Hace muchos muchos años se recomendaba retraer cada día la piel del pene (el prepucio) de los bebés. Actualmente, todavía hay profesionales que lo recomiendan, e incluso algunos que retiran dicha piel a lo bruto. Veremos por qué no hay que hacer tales cosas.
es Más común de lo que piensas
La incapacidad para retirar el prepucio suavemente se denomina fimosis, y casi todos los bebés nacen con ella, es más, la mayoría la siguen teniendo durante años. Esto se llama fimosis fisiológica o normal, y ha de distinguirse de la patológica, es decir, la que sí es realmente una enfermedad.
No todo el mundo utiliza estas palabras con el mismo significado. El término “fimosis” asusta a muchos padres; enseguida piensan que el niño está enfermo y hay que operarlo.
Así que, para evitar largas explicaciones sobre lo que es fisiológico y lo que no, muchos médicos prefieren decir simplemente: “No, no tiene fimosis, es normal”, y reservar la palabra para la enfermedad.
no hace falta Ni operar ni cremas
En más de la mitad de los niños, el prepucio se puede retraer antes de los tres años, pero en muchísimos otros la fimosis fisiológica persiste hasta la adolescencia o incluso toda la vida.
En Dinamarca, país donde nunca ha existido la absurda costumbre de retirar el prepucio de los bebés, se hizo un estudio en los años 70: el 8% de los niños de siete años, el 3% de los de 13 y el 1% de los de 17 todavía tenían fimosis. Y, de aquellos que no la tenían, en muchos se podían ver adhesiones parciales entre el prepucio y el glande: casi dos tercios a los seis años, un tercio a los 13 y el 3% a los 17.
Si un prepucio estrecho se deja retraído, puede estrangular el glande, que se hincha y provoca un dolor intenso
De manera que, cuando el prepucio no está del todo abierto, no es necesario hacer ninguna clase de maniobra para intentar retirarlo. Pero si se hace, es muy importante volver a ponerlo inmediatamente en su posición normal.
Si un prepucio estrecho se deja retraído, puede estrangular el glande, que se hincha y provoca un dolor intenso. Intenta comprimir el glande durante unos minutos para volver a colocar la piel en su sitio; si no lo consigues, acude a urgencias.
La inflamación (balanitis, “inflamación del glande”; balanopostitis, “inflamación del glande y del prepucio”; balanos significa “bellota” en griego) y las heridas, al cicatrizar, pueden producir una retracción del prepucio, que es lo que forma la auténtica fimosis patológica.
¿Qué la provocan? Y otras innecesarias costumbres
- Lavar la zona a menudo con jabón puede aumentar el riesgo de balanitis.
- Y las heridas aparecen cuando se intenta retraer el prepucio a lo bruto, con el famoso “tirón”, una maniobra que algunos profesionales sanitarios aún practican, a veces sin advertir ni pedir permiso a los padres del niño. Al hacerlo se producen las típicas heridas en estrella, como una explosión. En consecuencia, el niño sufre un intenso dolor durante días, sobre todo al orinar, y la cicatrización puede estrechar definitivamente el prepucio, generando incluso problemas a largo plazo.
Se ha demostrado que aplicar cada día una crema de corticoides sobre el prepucio durante varias semanas acelera su maduración y hace que pueda retraerse en la mayoría de los casos. Gran parte de esos estudios se han hecho con niños de más de tres o cuatro años, nunca de menos de un año.
Con el “tirón” que algunos profesionales sanitarios aún practican, se producen heridas en estrella que pueden generar problemas a largo plazo
Sin embargo, cuando se trata de fimosis fisiológica no hay ninguna necesidad de acelerar el proceso y, por lo tanto, no existe motivo alguno para aplicar un tratamiento con corticoides, a no ser que alguien “amenace” con practicar una circuncisión –intervención quirúrgica en la que se extirpa total o parcialmente el prepucio– y la crema consiga evitar el corte.
