Cuando hace unos meses la Comisión Europea recomendó que todos los hogares tuviéramos un kit básico de supervivencia, no hubo muchos españoles que se lo tomaran como una necesidad urgente ni necesaria. El kit estaba pensado sobre todo por un riesgo de ataque, y desde España la guerra con Rusia se ve lejos.
Sin embargo, el apagón masivo en España y Portugal del pasado lunes 28 de abril nos reveló que este tipo de mochila de emergencias puede sernos más útil de lo que pensamos y muchos de los que estuvieron más de doce horas sin luz hubieran agradecido tener algunos de sus componentes.
Los productos que se recomienda tener son una navaja multiusos, dinero en efectivo, duplicado de la documentación, linterna y transistor a pilas, mechero o cerillas, un juego de cartas, neceser de primeros auxilios con medicamentos, agua y alimentos.
Cuánta agua y qué comida necesitamos
“Cuando hablamos de preparar un kit de emergencia en relación a los alimentos, además de pensar en el agua, debemos elegir priorizar aquellos que no sean perecederos, que aguanten sin necesidad de refrigeración”, nos explica la dietista y nutricionista Laura Pérez Naharro.
También conviene que sean nutricionalmente densos. “Es decir, deben aportar muchos nutrientes y calorías en relación a su tamaño”, aclara la nutricionista.
La idea es que todo el kit de emergencia ocupe el menor espacio posible y pese relativamente poco para poder transportarlo bien en una mochila o maleta, si tenemos que salir de casa.
Respecto al agua, se han de calcular unos 5 litros por persona. Ya es bastante voluminoso. Por tanto, los alimentos han de estar preparados y compactos. El objetivo que plantea la Comisión Europea es que podamos resistir los tres primeros días de una emergencia.
Los 5 alimentos más adecuados para el kit de emergencia
En cuestión de qué comida llevar, hay varias listas diferentes, cada una con su propio criterio. La UE no ha especificado exactamente los productos, entendiendo que varían según el gusto personal de cada país. “Yo recomiendo estos 5 alimentos no perecederos, son densos nutricionalmente, fáciles de consumir y ocupan poco espacio”, apunta Pérez Naharro.
- Frutos secos y semillas: almendras, nueces, pistachos, avellanas, anacardos, semillas de girasol o calabaza...
“Son una excelente opción por su altísima densidad energética (aportan muchas calorías y nutrientes en poco volumen). Son ricos en grasas saludables (omega-3, omega-6), proteínas vegetales, fibra, vitaminas (como la E y las del grupo B) y minerales (magnesio, zinc, fósforo, hierro)”, explica.
Además, si los tienes en envases herméticos se conservan muy bien. “Como consejo, es preferible priorizar aquellos frutos secos naturales o tostados, en lugar de fritos”, añade.
- Latas de conservas proteicas: de pescado (atún, sardinas, caballa, mejillones, melva, salmón) o de aves (pollo, pavo).
Aportan proteína de alta calidad, ácidos grasos omega-3 (en el caso de los pescados azules), calcio (las sardinas) y hierro. Elige envases fáciles de abrir y en aceite de oliva (en lugar de otros refinados, como el de girasol) o en agua.
- Legumbres en conserva: garbanzos, lentejas, alubias ya cocidas y listas para comer.
“Recomiendo incluirlas porque son una fuente de proteína vegetal y carbohidratos complejos, que ayudan a mantener la energía de forma sostenida a lo largo del día”, argumenta la nutricionista. Además, “son ricas en fibra, lo que favorece un correcto tránsito intestinal, muy importante en situaciones de estrés o poca actividad física”.
Es habitual que las legumbres se enjuaguen con agua, aunque la experta señala que no pasa nada por consumirlas con el líquido de conservación.
- Barritas energéticas de calidad: “hay que tratar de buscar aquellas que tengan ingredientes reales (frutos secos, semillas, avena, miel, fruta deshidratada) y que no estén cargadas de azúcares refinados como jarabe de maíz alto en fructosa o aceites de peor calidad, como el de girasol, soja o palma.
- Frutas deshidratadas: pasas, orejones de albaricoque, dátiles, arándanos secos, mango y plátano deshidratado...
Son una fuente de azúcares naturales, ideal para reponer energía rápidamente. “Al retirarles el agua, todos sus nutrientes se concentran y por ello son también ricas en fibra, potasio, hierro y antioxidantes. Ocupan muy poco espacio y se conservan durante mucho tiempo.”
Otras posibles opciones
Hay diversas opciones más que plantean otros especialistas. En la lista de productos posibles aparece con frecuencia arroz y pasta. Es un error. Hemos de tener en cuenta que para su preparación necesitamos agua que no siempre estará disponible. Y un hornillo o algún sitio donde prepararlo.
En este sentido, Pérez Naharro plantea que, puestos ha utilizar agua, es mejor aprovecharla para hidratarnos y recurrir a la leche en polvo. “Es ideal para aportar proteínas de buena calidad, calcio, vitamina D y otros micronutrientes importantes”.
“Del mismo modo que los cereales hidrolizados tipo papillas infantiles o proteína en polvo (de leche o vegetal) para un extra proteico”, añade.