La inapetencia o hiporexia se define como la disminución del apetito. Se diferencia conceptualmente de la anorexia, que sería la ausencia total de apetito.
El apetito es el deseo de comer, sentido como un impulso para satisfacer una necesidad placentera de ingesta de ciertos alimentos.
Tiene una doble función nutritiva (regular el ingreso de energía para mantener el metabolismo) y placentera (proporcionar experiencias sensoriales agradables).
¿es real su inapetencia?
La disminución del apetito puede estar causado por muchos procesos, y no todos ellos son graves. Es importante investigar la causa para un tratamiento específico.
Es necesario también diferenciar si estamos ante una disminución real del apetito o simplemente percibimos que se come menos.
Esto es especialmente cierto en el período neonatal o infantil, porque muchos padres y madres se preocupan excesivamente de que su niño no come lo suficiente cuando lo que pasa es que no ingiere todo lo que ellos creen que necesita.
¿Por qué pasa?
El apetito se regula mediante una combinación del hambre (necesidad de obtener la energía necesaria para la conservación del metabolismo), el estado del sistema digestivo, las glándulas endocrinas y los factores psíquicos.
Esta interrelación va modulando nuestro comportamiento alimentario a través de los años. Por tanto, cualquier alteración en alguno de estos tres factores puede llevar a la disminución del apetito.
Así mismo, factores externos, como un exceso de calor puede provocar sensación de inapetencia.
Según la edad
Las causas más frecuentes varían según la edad:
- Infancia: la inapetencia es la alteración alimentaria más frecuente en la edad pediátrica y siempre se ha de valorar correctamente para descartar cualquier enfermedad. La gran mayoría son transitorias, fisiológicas o causadas por conductas erróneas en la manera de alimentar al niño. Siempre que exista un rechazo de la alimentación en un recién nacido hay que descartar infecciones de algún tipo por su gran frecuencia.
- Adolescencia: los profundos cambios psicológicos, unidos a la gran importancia que se otorga en la sociedad actual a la delgadez, influyen especialmente en esta edad. Muchos adolescentes no se sienten contentos con su cuerpo y por ello desean adelgazar o hacer dieta, pudiendo desarrollar alteración del comportamiento alimentario.
- Adultos: las más frecuentes son las causas psicológicas (ansiedad, problemas de adaptación laboral...), aunque también hay causas orgánicas (infecciones como la tuberculosis, enfermedades endocrinas como la diabetes o el hipotiroidismo, neoplasias...). Nunca hay que olvidar los tóxicos (alcoholismo, tabaquismo, drogas, fármacos como laxantes o antibióticos...).
- Ancianos: en general en los ancianos se produce normalmente una disminución del gasto energético junto con una reducción del gusto y olfato que ayuda a perder la sensación de disfrutar con la comida. Muchos ancianos realizan una dieta monótona y comen solos, lo que favorece una progresiva disminución de apetito. Pero una inapetencia en un anciano se ha de considerar un signo de alarma que nos avisa de que existe alguna enfermedad aguda o crónica, fármacos implicados, o una mezcla de factores sociales y fisiológicos que hay que estudiar antes de darlo como “normal”.
Síntomas que la acompañan
Si existen síntomas acompañantes, estos ayudan al médico a orientar la posible causa de la inapetencia. Algunos pueden ser:
- Fiebre (infecciones).
- Tos (neumonías, tuberculosis...).
- Náuseas.
- Alteración del ritmo intestinal (enfermedades digestivas o endocrinas...).
La pérdida de peso que puede acompañar a la disminución de apetito, si no es muy acusada, puede pasar desapercibida. En estos casos se puede sospechar por la holgura de la ropa o los agujeros del cinturón.
¿Qué puedo hacer yo?
Primeramente, estar atento a cualquier factor social o personal que pueda influir en la disminución de apetito. Uno mismo puede evaluar si existen comportamientos erróneos en nuestros hábitos alimentarios o en el de nuestros hijos.
Es importante conocer si la inapetencia se asocia a pérdida de peso
Es importante conocer si la inapetencia se asocia a pérdida de peso, así que un registro de peso ayuda a saber si nuestra inapetencia conlleva algún otro problema.
No hay que olvidar que la inapetencia puede aparecer en muy diversas circunstancias, tanto en enfermedades como en situaciones transitorias y normales de nuestra vida.
¿Cuándo ir al médico?
Deberíamos acudir al médico cuando la inapetencia sea duradera o creamos que se acompañe de algún otro síntoma.
También si se ha producido una pérdida significativa de peso, porque puede indicar una desnutrición.
¿Cómo hace el médico el diagnóstico?
El médico realizará un interrogatorio sobre el inicio y duración de la inapetencia, los hábitos alimentarios (tipo y cantidad de alimentos, horario...), consumo de tóxicos, o la presencia de algún síntoma acompañante.
La pérdida se considera de importancia a partir del 5% en 1 mes o del 10% en 6 meses
La exploración física ayudará a identificar algún signo que oriente hacia una enfermedad específica, y servirá para valorar si existe una malnutrición.
