Los españoles consumimos más de 7 kg de verduras y hortalizas en conserva por persona al año, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Que las de tomate sean de las más populares no es de extrañar: son muy socorridas y nos ahorran tiempo en la cocina.
Pero ¿cuáles son las características de cada uno de los tipos y cómo podemos diferenciar las propuestas más sanas de las que no lo son tanto?
El tomate es la base de muchos platos del día a día
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El mejor tomate en conserva
Es de las mejores opciones si buscas algo rápido, cómodo y saludable. Se parece mucho al tomate fresco, pero ya está listo para usar. El triturado es ideal para sofritos, guisos y salsas, y el que se presenta en dados o cubitos es mejor para platos con más consistencia.
No te fíes solo del nombre porque algunos productos ponen “natural” pero en realidad suman otros ingredientes. Para asegurarte de que sea sano.
- Debe llevar tomate, y poco más. Es habitual agregar ácido cítrico (E 330) como conservante y para regular su acidez, algo que no es preocupante.
- Mejor sin azúcar ni sal añadidos. Lo ideal es que en el etiquetado nutricional marque que tiene menos de 4-5 g de azúcares por 100 g (y que sean procedentes del tomate). Respecto a la sal, es mejor que no lleve. Y, en todo caso, no debería superar los 0,3 g por 100 g.
Entero pelado
La manipulación es mínima: simplemente está pelado. Si lo troceas o trituras, es perfecto tanto para bases de salsa como para guisos.
Eso sí, debe estar firme y sin partes negras. Fíjate también en que en los ingredientes solo haya “tomate” y “jugo de tomate”. Como ocurre en el triturado, puede llevar ácido cítrico. Cuando es entero se le suele agregar también cloruro cálcico (E 509), que le da firmeza y lo conserva. Aunque su uso se considera aceptable, si quieres evitarlo (hay quien tiene reacciones alérgicas), elige conservas de tomate ecológicas porque, en ellas, este aditivo no está permitido.
Tomate concentrado
Se conoce también como pasta de tomate. En esta presentación ya se ha cocinado y reducido hasta quedar muy denso y concentrado. Suele venir en tubo, lata o bote pequeños. Tiene un sabor fuerte, así que no se suele utilizar solo, sino para enriquecer salsas, caldos, legumbres... Nutricionalmente es un producto muy interesante:
- Es más rico en antioxidantes porque, al estar concentrado, contiene más licopeno. En el envase suele aparecer su nivel de concentración: puede ser tanto doble como triple.
- Fíjate en todos sus ingredientes. Algunos pueden contener azúcar añadido, sal, almidones y aceites. Lo ideal es que en el listado aparezca únicamente “tomate concentrado” o “extracto de tomate”.
Tomate frito
Aquí es donde hay que afinar más el ojo. A diferencia de los anteriores, el tomate frito ya está elaborado para que sea una salsa en sí mismo, por lo que lleva más ingredientes. Para elegir las opciones más saludables...
- El tomate debe ser el primer ingrediente. Cuanto más porcentaje sume respecto al total, mejor.
- El aceite, de oliva. Lo ideal es que sea virgen extra, por sus reconocidas cualidades antioxidantes.
- Azúcar y sal: si lleva, que sea poco. Ya existen tomates fritos sin azúcares añadidos (los que contiene están naturalmente presentes en el tomate). Si este ingrediente se ha agregado, no debe sumar más de 5 g por 100 g, como en el triturado. En cuanto a la sal, se recomienda que no supere el gramo por cada 100.
- Intenta evitar productos con almidones, jarabes de glucosa, azúcar como segundo ingrediente, o aceite vegetal sin especificar. Y recuerda que, en casa, puedes prepararlo tú misma con tomate natural y congelarlo si quieres.
Etiquetas: las 4 claves en las que debes fijarte
En ellas encontrarás más datos, pero estos son los esenciales. Los agrupamos como resumen:
- Busca productos con pocos ingredientes y lo más naturales posible. Los primeros en aparecer son los que están en mayor proporción.
- Los azúcares totales no deben superar los 4-5 g por 100 g si es natural (más de esa cantidad puede indicar que se le ha añadido).
- Sal. Cuanta menos, mejor. Si no es frito, no debería superar los 0,3 g por cada 100 g.
- En cuanto a las grasas, si es tomate frito, que sean de aceite de oliva virgen extra (AOVE).
La elección del envase también es importante
- Los de vidrio, con menos químicos. No contienen BPA (bisfenol A) ni otros disruptores endocrinos, que se relacionan con alteraciones hormonales y otros problemas de salud y que pueden estar presentes en algunas latas. El vidrio, además, es un material inerte y no interactúa con el alimento, por lo que conserva mejor el sabor y las propiedades nutricionales. Puedes ver el contenido fácilmente, lo que ayuda a detectar si hay partes estropeadas.
- Las latas conservan el producto más tiempo. Pueden aguantar años si no se han abierto, y suelen ser más baratas que las conservas en vidrio. Eso sí, elige las que indiquen “sin BPA” o “BPA free”.
- Con los tubos de tomate concentrado puedes dosificar pequeñas cantidades sin desperdiciar producto. Una vez abierto, se conserva mejor que el que viene en lata. El riesgo de que contenga BPA es menor que en las de metal, aunque no siempre indica que esté libre de él.