Unos niveles alto de omega 3 en sangre son un marcador de mayor esperanza de vida.
Los beneficios de los ácidos grasos omega 3 en la salud cardiovascular están ampliamente demostrados. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa del muerte en el mundo, por delante del cáncer.
Ahora, un estudio en el que ha participado el Hospital del Mar de Barcelona ha demostrado que aumentar solo un 1% la concentración de omega 3 en sangre ya se asocia con una reducción del riesgo de mortalidad similar a la de dejar de fumar.
Un beneficio que se consigue si en tu dieta incluyes pescado azul de forma habitual, una de las principales fuentes de omega 3. Pero no basta con asegurarte la dosis de omega 3. Este estudio ha demostrado que fumar anula el efecto positivo que tienen estas grasas saludables.
Los niveles de Omega 3 dan pistas sobre la esperanza de vida
En realidad, lo que han demostrado los investigadores no es el efecto protector de los omega 3, que ya se sabía. Las grasas omega 3 tienen una acción antiinflamatoria que aporta múltiples beneficios al organismo.
El valor de este estudio es que se ha descubierto que los niveles de omega 3 en sangre dan pistas muy fiables sobre la esperanza de vida de la persona, tan fiables como el tabaquismo.
Los investigadores han visto que los niveles de omega 3 en los eritrocitos de la sangre (los llamados glóbulos rojos) cumplen muy bien la función de predictores de riesgo de mortalidad.
Así, el estudio concluye que “tener unos niveles más altos de estos ácidos en sangre, como resultado de incluir pescado azul en la dieta regular, incrementa la esperanza de vida en casi cinco años”, señala el Dr. Aleix Sala-Vila, investigador postdoctoral del Grupo de investigación en Riesgo cardiovascular y nutrición del IMIM y firmante del trabajo.
Por contra, “ser fumador habitual te quita 4,7 años de vida, lo mismo que ganas si tienes niveles altos de ácidos omega-3 en la sangre”, asegura el Dr. Sala-Vila.
El estudio se ha publicado en The American Journal of Clinical Nutrition y ha contado con la participación del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), en colaboración con The Fatty Acid Research Institute de los Estados Unidos y diversas universidades de los Estados Unidos y Canadá.
Las grasas saturadas del aceite de coco también son beneficiosas
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado datos de los niveles de ácidos grasos presentes en la sangre de 2.240 personas de más de 65 años durante una media de 11 años.
El objetivo era validar qué ácidos grasos podían funcionar como buenos predictores de mortalidad, más allá de los factores ya conocidos.
Los resultados indican que cuatro tipos de ácidos grasos, incluyendo los omega 3, cumplen esta función predictiva.
Destaca el hecho que dos de ellos son ácidos grasos saturados, tradicionalmente asociados a riesgo cardiovascular, pero que en este caso indican más esperanza de vida. “Esto reafirma lo que estamos viendo últimamente” apunta el Dr. Sala-Vila, “no todos los ácidos grasos saturados son necesariamente malos”.
Las grasas saturadas de cadena media (por ejemplo las del aceite de coco) no son perjudiciales porque cuando se absorben a través del intestino se utilizan como combustible para obtener energía o con el fin de construir estructuras celulares.
Sin embargo, los ácidos grasos saturados de cadena larga como los del aceite de palma van directos al hígado, y este las utiliza para construir colesterol malo (LDL).
Cabe recordar que los ácidos grasos pueden obtenerse a través de la dieta o fabricarlos el organismo. Y se da la circunstancia que los niveles en sangre de estos ácidos grasos saturados "protectores" descubiertos en el estudio no se pueden modificar con la alimentación, por tanto poco podemos hacer.
Pero los omega 3 sí se pueden aumentar con lo que comes. De hecho, solo los omega 3 y 6 y las grasas trans (muy perjudiciales) se obtienen únicamente a través de la dieta; el resto dependen tanto de lo que produce tu cuerpo como de lo que comes.
Dietas personalizadas
Un simple análisis de sangre sería suficiente para conocer los niveles de omega 3. Y a partir de aquí se podrían personalizar las recomendaciones dietéticas de ingesta de alimentos, apuntan desde el Hospital del Mar.
“Lo que hemos visto no es menor, y refuerza la idea de que los pequeños cambios en la dieta en la dirección adecuada pueden tener un efecto mucho más potente de lo que creemos, y nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para hacerlo”, remarca el Dr. Sala-Vila.