Yogur, kéfir y skyr: qué diferencia hay y qué aportan los lácteos con más fama de sanos del súper

¿Cuál es más rico en proteínas? ¿Hay alguno que aporte más probióticos o más calcio que otros? Analizamos el yogur, el kéfir y el skyr, los tres lácteos que ahora tienen más fama de saludables.

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YOGUR

Los yogures son fuente de calcio, proteínas y probióticos.

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Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud y nutrición

En el universo de los lácteos, el yogur tenía fama de ser más saludable que la leche porque, además de proteínas y calcio, aporta probióticos. Luego no acostumbramos a ver kéfir en el súper, una bomba de probióticos. Y la incorporación más reciente ha sido el skyr. De hecho, todos estos alimentos tienen una larga historia, pero actualmente ostentan el título del trío de lácteos más saludables del súpermercado. ¿Conoces la diferencias entre ellos? ¿Cuál aporta más calcio o proteínas? ¿Qué opción es mejor para la flora intestinal? Sigue leyendo.

Yogur: el clásico lácteo fermentado

El yogur tiene sus raíces en la antigua Mesopotamia, donde se empezó a elaborar hace unos 5.000 años. Los nómadas de la región descubrieron que podían almacenar leche en contenedores hechos de piel de animal y que, debido a las bacterias presentes en el medio ambiente, la leche se fermentaba naturalmente, convirtiéndose en yogur.

El yogur se elabora a partir de microorganismos propios de la leche como los Lactobacillus y Streptococcus que fermentan los azúcares de la leche, convirtiéndolos en ácido láctico. El ácido láctico es lo que le da al yogur su sabor característico y su textura cremosa.

El yogur es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico, calcio de fácil asimilación, fósforo, vitaminas B12 y riboflavina. Según la Fundación Española de Nutrición, el consumo de un yogur aporta el 18% y 30% respectivamente de las ingestas recomendadas de calcio y fósforo. Además, contiene probióticos, bacterias beneficiosas para el intestino, que mejoran la salud digestiva y fortalecen el sistema inmunológico.

La composición nutricional del yogur es muy similar a la de la leche, pero con una diferencia: contiene muy poca lactosa, el azúcar de la leche, porque durante la fermentación se transforma en ácido láctico. Esto hace que el yogur sea más digestivo que la leche y que personas con intolerancia a la lactosa lo toleren bien.

En cuanto a los beneficios para la salud, se ha demostrado que el yogur natural sin azúcar mejor la salud intestinal, reduce el riesgo de enfermedades cardíacas y puede ayudar en la pérdida de peso cuando se consume como parte de una dieta equilibrada.

Kéfir: bomba de probióticos

Originario de la región del Cáucaso, el kéfir es otro producto lácteo fermentado que ha ganado popularidad en todo el mundo. Se elabora mediante la fermentación de la leche con gránulos de kéfir, que son una combinación de bacterias lácticas y levaduras.

La diferencia principal entre el yogur y el kéfir está en el tipo de fermentación que se produce durante su elaboración. En el caso del kéfir, es una doble fermentación. "El yogur procede de una fermentación láctica. Y el kéfir, de una fermentación ácido-alcohólica, en la que también se ven afectadas la caseína y la albúmina, dos proteínas", explicaba Saber Vivir el dietista-nutricionista Ramón de Cangas. Esto hace que tenga un sabor más ácido y una textura más líquida que el yogur.

 

Al igual que el yogur, el kéfir es rico en calcio, proteínas, fósforo, vitaminas B12 y riboflavina. La ventaja frente al yogur es que, debido a su fermentación prolongada y la diversidad de microorganismos que contiene, contiene más probióticos.

Al kéfir se le atribuyen propiedades antimicrobianas, antiinflamatorias y antioxidantes. Además de promover la salud digestiva e inmunológica, algunos estudios sugieren que el kéfir puede ayudar a reducir el colesterol y la presión arterial.

Skyr: el tesoro vikingo

Originario de Islandia, el skyr es un producto lácteo similar al yogur, pero con una textura más densa y un sabor más suave. Se elabora mediante la fermentación de la leche con cepas específicas de bacterias lácticas, como el Streptococcus thermophilus y el Lactobacillus delbrueckii bulgaricus, seguido de un proceso de filtración para eliminar el suero, lo que da lugar a una consistencia cremosa y espesa.

Al igual que el yogur y el kéfir, el skyr es una excelente fuente de proteínas de alta calidad, calcio, vitaminas B12 y riboflavina. Pero tiene una ventaja: debido a su proceso de filtración, el skyr tiene más proteínas que el yogur tradicional y menos grasas, lo que lo convierte en una opción ideal para controlar el peso porque las proteínas son saciantes. Además, como el yogur y el kéfir, el skyr contiene probióticos que pueden promover la salud intestinal y fortalecer el sistema inmunológico.

En cuanto al sabor, el skyr es suave y cremoso, con una ligera acidez que lo hace deliciosamente refrescante. Y respecto a la textura, es más denso que el yogur y por supuesto que el kéfir, pero muchísimo más ligero que un yogur griego.

 

 

 

 

 

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