José Manuel Felices, médico y profesor universitario: "Ni se te ocurra ducharte justo después del entrenamiento”

Si acabas de hacer deporte y te vas corriendo a la ducha o a bañarte al mar estás cometiendo un error. Puede afectar tu salud y además cortar en seco un importante proceso de limpieza de nuestro cuerpo. Nos lo advierte el doctor José Manuel Felices.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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Si nos duchamos justo después de hacer deporte frenamos la limpieza de toxinas que aporta el sudor.

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La higiene es fundamental para que nuestro cuerpo mantenga a raya las infecciones. Esa higiene significa sobre todo de limpiarnos las manos a menudo. Respecto a la limpieza corporal la estrategia ha de ser distinta.

Los dermatólogos insisten en los últimos años en que nos duchamos demasiado a menudo, con agua demasiado caliente y jabones agresivos. Ese hábito que creemos especialmente higiénico lo que hace es dañar la barrera lipídica, la capa protectora de nuestra piel. Eso facilita las infecciones.

Hay que ducharse, claro, pero dando tiempo a la piel a recuperarse. El doctor José Manuel Felices Farias, profesor de la Universidad de Murcia, aporta otra advertencia: “Ni se te ocurra ducharte justo después del entrenamiento”.

Por qué no ducharse tras hacer deporte

La pregunta que nos hacemos es lógica. “¿Me está diciendo que me quede con el sudor echando peste?”, plantea el doctor Felices en sus redes sociales. No es tan radical. Solo pide que nos tomemos un pequeño tiempo de espera antes de lanzarnos al mar o correr hacia la ducha justo después de hacer deporte.

“Mientras entrenamos los músculos queman energía. Eso produce calor, lo que eleva la temperatura de tu cuerpo”, explica el médico. Para compensar este aumento, los vasos se dilatan y se facilita la sudoración que baña la piel antes de evaporarse. Eso ayuda a enfriarla y disminuye la temperatura.

“Si terminamos el entrenamiento y corremos a la ducha interrumpimos el proceso natural de regulación de la temperatura y puede dar lugar a mareos o incluso a síncopes (desmayos)”, advierte.

Hay un segundo motivo: el sudor complementa la limpieza del cuerpo. El sudor arrastra toxinas hacia la superficie. Al ducharnos tan rápido cortamos de golpe el proceso e interrumpimos esa limpieza interna beneficiosa. “Queda esa sensación de no haber completado la limpieza”, añade. Por eso muchas veces al salir de la ducha sentimos que volvemos a sudar.

Evita dañar tu manto protector

En tercer lugar, el doctor Felices insiste en el punto que advierten sus colegas dermatólogos. Estamos lavándonos demasiado rápido y a menudo y no dejamos que la capa protectora actúe y se regenere.

El sudor tiene un pH de 4.5-5.5, ligeramente ácido. Eso ayuda a proteger a la piel de bacterias mientras nos ejercitamos. “Si te duchas muy rápido, sobre todo con jabones alcalinos, rompes ese equilibrio”, explica el médico. La piel queda más indefensa.

Los riesgos más habituales en estos casos es que la piel se irrite o reseque con más facilidad. Riesgos que aumentan si ya nos hemos duchado por la mañana con jabón y hemos eliminado parte de la capa protectora natural.

Cuándo y cómo hemos de ducharnos

Estos procesos de reequilibrio de la temperatura y de limpieza de toxinas duran unos quince minutos después de acabar el ejercicio. Por tanto, la recomendación de este experto es que aproveches ese cuarto de hora para:

  • Volver a hidratarte, bebiendo y recuperando el agua perdida.
  • También puedes aprovechar para respirar o hacer estiramientos suaves.
  • “O socializar con tus compañeros de ejercicio o darte un momento de pausa para reflexionar sobre lo bien que lo has hecho”, añade el doctor Felices.

La ducha no ha de ser con agua muy caliente. Lo ideal es agua tibia, que ayuda a la regulación de la temperatura corporal. Las duchas muy calientes se llevan esa grasa natural protectora que tenemos. Esa grasa no huele mal. No es necesario eliminarla constantemente.

Además, usa un jabón suave, que respete el pH de nuestra piel. Y si ya te duchas en ese momento, piensa que quizá no es necesario volverse a duchar a la mañana siguiente.

Lavándote la cara, las ingles y los sobacos puede ser suficiente.  O puedes ducharte pero no usar jabón otra vez.

¿De dónde viene el mal olor?

Tenemos la creencia de pensar que cualquier sudor nos hará oler mal. Y no es así. Tenemos una fauna bacteriana (microbiota) en toda nuestra piel.

El mal olor varía de una persona a otra porque depende de esa composición bacteriana. Por eso no todos tenemos tampoco la misma necesidad de ducha.

Mantener un equilibrio saludable de las bacterias es lo que hará que no olamos mal. Y eso no se consigue simplemente intentando eliminarlas a todas, sino respetándola y solo pasando jabón cuando sea estrictamente necesario.

Cada persona debe aprender a determinar sus necesidades, según su actividad y su microbiota.