Descubren por qué hay bebés que crecen poco en el útero

A medida que el feto crece necesita más alimento y los vasos sanguíneos de la placenta aumentan de tamaño para suministrarle más nutrientes. Pero en ocasiones esos vasos sanguíneos no crecen adecuadamente y el bebé no recibe suficiente alimento.

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Descubren por qué los niños pueden nacer con bajo peso
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Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud y nutrición

Entre 10% y un 15% de los bebés no crecen a un buen ritmo en el vientre materno y nacen con bajo peso.

El feto no recibe la cantidad suficiente de nutrientes a través de la placenta pero... ¿por qué ocurre esto? Investigadores de la Universidad de Cambrigde parecen haber descubierto la causa:

  • Los genes del heredados del padre y de la madre se "pelean" por la nutrición y ese estira y afloja es lo que impide que el feto se alimente correctamente. Parece que la "guerra de sexos" empieza ya en el útero.

Cómo se alimenta el feto

El feto se alimenta a través de los vasos sanguíneos de la placenta, un órgano especializado que contiene células tanto del bebé como de la madre.

  • A medida que el feto va creciendo, el tamaño de los vasos sanguíneos de la placenta va aumentando.

En los seres humanos, estos vasos sanguíneos se expanden muchísimo entre la mitad y el final del embarazo, alcanzando una longitud total de aproximadamente 320 kilómetros.

Pero, curiosamente, los bebés que no crecen bien en el útero también presentan un crecimiento reducido de los vasos sanguíneos de la placenta.

Detalles del estudio

Los investigadores de la Universidad de Cambrigde utilizaron ratones modificados genéticamente para demostrar cómo el feto produce una señal para estimular el crecimiento de los vasos sanguíneos de la placenta.

Esta misma señal es también la que permite el paso de más nutrientes de la madre al feto.

"A medida que crece en el útero, el feto necesita alimento de su madre, y los vasos sanguíneos saludables en la placenta son esenciales para ayudarlo a obtener la cantidad correcta de nutrientes que necesita", explica Dr. Ionel Sandovici, autor del estudio.

"Hemos identificado una forma que utiliza el feto para comunicarse con la placenta para impulsar la expansión correcta de estos vasos sanguíneos. Cuando esta comunicación se rompe, los vasos sanguíneos no se desarrollan correctamente y el bebé tendrá dificultades para obtener toda la comida necesita", añade.

Los investigadores descubrieron que el feto envía esta señal (conocida como IGF2) a la placenta a través del cordón umbilical.

En los seres humanos, los niveles de esta señal en el cordón umbilical aumentan progresivamente entre las 29 semanas de gestación y el final del embarazo:

  • Así pues, demasiado IGF2 se asocia con demasiado crecimiento del feto.
  • Mientras que poco IGF2 se relaciona con muy poco crecimiento.

Los bebés que son demasiado grandes o demasiado pequeños tienen más probabilidades de sufrir o incluso morir al nacer y tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes y problemas cardíacos en la edad adulta.

Guerra de sexos

Pero, ¿por qué esta señal clave (el IGF2) que debe enviar el feto a la placenta para que los vasos sanguíneos se expandan y recibir así más alimento se altera?

¿Qué la bloquea? El proceso es complejo pero las explicaciones del Dr. Miguel Constancia, también autor del estudio, ayudan a entenderlo:

  • "En nuestro estudio hemos visto que el gen del padre impulsa las demandas del feto de vasos sanguíneos más grandes y más nutrientes, mientras que el gen de la madre en la placenta intenta controlar la cantidad de alimento que proporciona. Se está produciendo un tira y afloja, una batalla de sexos a nivel del genoma".
  • "Una teoría es que los genes expresados ​​por el padre son egoístas. Quieren extraer la mayor cantidad de recursos posible de la madre. Pero los genes expresados ​​por la madre actúan como contramedidas para equilibrar estas demandas".

Y esa lucha de genes es la que impide que la señal de necesidad de alimento se produzca de la forma correcta.

Implicaciones del hallazgo

Los investigadores aseguran que sus hallazgos abren la puerta a desarrollar fármacos para normalizar o aumentar los niveles de IGF2, y conseguir así que los vasos de la placenta crezcan adecuadamente y el bebé se alimente bien.

Según la OMS, el retraso del crecimiento del feto y el bajo peso es una de las causas más importantes de mortalidad al nacer en el mundo, se asocia con un peor neurodesarrollo en la infancia, y con más problemas de salud metabólica y cardiovascular durante la edad adulta.