¿Se puede evitar un parto prematuro?

Si no existen problemas reales que eleven el riesgo, cuidarse y llevar una vida lo más tranquila posible puede ser suficiente para que un bebé nazca a su tiempo.

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¿Se puede evitar un parto prematuro?
Dra. Pilar de la Cueva
Dra. Pilar de la Cueva

Ginecóloga experta del Comité Técnico de la Estrategia de Atención al Parto

Nunca el seguimiento del embarazo había sido tan exhaustivo ni estado tan jalonado de pruebas médicas como hoy. Pero todo eso no ha impedido que la tasa de prematuridad en España se haya casi duplicado en los últimos 20 años, afectando en la actualidad al 9% de los partos.

Una realidad que plantea serios problemas sanitarios y para las familias. ¿Puede hacerse algo por prevenirlos? La causa no siempre se conoce, salvo en casos evidentes como los embarazos gemelares o cuando existe algún problema del útero.

Sin embargo, cada vez se presta más atención al papel que juega el estilo de vida de la mujer, ajetreado por su incorporación al mundo laboral: su nivel de estrés, la falta de descanso o la sobrecarga física o psíquica en el trabajo.

Problemas de inmadurez

Un bebé es considerado prematuro cuando nace antes de las 37 semanas de gestación (lo normal es alrededor de las 40 semanas).

Aun así, con 37 semanas, o incluso más, algunos bebés no están suficientemente maduros para nacer y presentan características que los hacen ser más vulnerables y proclives a sufrir problemas respiratorios o de adaptación, infecciones y enfermedades.

Por este motivo, cuando es necesario inducir un parto o programar una cesárea, se elige un día lo más cerca posible de la fecha del parto y, en general, se espera a que este se inicie de forma espontánea, salvo excepciones realmente justificadas en que una complicación haga necesario sacar al bebé antes de tiempo.

Reconocer los avisos

Hay mujeres que en algún momento de la segunda mitad del embarazo notan contracciones. En la mayoría de los casos no se trata de una verdadera amenaza, ya que el cuello del útero no se llega a abrir.

Suele tratarse de las contracciones llamadas “de entrenamiento” que se empiezan a notar en las últimas semanas de embarazo y que sirven para madurar poco a poco el cuello y el útero, preparándolos para el parto. Estas son contracciones suaves, indoloras y sin ritmo.

Si las contracciones son dolorosas, rítmicas y no paran en reposo, se debería acudir al centro médico

Pero cuando son dolorosas y rítmicas, y no se pasan con el reposo, sí es conveniente acudir a un centro médico. La decisión de medicar o no a la embarazada para evitar un parto prematuro dependerá del estado de la madre y el bebé, de cómo esté la bolsa de las aguas y de la longitud y forma del cuello del útero medido por ecografía.

Si el riesgo es elevado, porque la bolsa se ha roto y/o el cuello se ha dilatado, se valorará la posibilidad de ingresar a la embarazada en un centro especializado en atender a bebés prematuros.

Causas principales

En algunos casos, existen circunstancias que elevan el riesgo de que el parto se adelante.

  1. Embarazos gemelares o múltiples. La fecha probable de parto se sitúa un mes antes, especialmente cuando solo hay una placenta, porque puede llegar un momento en que esta no tenga la capacidad de abastecer a dos bebés por más tiempo. La gran distensión del útero también puede desencadenar el parto, así como la rotura prematura de la bolsa amniótica.
  2. Incompetencia del cuello del útero. Las fibras musculares que cierran el cuello del útero son potentes y mantienen el embarazo hasta el final, pero en algunas mujeres no tienen suficiente fuerza o están muy dilatadas. Esto se suele descubrir cuando se realizan pruebas después de haber tenido un bebé prematuro o abortos repetidos de más de tres meses. A veces también se descubre durante el embarazo y se puede medir con ecografía. Cuando se diagnostica una verdadera incompetencia cervical, el tratamiento consiste en poner una pequeña sutura en el cuello uterino al final del primer trimestre, que se retira hacia las 37 semanas.
  3. Exceso de trabajo, cansancio, estrés. Todavía no hay un reconocimiento social del “trabajo” que supone gestar a un bebé, y muchas embarazadas realizan jornadas interminables y agotadoras cuando suman su actividad profesional con las responsabilidades familiares. Para los profesionales, cada día es más evidente que la cifra ascendente de nacimientos prematuros está directamente relacionada con la actividad laboral y las dobles jornadas de las mujeres embarazadas. Por otra parte, la atención prenatal que pone el énfasis en todo lo que puede ir mal comporta, en muchas ocasiones, una preocupación y un estrés importantes para la gestante, con frecuencia innecesariamente, que también afecta al bebé.
  4. Infecciones urinarias. Una infección de orina persistente, sobre todo si alcanza al riñón, puede desencadenar contracciones del útero y, en algún caso, desembocar en un parto prematuro. Es conveniente detectarla y tratarla.
  5. Enfermedades de la madre. Hipertensión, diabetes complicada, alteraciones de tiroides, problemas cardiacos, infecciones pélvicas, malformaciones en el útero...
  6. Rotura prematura de las membranas amnióticas. La causa no siempre es evidente, pero se sabe que, a menudo, detrás de una rotura de bolsa puede haber una infección latente. El cuerpo es sabio y “obliga” al bebé a nacer antes de que pueda desarrollar una infección severa dentro del útero.
  7. Complicaciones del embarazo. En realidad, se trata de trastornos poco frecuentes: hidramnios (aumento excesivo del líquido amniótico), hemorragia placentaria, desprendimiento prematuro de placenta o retraso grave del crecimiento del bebé que precise sacarlo antes de tiempo.
  8. Inducciones de parto. Cuando la placenta no está funcionando bien, el bebé puede no recibir suficiente oxígeno o nutrientes. Es el caso de mujeres con preeclampsia severa, diabetes o hipertensión mal compensadas u otras enfermedades raras. En estas circunstancias, afortunadamente poco habituales, puede ser necesario inducir el parto. Otras circunstancias, como un desprendimiento de placenta o una hemorragia, pueden obligar a realizar un parto de urgencia o por cesárea. En estos casos, para el bebé es mejor nacer antes de tiempo que sufrir dentro del útero. Las inducciones por otros motivos se deberían evitar por los efectos adversos sobre su salud. No es lo mismo nacer a las 37 semanas que a las 40, o en la fecha en que el bebé intrauterino está definitivamente maduro y pone el parto en marcha.

