana, naranjo amargo, espliego... Sus aromas favorecen la relajación porque equilibran el sistema nervioso. No es sabiduría popular, lo dice la Ciencia. Uno de los estudios más recientes ha comprobado que usar esas esencias durante la resonancia magnética ayuda a reducir el estrés al someterse a esa prueba médica.

Las fragancias que percibimos tienen un enlace directo con el cerebro: los bulbos olfativos. Situados en la parte baja del órgano, justo encima de las fosas nasales, se encargan de que la información llegue rápidamente a su destino mediante impulsos nerviosos. Por eso, los aromas nos conectan tanto, y tan rápido, con sensaciones y emociones.

Buscar la risa en cualquier cosa

Para la prestigiosa Clínica Mayo, es una de las herramientas más poderosas frente al estrés. Gracias a la risa aumentan las endorfinas (la hormona del placer), nos oxigenamos mejor y liberamos la tensión física y mental.

Ver una serie divertida o un vídeo corto de tu humorista preferido es una forma sencilla de buscar esa carcajada tan liberadora y positiva.

Alivio inmediato en los momentos complicados

Hay momentos puntuales en los que podemos sentir que el estrés y la ansiedad nos superan, que ya no podemos más. Si te ocurre, prueba cualquiera de las siguientes estrategias rescate.

  • Refresca con agua fría tus muñecas y la zona detrás de las orejas. El contacto directo con el agua fría puede producir una sensación subjetiva de bienestar, de disminución del estrés y de relajación, informan desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Y aunque a largo plazo la sensación no se mantiene, como lo que se busca en estos momentos es recuperar la calma rápidamente, puede ser útil.
  • Cuenta hacia atrás desde 60. Al igual que en la cama contamos ovejitas para no pensar en que tenemos que dormirnos ya, cuando sientas que los nervios y la ansiedad te abruman, este ejercicio puede ayudarte a centrarte en otra cosa. Es mejor que lo hagas hacia atrás porque, al ser más difícil, requiere mayor concentración.
  • El poder del automasaje. Darte un masaje de 10 minutos en los laterales del cuello y los hombros, con el objetivo de relajar estas zonas en las que suele acumularse la tensión, provoca cambios en la frecuencia cardiaca que favorecen la relajación. Con estas caricias se activa el nervio vago, conectado al sistema parasimpático, que nos aporta calma.

 

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