Por qué ocurre un parto prematuro

Existen determinadas circunstancias –como el estrés– que favorecen que a una mujer se le adelante el parto. Siempre que no implique riesgos se dejará que el parto continúe. Pero, en cualquier caso, no hay que olvidar garantizarle al bebé el calor del pecho desnudo de su madre para favorecer su recuperación.

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Dar a luz antes de lo que esperas

Una mujer embarazada imagina que su hijo nacerá transcurridos nueve meses, que llegará sano y que, tras el parto, volverán a casa juntos y felices.

Sin embargo, puede ocurrir que este deseo no se corresponda con su realidad si el bebé nace antes de tiempo.

Qué desencadena un parto prematuro

En España, uno de cada diez nacimientos es prematuro. Se considera parto pretérmino el que tiene lugar antes de las 37 semanas cumplidas (37 semanas + 6 días), siendo esta una de las principales causas de morbimortalidad neonatal, así como de un alto porcentaje de secuelas físicas y psicológicas para el bebé.

En algunas ocasiones, el bebé nace antes de lo previsto intencionadamente porque los doctores consideran que es preferible inducir el parto. Esto suele suceder si detectan complicaciones médicas que pueden afectar:

  • a la madre (hipertensión grave, preeclampsia o una diabetes mal controlada),
  • al bebé (crecimiento intrauterino restringido, patologías del embarazo gemelar)
  • o a ambos (corioamnionitis, sangrado por placenta previa).

A pesar de los riesgos que implica adelantar la llegada del bebé, en estas circunstancias los médicos valoran más beneficioso finalizar el embarazo.

Cuanto más prematuro sea el parto, mayor es el riesgo de las posibles consecuencias

El parto también puede desencadenarse después de haberse roto la bolsa de aguas de manera espontánea o de nuevo inducido si así lo deciden los profesionales.

Aunque tampoco es extraño que el parto se produzca antes de lo previsto de forma inesperada. En la mayoría de los casos se desconoce qué lo precipita, pero sabemos que existen determinadas circunstancias –como el estrés– que favorecen que a una mujer se le adelante el parto.

Interpretar las señales

Los síntomas del parto prematuro suelen ser imprecisos y difíciles de distinguir de las molestias propias del embarazo. Pueden manifestarse como:

  • Contracciones uterinas dolorosas o indoloras.
  • Molestias abdominales como las de la menstruación.
  • Dolor en la parte baja de la espalda.
  • Pérdida de flujo sanguinolento...

Sobre todo, es necesario no confundir las contracciones que indican que el parto se ha desencadenado con las llamadas contracciones de Braxton Hicks, habituales a lo largo de todo el embarazo, indoloras y sin ningún patrón rítmico.

Favorecidas por un estado de cansancio, suelen ser más frecuentes al final del día si se pasan muchas horas de pie o ante una actividad física moderada (correr para coger el autobús, caminar a paso ligero, ajetreo en el trabajo...).

Es importante no confundir las contracciones de parto con las contracciones de Braxton Hicks, que no tienen un patrón rítmico

No dejan de ser una señal que el cuerpo le envía a la mujer para que esta haga una pausa y actúe con más calma. Es normal comprobar cómo desaparecen después de descansar, ya sea sentada o tumbada, preferiblemente del lado izquierdo.

Este es el consejo habitual para diferenciarlas de las contracciones verdaderas de parto, que van aumentando de intensidad y frecuencia progresivamente y que no desaparecen al recostarse.

Pruebas que lo confirman

En caso de sospecha, si se presentan contracciones con cierta frecuencia y persistentes (al menos cuatro en 20-30 minutos u ocho en una hora) que no se pasan en reposo, es recomendable acudir al hospital para que el médico haga una valoración.

