A veces los niños pierden interés por sus juguetes y los padres, desolados, vemos como los abandonan poco a poco, llegando incluso a aburrirse a pesar de estar rodeados de ellos.
A menudo, los adultos pensamos que ese olvido se debe a su inconstancia o dispersión, pero lo que provoca el desinterés suele ser algo muy distinto.
Gustos muy personales
Lo primero a preguntarnos es si aquellos juguetes a los que nuestro hijo no hace ni caso tienen algo en común. Puede ser que no hayamos acertado con un juguete en concreto... o bien que haya un tipo de juguetes que a nuestro hijo no le interese.
- Antes de escoger un juguete hemos de conocer los gustos y necesidades de nuestro hijo, sabiendo que por muy bueno que sea el juguete, no se puede imponer.
- No a todos los niños les gustan los mismos juguetes, de la misma manera que no a todos los adultos nos gustan las mismas comidas, por muy buenas y sanas que estas sean.
Puede que ese juguete sea para niños de más edad por lo que lo abandona al no entenderlo
- Pero aún hay más razones que pueden explicar esta indiferencia por algunos juguetes. Puede ser que se le hayan “quedado pequeños” y, al igual que hacemos con su ropa, debamos renovarlos.
- También puede suceder todo lo contrario, es decir, que animados por el deseo de estimularlos y verlos crecer, les hayamos regalado juguetes para niños de más edad: o bien no les interesan, o bien los abandonan rápidamente al no entenderlos o no poder vencer su dificultad.
Superados por el exceso
La desmesura también provoca desinterés. Y a veces los niños se encuentran en su cumpleaños y en Navidad con un exceso de regalos que no favorece su interés.
El modo en que los colocamos y organizamos el espacio de juego es fundamental a la hora de favorecer las ganas de jugar.
Coches o muñecos por el suelo, tirados en un rincón o en el fondo de un cajón, disfraces rotos o en mal estado, encajes incompletos, barajas de cartas mezcladas... no resultan atractivos para los niños.
Sin embargo, en ocasiones el interés por un juguete aparece durante un tiempo y luego ya no forma parte de su deseo. Entonces podemos darle un tiempo, guardarlo y volver a sacarlo al cabo de unas semanas o meses, y comprobar si en esta ocasión sí juega con él.
El modo en que organizamos los juguetes y el espacio es fundamental a la hora de favorecer las ganas de jugar
Si vemos que sigue sin mostrar interés por ese juguete, podemos preguntar a nuestro hijo si prefiere regalárselo a otro niño más pequeño o a algún amigo a quien sí le interese aún.