Una mujer semiarrodillada en una playa de Japón se agarra a una roca. Su cuerpo está sumergido hasta la cintura. Se llama Keiko y está dando a luz a su tercer hijo. El padre y los otros dos hijos observan de cerca. Es la escena de un vídeo que se ha hecho viral en las redes y que ha desatado la polémica entorno a la tendencia del free birth o parto libre en plena naturaleza y sin ayuda de profesionales.
Se trata de una opción muy minoritaria que no hay que confundir con el parto en casa, donde la madre cuenta con la asistencia de una comadrona y aún así entraña riesgos según los ginecólogos, o el parto al agua. Este último se realiza en piscinas tipo jacuzzi, aunque en los hospitales solo se usa para el periodo de dilatación pero no para el parto propiamente dicho porque se han producido casos de asfixia de bebés.
La Dra. Laura Cortés, ginecóloga de Women's Carmona Dexeus, explica a Saber Vivir que si muchas mujeres fueran realmente conscientes de los riesgos que conlleva una práctica como el parto en la playa no se les pasaría por la cabeza. "Hoy en día se ha hecho un gran esfuerzo para que el parto no esté tan medicalizado, pero los ginecólogos a veces tenemos la percepción de que se nos ve como un enemigo y no es así. La gente que aboga por el parto libre argumenta que así se ha parido toda la vida, pero también es cierto que la mortalidad era muy alta", advierte.
En la playa no hay control sobre el parto
"El principal problema de un parto en la playa es que no tienes ningún tipo de control sobre el parto, ni de lo que le ocurre al bebé ni de lo que le pasa a la madre. Solo cabe esperar que todo salga bien, podría haber un ginecólogo, una matrona o un fontanero que, más allá de acompañar a la madre, poco podrían hacer", subraya la Dra. Cortés.
"En un centro hospitalario, ante cualquier situación o imprevisto que le suceda al bebé o a la madre, existen medios para reaccionar, pero en una playa no hay nada", afirma.
Desde el primer momento que la mujer ingresa en un hospital porque va de parto, el bebé está monitorizado para controlar su frecuencia cardíaca.
Por tanto los médicos saben en cada minuto como responde el bebé a las contracciones. Por ejemplo, si la mujer hace un hipertono (se le contrae la barriga y no se relaja), disminuye el oxígeno que le llega al bebé porque es como si apretaras el cordón y la placenta.
Si a causa de ello el bebé sufre una bradicardia (le baja la frecuencia cardíaca), los médicos pueden actuar en consecuencia y poner a la madre de lado, darle oxígeno, relajantes uterinos...
Cuando ninguna de esas maniobras funciona, se puede practicar una cesárea de urgencia. "Si esto ocurre en la playa no puedes hacer nada de eso. Si el bebé sufre una bradicardia se muere, y este es solo un ejemplo de la cantidad de cosas que pueden pasar en un parto", señala la ginecóloga.
La Dra. Cortés asegura con rotundidad que hay una ignorancia respecto a todas las complicaciones que pueden haber en un parto, "si la gente fuera consciente de todas ellas probablemente no lo harían".
Riesgos para el bebé de parir en la playa
Como decíamos, si una mujer pare en la playa es imposible saber si el bebé está sufriendo una bradicardia y su vida corre peligro, o si la madre se está desgarrando hacia el ano o tiene un incontinencia fecal, señala la especialista.
"No sabes si el bebé lleva una vuelta de cordón umbilical. Y si la vuelta es en el cuello y está muy apretada, ya me dirás tú que haces si estás pariendo en la playa", apunta.
Tampoco sabes cómo viene el bebé. Puede estar girado o que la cabeza haya salido y los hombros no acaben de hacerlo. "En la playa es muy difícil realizar maniobras para ayudar a salir al bebé como rotar los hombros o incluso romper la clavícula del bebé en casos extremos porque si no se muere", aclara.
Los riesgos del agua del mar
Al margen de la falta de control sobre el parto, parir en el agua del mar conlleva unos riesgos adicionales por el medio en sí.
La temperatura del agua es uno de ellos, en especial para aquellos bebés a los que les cuesta adaptarse a una temperatura inferior a la del útero, por eso en el hospital se les abriga enseguida.
Parir en la playa conlleva también un mayor riesgo de infecciones porque, a pesar de ser agua salina, no existe un control sobre los microorganismos de esas aguas. Además, la madre puede defecar mientras pare y las heces entrar en contacto con el bebé al nacer.
Por otra parte, también hay riesgo de asfixia para el bebé, sobre todo si sale la cabezita y el resto del cuerpo tarda en salir.
De hecho, la doctora recuerda que en las maternidades de los hospitales existe la posibilidad se realizar la dilatación del parto dentro del agua, en una piscina tipo jacuzzi, porque en el agua caliente aumenta la relajación y se toleran mejor las contracciones; pero el parto está prohibido porque el médico no tiene forma de actuar, se pierde el control, y se han producido casos de asfixia de bebés.
"Hoy en día el parto está mucho más humanizado, se hace el piel con piel nada más nacer el bebé, se evitan episotomías, se cuida mucho a la madre... Hay una gran consciencia sobre ello, así que no le veo sentido a prácticas como el parto en la playa que lo único que pueden hacer es aumentar la mortalidad", concluye la Dra. Cortés.