Además de revisar el historial médico y los datos de la evolución del embarazo, el ginecólogo realizará una evaluación incluyendo las siguientes pruebas:

  • Confirmará las semanas de gestación basándose en la ecografía del primer trimestre (más fiable que la fecha de la última regla).
  • Una exploración con espéculo para valorar el estado del cuello del útero, la posible pérdida de líquido amniótico o el sangrado, así como para tomar posibles muestras.
  • Un tacto vaginal para determinar la dilatación y el acortamiento del cuello del útero y una ecografía para conocer su longitud.
  • Una ecografía abdominal para ver cómo está colocado el bebé, la cantidad de líquido amniótico y el estado de la placenta. Además, si se prevé un parto inminente, permite calcular el peso del feto.
  • Una monitorización externa para saber la frecuencia de las contracciones y el bienestar del bebé.
  • Otras pruebas personalizadas: análisis de sangre o de orina si se sospecha que puede haber una infección, cultivos vaginales, exudado para el estreptococo...

Como la valoración de la dilatación del cuello del útero es muy subjetiva, el ginecólogo puede recurrir a otras pruebas que lo ayuden a confirmar si se ha desencadenado el parto de forma prematura, con el fin de iniciar el tratamiento rápidamente.

Estas prácticas también le permiten descartarlo, evitando así hospitalizaciones innecesarias. Principalmente utiliza dos recursos:

  • La ecografía del cuello uterino para medir su tamaño, porque con los resultados obtenidos se puede decidir si se debe clasificar o no a la embarazada en el grupo de alto riesgo de parto prematuro, además de facilitar el seguimiento de los cambios que se vayan produciendo.
  • El test de fibronectina que, a partir de una muestra de la vagina, ofrece la posibilidad de predecir si la mujer tiene algún riesgo de ponerse de parto en los siguientes siete días.

Factores de riesgo

Aunque a veces se desconoce por qué el bebé llega antes de que se cumplan los nueve meses de gestación, sí se sabe que determinadas circunstancias lo favorecen. Algunas incluso pueden evitarse.

  • Antecedentes familiares o personales de parto prematuro.
  • Embarazo gemelar o múltiple, cada vez más frecuentes por las técnicas de reproducción asistida.
  • Hábitos perjudiciales como el tabaquismo, el consumo de alcohol u otras sustancias.
  • Sufrir estrés, puesto que se ha demostrado que las madres en este estado tiene más riesgo de que su parto se adelante.
  • Delgadez importante o ganar poco peso a lo largo de los meses que dure la gestación.
  • Complicaciones en el embarazo, como exceso de líquido amniótico (polihidramnios), infecciones de orina, de boca o genitales (excepto las causadas por el hongo Cándida) o la contaminación por Listeria (bacteria presente en patés, alimentos crudos o poco cocinados...).
  • Problemas que afectan al cuello del útero, como el acortamiento cervical, que hace que este no pueda sostener el peso del embarazo.
  • Embarazos en edades tempranas (adolescente) o avanzadas.
  • Cirugía en el embarazo (apendicitis), cuidados insuficientes...

Tratamientos personalizados

Cada situación es singular, por lo que la manera de atender a la mujer gestante se adapta a sus necesidades. Si a pesar de tener contracciones no ha dilatado y después de un periodo de reposo y observación no se han producido cambios, es posible que la futura madre reciba el alta médica y vuelva a su casa.

En cambio, si estuviera de parto y se encontrara en la semana 35 o más de embarazo, se dejaría que siguiera su curso.

En esta etapa de la gestación ya no está indicado tratar de frenar el parto porque se considera que el bebé está lo suficientemente maduro para poder nacer.

Protocolos ante un parto prematuro

Con menos de 24 semanas de gestación la situación es crítica. Entonces, el neonatólogo y el ginecólogo consensuarían las medidas más oportunas que deberían seguirse y se las plantearían a los padres.

Y, por último, el médico propondría ingresar en el hospital a una mujer que entre las 24 y 34 semanas cumplidas de embarazo estuviese ante una verdadera amenaza de parto prematuro, con el fin de que recibiera el tratamiento necesario.

