Pensar que la felicidad está solo en la juventud es un falso mito. Esto confiesa el profesor Andrew Oswald, profesor de la Harvard Business School y experto en felicidad. Y es que muchas veces pensamos que solo podemos lograr la plenitud en los primeros años de nuestra vida, pero en realidad la feliciad tiene forma de U según demostró Oswald en un estudio publicado en 2008. ¿Y por qué? Pues porque existe una tendencia donde esta baja hasta llegar a su mínimo a los finales de los 40, y que vuelve a subir hasta más allá de los 70.
Guía de la felicidad
Así pues, la felicidad (puede) aumentar de forma exponencial en la segunda parte de la vida, pero no es tan fácil como parece. Oswald destaca que para poder conseguirlo es esencial un plan de hábitos y actitudes que nos ayuden a alcanzar aquello que todo el mundo persigue: la plenitud. From Strength to Strength: Finding Success, Happiness, and Deep Purpose in the Second Half of Life (2022) es el best seller del profesor donde podemos aprender estrategias para conseguirlo. El libro ya se ha convertido en una guía de referencia sobre la felicidad de medios como The New York Times para adquirir propósitos y significados vitales a medida que vamos envejeciendo. Pero, ¿cómo podemos conseguirlo?
ORIENTE: LAS CLAVEs DE LA FELICIDAD
No podemos conseguir la felicidad sin cambiar nuestra actitud. Como todo, esta es totalmente variable, y ser capaces de modificar la forma en la que comprendemos la vida será esencial para crear el cambio. Esto destaca el autor en el libro, donde pone el foco especialmente en la filosofía oriental sobre cómo se comprende y navega por la vida. Para esta, el desarrollo vital se basa en ir quitando capas -como el ego, lo que piensan los demás, la educación recibida...- durante el paso de los años para llegar a la vejez siendo quienes realmente somos. De esta forma, la vida se transforma en un camino presente, donde vivir poco a poco y aprender es el mayor éxito.
Contrariamente, en la filosofía occidental que nos rige, necesitamos conseguir todos nuestros objetivos a corto plazo, es decir, durante la juventud o primera etapa de la vida, para poder llegar al éxito. El problema viene cuando lo hemos conseguido y detrás de él, solo se asoma un precipicio vacío porque ya nos no queda nada por lograr. Así, sin propósito ni misión, el presente no es una opción, solo lo es el futuro.
Beethoven como ejemplo
Andrew Oswald pone como ejemplo a Beethoven para que comprendamos mejor el transcurso de la vida. El compositor, limitado por una incapacidad auditiva, consiguió la mayoría de sus piezas maestras en el final de su vida. Vivió una vida frustrada por su sordera, pero, tal y como cuenta el autor, esta le liberó de la presión y ruido de la sociedad para crear obras que han marcado la historia. Este caso solo es una muestra de cómo nuestras pérdidas vitales pueden llevarnos a conseguir grandes logros. Todo es la perspectiva en cómo enfocamos un conflicto. Si algo enseña la filosofía oriental, es que la pérdida solo es la creación de una nueva oportunidad. Brooks destaca que, desde hace tiempo, cada año tacha un objetivo en su lista de pendientes en la vida, en lugar de agregar nuevos.
Por ello, el profesor nos anima a vivir nuestra vida pausadamente, con propósito y calma, redefiniendo quién somos. Desear el éxito no nos lo traerá más rápido, solo si sabemos esperar y adaptarnos al cambio conseguiremos la preciada felicidad.