Puede que el cuerpo humano aguante jornadas de mal comer, siestas de diez minutos y hasta cenas de solo pan con queso. Pero lo que no perdona es que le quiten el agua. Cuando el equilibrio de líquidos se va por el desagüe –ya sea por una diarrea traicionera, una noche de vómitos o una carrera en agosto con 35 grados–, lo que toca no es rezar.
En estos casos no hace falta ser médico para saber que, sin hidratación, el cuerpo empieza a apagarse. En ese momento, el cuerpo no pide medicamentos. Pide agua, azúcar y sal. Justo en ese orden.
Como demuestra esta solución, a veces lo más simple es también lo más potente. Mientras hay remedios comerciales que llenan estantes y prometen rehidratar instantáneamente, hay una mezcla que se puede hacer en casa con ingredientes básicos y que lleva décadas funcionando: el suero casero.
Cómo preparar un suero casero
Con hervir un litro de agua y dejarlo enfriar ya está medio hecho. Luego, se echan seis cucharaditas de azúcar y media de sal. Se remueve con ganas hasta que se disuelvan por completo.
Si se quiere, se añade media cucharadita de bicarbonato y se remueve otra vez. También se puede usar zumo natural de naranja o de limón, siempre que no esté azucarado. Todo eso ayuda, pero lo esencial es no pasarse con las cantidades.
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La receta no admite inventos. Si hay demasiada sal, el cuerpo se desajusta aún más. Si falta azúcar, no se logra rehidratar como toca. Y si el agua no es potable, el remedio puede ser peor que el problema.
Por eso, aunque parezca sencillo, el equilibrio entre ingredientes es lo que marca la diferencia. Así lo dejó claro el doctor Robert Sack, investigador del International Centre for Diarrhoeal Disease Researchal explicar que "la precisión en la preparación es clave para el éxito de la terapia de rehidratación oral casera".
Mucho más que barato
Que sea fácil de hacer y cueste menos que un café no significa que sea menos eficaz. Al contrario. En contextos sin acceso a medicamentos ni atención médica constante, esta solución casera ha demostrado ser más que útil.
Tanto que incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó entre sus recomendaciones básicas, destacando que "las soluciones de rehidratación oral preparadas en casa son una herramienta fundamental para prevenir muertes por deshidratación".
Las ventajas van más allá del coste. No hay que depender de farmacias ni de productos industriales. Se puede hacer en cualquier sitio, siempre que se cuente con los ingredientes y se respeten las proporciones. Y en lugares donde el acceso a soluciones comerciales es complicado, esto marca una diferencia real.
Una idea que cambió millones de vidas
En los años 70, los hospitales en zonas con brotes de cólera no daban abasto. La deshidratación mataba más que la bacteria. Fue entonces cuando se empezó a aplicar de forma sistemática la terapia de rehidratación oral.
La fórmula era tan simple que muchos médicos dudaban. Pero funcionaba. Uno de los que encabezó las investigaciones fue el doctor David Nalin, que trabajaba en Bangladesh y se topó con un hallazgo revolucionario: "La terapia de rehidratación oral es, probablemente, el avance médico más importante del siglo XX".
Si el malestar se repite hay que acudir a un médico.
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A su lado estuvo el doctor Richard Cash, también implicado en los ensayos clínicos. A lo largo de su carrera ha defendido que lo importante es no subestimar lo simple. En su opinión, "las soluciones simples de azúcar y sal han salvado millones de vidas y siguen siendo fundamentales en la lucha contra las enfermedades diarreicas". Lo dicen ellos y lo avalan los datos: se calcula que desde los años 70, esta terapia ha evitado más de 50 millones de muertes.
Lo que hay que tener en cuenta
Prepararlo bien no es lo único. También hay que saber cuándo usarlo. Si hay signos de deshidratación leve, como sed intensa o sequedad en la boca, el suero casero puede ayudar mucho. Pero si la persona no puede retener líquidos, tiene fiebre alta o muestra señales de debilidad extrema, no basta con la solución hecha en casa. En esos casos, hace falta atención médica urgente.
La Asociación Española de Pediatría lo resume claramente en sus guías clínicas: el suero oral debe ser la primera respuesta en casos leves, pero sin sustituir el diagnóstico profesional cuando la situación se complica.
En la misma línea se expresó el doctor Federico Martinón Torres, del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, al afirmar que "el abordaje inicial debe ser siempre con suero oral, no con fármacos innecesarios ni con antibióticos".
RELEVANTE HOY, MAÑANA Y PASADO MAÑANA
Pese a los avances en medicina, el suero casero sigue teniendo su uso. No solo como recurso de emergencia, sino como solución básica y efectiva que ha resistido décadas. No hay excusas técnicas ni económicas para no usarlo cuando toca. Incluso con nuevos estudios que buscan mejorar su composición o adaptarla a distintos grupos de edad, la base no cambia: agua, sal y azúcar, en las cantidades justas, pueden marcar la diferencia.
Que algo tan modesto haya salvado millones de vidas no tiene nada de simbólico ni anecdótico. Es pura eficacia. Y ahí sigue, en medio litro de agua y un par de cucharillas, dando la cara sin hacer ruido.