Este consiste en administrarle corticoides que hagan efecto sobre su hijo, y de este modo disminuir el riesgo de complicaciones. Por ejemplo, favorecen el proceso de maduración de los pulmones, aumentando sus probabilidades de sobrevivir.

El médico propondrá el ingreso a una mujer que entre las 24 y 34 semanas de embarazo tenga una amenaza real de parto prematuro

Y, como se necesita dar tiempo a que los corticoides actúen sobre la criatura, también se le administrarán a la madre otros fármacos para detener las contracciones. Son los llamados tocolíticos, que pueden llegar a retrasar el nacimiento hasta siete días.

Esto favorece que se pueda completar el tratamiento de corticoides y, que si fuera necesario trasladar a la madre a un hospital más preparado para atender a bebés prematuros, pudiera hacerse sin ningún problema.

Como los recién nacidos pretérmino tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones neurológicas (parálisis cerebral), se recomienda administrar sulfato de magnesio durante 12-24 horas o hasta el nacimiento a la mujer con amenaza de parto prematuro para reducir estos peligros.

Puede que también sean necesarios los antibióticos, ya sea en caso de rotura de la bolsa, o bien para prevenir la infección por el estreptococo grupo B.

Si tras el ingreso hospitalario se ha conseguido detener el parto y han desaparecido las contracciones, la mujer recibirá el alta.

Y una vez en casa no es necesario ni recomendable el reposo absoluto, más bien es aconsejable pedir la baja laboral y llevar una vida tranquila, moderando la actividad física y evitando mantener relaciones sexuales.

Pero cabe la posibilidad de que el bebé haya llegado antes de tiempo. Entonces, puede que requiera ingresar en la unidad de neonatos del hospital durante un tiempo. Todo depende de las semanas de gestación, de su estado al nacer y de cómo va siendo su evolución.

La atención al parto

Que el bebé vaya a nacer antes de lo esperado no implica que el embarazo deba terminar con una cesárea, ya que la complejidad y las complicaciones que supone esta cirugía mayor, tanto para la madre como para el bebé, aumentan en la medida que se reducen las semanas de gestación.

Aun así, en determinadas circunstancias, una cesárea sí puede ser la mejor opción para el bebé:

  • Si el parto se ha adelantado como consecuencia de una corioamnionitis (una infección de las membranas y la placenta).
  • En algunos casos de retraso del crecimiento intrauterino.
  • En bebés que vienen de nalgas...

Pero no se deben practicar como rutina, sino que se valorará la situación particular de cada mujer.

Durante el parto se hará un control del bienestar del bebé mediante monitorización continua. Una vez nacido, en el mismo paritorio, se llevará a cabo una valoración inmediata del bebé para procurarle los primeros cuidados médicos.

El método madre canguro

Esta forma de cuidado devuelve al bebé a su hábitat natural: el regazo materno, con excelentes resultados.

  • Es una forma de cuidado inspirada en los marsupiales, que nacen inmaduros y continúan su desarrollo fuera del útero. Consiste en colocar al bebé sobre el pecho desnudo de su madre el mayor tiempo posible, favoreciendo el contacto piel con piel y facilitando el amamantamiento.
  • Estando sobre el pecho desnudo de su madre, el bebé recuerda los sonidos que escuchaba dentro del útero: los latidos del corazón, su respiración, su voz... Eso lo relaja, mejora sus constantes vitales, favorece su alimentación, su maduración, la ganancia de peso, el apego, así como la capacidad de sus padres para cuidarlo. Y de este modo se recupera antes y debe permanecer menos días ingresado en el hospital.
  • Los cuidados madre canguro han demostrado ser muy eficaces y se aplican cada vez más en las unidades de cuidados intensivos neonatales (también podría practicarlo el padre o algún otro familiar, si la madre no estuviese disponible).
  • Se debería facilitar la práctica de este método ofreciendo puertas abiertas 24 horas a las unidades neonatales y apoyo efectivo para los padres. A la hora de planear dónde dar a luz, conocer el grado de aplicación de los cuidados madre canguro puede ser determinante.