Pero siempre es más sencillo negarse a que operen al niño, y así evitarle tanto el corte como la crema. En algunas ocasiones, ante un caso de fimosis patológica, se prueba el tratamiento con la crema de corticoides antes de operar, aunque no siempre funciona.
La circuncisión o mutilación genital masculina se viene practicando desde hace milenios en ciertos grupos religiosos. En el siglo XIX se hizo popular en Norteamérica, y en menor medida en Inglaterra, porque se suponía que de esta manera se podía prevenir la masturbación (que como ya sabes, “secaba el cerebro”).
La circuncisión solo se ha de practicar en casos muy contados de fimosis patológica, o cuando la erección resulta dolorosa porque la piel está muy tirante, o tal vez cuando se han dado balanitis repetidamente.
Algunos recomiendan practicarla también después de una parafimosis –estrangulamiento del glande por el prepucio–, pero otros, en cambio, argumentan que si se deja en paz al prepucio, la parafimosis no se repetirá, y este seguirá desarrollándose con normalidad hasta abrirse y despegarse del glande.
Si lo hace el médico...
- Si en el centro de salud le dan el tirón sin avisar ni pedirte permiso, no dudes en poner una queja.
- Si el mal ya está hecho y se han producido lesiones, la pomada de corticoides tal vez ayude.
Contradicciones sin sentido
Las recomendaciones irracionales pueden adquirir formas claramente contradictorias. Mientras en los países anglosajones se propugnaba la circuncisión de los niños para evitar la masturbación, en los países latinos se recomendaba a las madres retirar el prepucio de su hijo cada día durante el baño.
Curiosamente, los mismos “expertos” que aún dan tan peregrino consejo a los padres tienen a veces la osadía de decirte que no puedes coger a tu hijo en brazos porque “se acostumbrará”, o que no puedes metértelo en tu cama porque “le acabarás creando un complejo de Edipo”.
La circuncisión solo se ha de practicar en casos contados de fimosis patológica, o cuando la erección es dolorosa porque la piel está muy tirante
Si tocarle cada día el pene (¡su propia madre!) no le produce ni un hábito ni un conflicto psicosexual, ¿cómo puede llegar a ser peligroso cogerlo en brazos?
Pues es cierto, retirarle cada día el prepucio no le produce ni un mal hábito ni un pensamiento incestuoso. Pero de todas maneras no se tiene que hacer, porque:
- Es completamente innecesario porque el prepucio se abrirá por él mismo; solo es cuestión de tiempo.
- Existe el riesgo de originar una parafimosis, que puede llegar a ser un problema grave.
- Pueden provocarse heridas de consideración, irritaciones y cicatrices, que conducen a la verdadera fimosis patológica.
- Los niños crecen y se desarrollan con el tiempo. Se sientan y caminan sin que les demos "clases", y el prepucio de los niños (como más tarde el pecho de las niñas) adquirirá su forma adulta sin necesidad de que los estiremos.
DOS casos en los que no tienes por qué preocuparte
- Mientras el prepucio sigue adherido al glande, las células epiteliales que se descaman pueden acumularse bajo la piel, formando masas blancas globulosas claramente visibles. Es el llamado esmegma. Es completamente normal. No es pus, no es “suciedad”, no hay que hacer nada para intentar quitarlo.
- A muchos niños pequeños el prepucio se les hincha un poco cuando orinan, formando un globito de piel que se vacía en unos segundos. Esta situación es totalmente normal, y no es justificación para decidir una intervención ni para hacer ningún tipo de tratamiento.
Y cuando sí es mejor consultar al pediatra
La mejor actitud es limpiar la parte externa de los genitales con toda normalidad y observar su evolución sin preocuparnos. Cualquier cambio que parezca extraño debe comentarse con el pediatra, como por ejemplo:
- si el prepucio está rojo o hinchado
- si el chorro de orina es excesivamente fino
- si el niño muestra molestias al hacer pipí
A partir de la pubertad, se suele recomendar que él mismo retire el prepucio y lo limpie con agua y jabón en cada ducha, pero con moderación.