En la consulta del médico

Si ya ha tenido un parto prematuro anteriormente, a la mujer se le harán controles con más frecuencia. Además, el médico la ayudará a cuidarse más, a reconocer las señales de amenaza de parto y a detectar problemas a tiempo

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Si fuera posible, también sería interesante una consulta previa al embarazo para comenzar la gestación en un óptimo estado de salud.

En caso de embarazo gemelar o múltiple, la necesidad de reducir el ritmo de vida y cuidarse desde el inicio de la gestación es todavía mayor.

Con un embarazo gemelar, reducir el ritmo de vida y cuidarse desde el principio es primordial

Si se necesita hacer un alto en el trabajo, no se deberían gastar las preciosas semanas de descanso maternal posparto –de por sí escasas en nuestro país– sino optar por una baja laboral.

Tu estilo de vida

Todo lo que le sucede a la madre, tanto física como emocionalmente, afecta de modo directo al bebé... pero las mujeres seguimos trabajando al mismo ritmo en la gestación. Y estamos obligadas a cuidarnos.

  • Conviene ir reduciendo la actividad, dormir un mínimo de ocho horas y hacer alguna pequeña siesta a lo largo del día.
  • Mantener el estrés bajo control es esencial. Las mujeres optimistas tienen menos partos prematuros, probablemente porque padecen menos estrés. Practicar yoga o alguna disciplina similar ayuda a aprender a relajarse conscientemente.
  • La alimentación es crucial. Es vital comer cada día verdura fresca y fruta, evitar las grasas saturadas y los azúcares refinados, tomar ácidos grasos omega-3 (nueces, semillas de calabaza) y los suplementos (yodo, ácido fólico) que aconseje el médico. Come menos y más a menudo.
  • El tabaco y el alcohol son muy perjudiciales para el bebé. Fumar envejece la placenta prematuramente y disminuye el aporte de oxígeno al bebé.
  • Gestar un nuevo ser es un trabajo a tiempo completo, que unido al trabajo profesional y el cuidado de la familia, puede suponer una gran sobrecarga física. Procura reconocer los signos de cansancio y concederte los respiros que puedas.

Señales que requieren atención

¿Podemos distinguir qué es normal y qué no durante la gestación? Es necesario acudir al médico de inmediato si notamos alguno de estos síntomas:

  • Contracciones uterinas que se repiten rítmicamente y en intervalos de menos de 30 minutos, con una intensidad creciente, dolorosas y que no ceden con el reposo. No se deben confundir con las contracciones normales de los últimos dos o tres meses –parecidas a un dolor de regla suave o indoloras–, que se producen de forma aislada o al realizar un esfuerzo físico como coger peso, subir escaleras o mantener relaciones sexuales. Son completamente normales: el útero “se entrena” y reacciona contrayéndose ante algunos estímulos; luego se relaja y no se vuelve a contraer.
  • Rotura de bolsa de aguas antes de estar a término. El líquido amniótico es transparente y fluido como el agua; es importante no confundirlo con las secreciones vaginales, que son más abundantes hacia el final del embarazo. Si se pierde líquido amniótico y es de color verde, se debe acudir al hospital sin demora.
  • Sangrado vaginal abundante. Puede deberse a un desprendimiento de placenta o tratarse de una hemorragia originada por una placenta previa, que ocluye total o parcialmente el orificio del cuello del útero. En este caso hay que acudir inmediatamente a urgencias. Si se ha expulsado moco teñido de sangre, se trata del tapón mucoso, que tapa el cuello del útero y se expulsa en las semanas o días anteriores al parto.