Para saber la importancia de la pérdida de peso, si existe, se usa normalmente el porcentaje de peso perdido = (peso habitual – peso real) / peso habitual (%). La pérdida se considera de cierta importancia a partir del 5% en 1 mes o del 10% en 6 meses.
El médico puede solicitar en algunos casos un análisis sanguíneo y una radiografía de tórax para descartar la existencia de alguna enfermedad que condicione la disminución de apetito y peso.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento depende de la causa de la inapetencia. Hay enfermedades que tienen tratamiento específico, y hay situaciones que mejoran si se siguen los consejos descritos en el apartado de prevención.
En general, aunque hay fármacos estimulantes del apetito, se reservan para casos de enfermedades graves (anorexia en cáncer, VIH...). También existen en el mercado complejos vitamínicos, pero no suelen ser muy efectivos de manera general.
Si la inapetencia se acompaña de desnutrición se aconsejan suplementos nutricionales.
¿Cómo evoluciona?
Si la inapetencia es duradera, puede conllevar una dieta desequilibrada o hipocalórica, y derivar en desnutrición.
Cuando el apetito disminuye hasta ser inexistente, se habla de anorexia.
¿Cómo se previene?
No existen medidas específicas para prevenir toda inapetencia, pero sí hay consejos generales sobre nuestro comportamiento alimentario que pueden ayudar a evitar el desarrollo de inapetencia en un futuro:
- No obligar nunca a comer al niño. Tu hijo sabe lo que necesita y no comerá más de lo necesario.
- ¿Seguro que no come nada? Para muchos padres “no comer nada” significa no ingerir todo lo que ellos creen que necesita. Quizá haya que replantearse las medidas de la ración.
- No insistir en acabar toda la ración. Es importante no medir las raciones “con ojos de adulto”. Pruebe usted a comer “proporcionalmente” a lo que intenta dar a su hijo y es posible que no pueda con todo. Quizá un plato entero para un niño de 10kg equivale a 5 o 6 platos para un adulto.
- La cantidad de comida necesaria cambia según la edad. A partir del año la velocidad de crecimiento se enlentece un poco, al igual que la cantidad de energía necesaria. Tras los cinco años vuelve a incrementarse el gasto y las necesidades.
- El trabajo de la madre fuera de casa a veces conlleva la negativa de los bebés a alimentarse hasta que venga la madre.
Es importante no medir las raciones “con ojos de adulto”
- No amenazar, enfardarse ni usar la fuerza. Los niños pueden sentirse “incomprendidos” si cuando no les cabe más los padres que le quieren y dan protección de repente se enfadan y le gritan mientras insisten en cebarle.
- La leche materna es el alimento más completo y nutritivo. Es muy conveniente alargarla hasta los dos años, y siempre a demanda.
- No sustituir el pecho por papillas con la creencia de que así están mejor alimentados. Igualmente la medida del potito es una orientación, no una obligación.
- Introducir los nuevos alimentos a partir de los 6 meses de manera lenta y progresiva. La alergia puede inducir una negativa a ingerir alimentos como la leche, gluten, huevo que sean incompatibles con su organismo.
No engañar al niño o distraerle para que coma (con cuentos, televisión, juguetes...)
- No permitirle picar entre las comidas (golosinas, chucherías...).
- No intentar engañar al niño o distraerle para lograr que coma (nada de cuentos, televisión, juguetes...)
- No guardar comida “para la cena”. Hay que poner en el plato solamente lo que suela tomar, aunque sean tres cucharadas. Si quiere, ya pedirá más.
- Acostumbrarse progresivamente a comer nuevas cosas. Obligarle a comer siempre el mismo alimento contribuye a que lo rechace toda la vida.
- A veces el niño quiere ser independiente y necesita intentar comer por sus propios medios (coger la cuchara, etc...). Aunque se alargue la hora de la comida y se manche todo, es preferible que lo intente.
consejos extra
Otros consejos generales para evitar la falta de apetito pueden ser:
- No picar entre horas ni consumir bebidas carbonatadas, porque pueden aumentar la sensación de saciedad y así disminuir el apetito a la hora de las comidas principales.
Evitar comer en soledad, porque se pierde el acto social que constituye la comida
- Realizar la ingesta rodeado de un ambiente agradable ayuda a aumentar el apetito y la cantidad de comida ingerida.
- Evitar comer en soledad, porque se pierde el acto social que constituye la comida y también favorece que dediquemos menos tiempo a preparar la comida adecuadamente. Esto es muy importante en ancianos
- Evitar una dieta monótona o mal presentada, poco atrayente. Favorecer los platos cocinados respecto a los enlatados o precocinados.
Bibliografía interesante
- Mi niño no me come: consejos para prevenir y resolver el problema, Carlos González, Ed. Temas de Hoy.
- Se me hace bola, Julio Basulto. Random House Mondadori-debolsillo.