La contaminación se ha ganado a pulso un lugar prioritario entre los factores de riesgo externos que están detrás de las enfermedades cardiovasculares como lo son también el tabaco o las dietas ricas en grasas y azúcares.
De hecho, la contaminación ya causa más mortalidad cardiovascular que el colesterol alto, el sobrepeso o el sedentarismo, según datos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Una relación muy preocupante si tenemos en cuenta la altísima incidencia de las enfermedades cardiovasculares –son la primera causa de muerte en el mundo– y los elevados niveles de contaminación de nuestras ciudades.
Contaminación y enfermedad cardiovascular
"La enfermedad cardiovascular es extraordinariamente prevalente en las sociedades desarrolladas como la nuestra, causando más de 330 fallecimientos al día en nuestro país", señala el Dr. Ángel Cequier, presidente de la SEC.
- Y el 31% de las muertes cardiovasculares se podrían evitar si pudiéramos eliminar los contaminantes ambientales, según la Organización Mundial de la Salud.
La relación entre la polución y algunas enfermedades, como las respiratorias, es bien conocida, pero se habla mucho menos de su vínculo con la salud cardiovascular aunque los datos que facilita la SEC hablan por sí solos:
Tal es el peso de la contaminación en la enfermedad cardiovascular, que ya se considera el cuarto factor de riesgo causante de más mortalidad, solo por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación.
cuarto factor de riesgo cardiovascular
En la actualidad, señalan la Dra. Ana Navas-Acién, el tratamiento y prevención de la enfermedad cardiovascular se centra básicamente en el control de los factores de riesgo clásicos:
- Hipertensión.
- Colesterol elevado.
- Diabetes.
- Sedentarismo.
- Sobrepeso u obesidad.
- Tabaquismo.
A pesar del peso que tiene la contaminación en la patología cardiovascular, aún no se contempla como una pieza fundamental para la prevención como sí se hace con los factores anteriores. "Y empieza a ser urgente este cambio de paradigma", alerta la epidemióloga y profesora de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia en Nueva York.
"Las guías de práctica clínica deberían actualizarse e incluir las exposiciones ambientales como factores de riesgo para desarrollar estrategias de salud pública", subraya.
Cómo nos afectan los contaminantes
Las partículas contaminantes del aire penetran en nuestro organismo a través del tracto respiratorio, explican desde la SEC.
- Pasan muy fácilmente a la sangre traspasando los alveolos y de allí al resto de órganos y tejidos. También pueden pasar directamente al sistema nervioso a través del nervio olfativo.
Según la OMS, entre los compuestos químicos de mayor riesgo para la salud pública están, además de la polución del aire, el amianto, el arsénico, el benceno, el cadmio, la dioxina, el fluoruro, el mercurio, los pesticidas y el plomo.
- En el caso de la enfermedad cardiovascular, grandes estudios epidemiológicos muestran cómo el plomo, el cadmio y el arsénico, junto con la contaminación del aire con partículas finas –las más dañinas son las que tiene un diámetro de 2,5 micras o menos (≤ PM₂,₅)–, incluso por debajo de los límites establecidos legalmente, son especialmente perjudiciales para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular de origen ateroesclerótico, alerta la SEC.
¿Fármacos para los efectos de la contaminación?
De la misma manera que se elimina el colesterol del organismo, ya existen fármacos que eliminan metales pesados como el plomo y el cadmio a través de la orina y que son útiles en el tratamiento de la arterioscleorosis (formación de placa de ateroma en las arterias).
Un ensayo clínico financiado por Institutos de Salud de Estado Unidos ha demostrado la eficacia de estos fármacos:
- Para el análisis se hizo un seguimiento durante 55 meses a 1.708 pacientes cardiovasculares de Estados Unidos y Canadá. Se administraron 55.222 tratamientos, entre placebos y fármacos quelantes.
- Los investigadores observaron que se redujeron las muertes, los infartos y la revascularización coronaria entre los que tomaron estos fármacos. Los beneficios fueron todavía mayores en pacientes diabéticos.
Antes estos resultados, la Dra. Navas-Acién asegura que "deberíamos plantearnos incorporar a la práctica clínica habitual una nueva subdisciplina, la ‘Cardiología Ambiental’. Esta resulta fundamental para afrontar los retos ambientales y el cambio climático en el siglo XXI".
"El objetivo es claro: proteger y tratar a los pacientes y a la población de los efectos nocivos de la contaminación ambiental y, especialmente, a las poblaciones más vulnerables", concluye.
Ciudades demasiado contaminadas
El vínculo entre contaminación y enfermedad cardiovascular está más que demostrado, pero queda mucho camino por recorrer.
Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) analizó la mortalidad vinculada a la calidad del aire en ciudades europeas, y en España no salimos bien parados:
- Madrid encabeza el primer lugar en el ránking de mortalidad asociada a la contaminación por dióxido de nitrógeno, un gas tóxico producto del tránsito rodado. Y Barcelona ocupa el sexto lugar.