10 falsos mitos sobre la dislexia que hay que desmontar

Niños vagos, siempre malas notas... son algunos de los estigmas con los que aún se enfrentan las personas con dislexia. Y no es solo cosa de la infancia, hay muchos adultos que han descubierto tarde que lo son. La mejor ayuda para ellos es alejarnos de falsas creencias.

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Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

10 falsos mitos sobre la dislexia que hay que desmontar
iStock by Getty Images

Se calcula que la dislexia afecta a entre un 5 y un 10% de la población. Uno de sus principales signos de alerta es que a los afectados les cuesta leer y escribir. ¿Pero por qué les ocurre esto?

  • La dislexia es un trastorno neurobiológico que provoca "problemas de comprensión y una experiencia pobre con el lenguaje impreso", sostienen desde la Asociación Internacional de Dislexia.
  • Lo habitual es diagnosticarlo en la etapa infantil. Pero como este trastorno era bastante desconocido hace tan solo unas décadas, hoy en día sigue habiendo personas que descubren que son disléxicas de adultas.

La dislexia puede diagnosticarse también en la edad adulta

"Esta dificultad a la hora de leer y escribir se traduce en problemas de aprendizaje, lo que puede afectar a la autoestima del niño", explica Beatriz Gavilán, neuropsicóloga y profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.

Por eso es tan importante detectarlo cuanto antes y desmontar algunos de los falsos mitos que siguen circulando en torno a esta alteración, como los siguientes.

1. La dislexia es una enfermedad

No es exactamente así: se considera un trastorno del aprendizaje y, como tal, no se cura, sino que se mejora.

  • "Es importante hacer un diagnóstico temprano, porque el cerebro de los niños es plástico y cuanto antes se trabaje sobre estas conexiones neuronales que dificultan el aprendizaje lector, mejores serán los resultados y menos riesgo habrá de fracaso escolar", explica la neuropsicóloga.
  • Para que los afectados comprendan mejor lo que están leyendo, es básico hacer un trabajo que les ayude a convertir los grafemas (las letras que ven escritas) en fonemas (los sonidos que se representan con ellas).

2. No se manifiesta hasta los 7 años

Normalmente se diagnostica a partir de esa edad para dar margen a que los niños se familiaricen bien con la lectura. Pero esto no significa que no se pueda empezar a sospechar del trastorno un poco antes, entre los 5 y los 6 años.

  • "Los niños que a finales de primero de educación primaria tienen muchas dificultades para automatizar la lectura deben comenzar a tener un trabajo más intensivo y, si no se produce una mejora notable durante el segundo curso, tienen mucha probabilidad de ser diagnosticados como disléxicos", argumenta Llorenç Andreu, codirector del grupo de investigación en Cognición y Lenguaje (GRECIL) de la UOC.

3. Si cuesta leer y escribir, hay dislexia sí o sí

La dislexia no es la única alteración que puede provocar problemas de aprendizaje. "Hay que hacer una valoración para cerciorarse de si es realmente dislexia y no una discapacidad intelectual, por ejemplo", apunta Beatriz Gavilán.

  • Desde la escuela pueden ser de gran ayuda para detectarlo, porque muchos profesores cuentan con formación necesaria para ello, sostiene la neuropsicóloga. "Es recomendable que los padres estén atentos, pero también que confíen en el criterio del colegio. Y en el caso de que exista sospecha y el centro no haya informado, no está de más acudir a un especialista", añade.

4. no leer con frecuencia aumenta el riesgo

"Un niño que nace sin ninguna predisposición para tener problemas lectores, si no recibe una instrucción lectora adecuada y no lee regularmente, tendrá un nivel bajo de lectura, pero no dislexia. En el momento que trabaje intensamente la lectura, mejorará rápidamente", explica Andreu, que también es director del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC.

5. Son niños un poco vagos, que no se esfuerzan

No es así. Su dificultad para leer puede hacer que, incluso aunque se esfuercen mucho, su nivel de lectura sea bajo. Por eso es tan importante que tengan una ayuda externa y especializada que les facilite su proceso de aprendizaje.

  • Beatriz Gavilán apunta que frases como "es un poquito vago" o "¿ves cómo si te esfuerzas lo consigues?" son peligrosas porque pueden acabar provocando que el niño se sienta culpable.

6. Su cociente intelectual es más bajo

Los problemas de lectura de los disléxicos no tienen nada que ver con el cociente intelectual: no son ni más ni menos listos que la media. De hecho, hay personas muy reconocidas en sus ámbitos laborales, como por ejemplo el diseñador Javier Mariscal o la periodista y escritora Sandra Barneda, que sufren este trastorno.

7. Siempre sacarán peores notas

Tampoco es así. Aunque tendrán más dificultades para aprender, con las adaptaciones necesarias su desarrollo educativo puede ser bueno. Pueden utilizarse exámenes adaptados, audiolibros, darles más tiempo para leer y escribir...

8. Si escribe al revés (como en espejo) y confunde las letras, es que es disléxico

Ambas cosas no implican necesariamente que se deban a una dislexia.

  • "Los niños con este trastorno tienen una especial dificultad para establecer la relación entre las grafías y los fonemas", recuerda Andreu. Y aunque al principio del proceso de aprendizaje, en lo que a escritura se refiere, pueden confundirse algunas letras, posteriormente estos errores desaparecen.

9. Los bilingües no pueden serlo

Aunque se ha demostrado que el bilingüismo protege al cerebro de trastornos como el alzhéimer, no tiene ninguna incidencia en lo que a la dislexia se refiere. El porcentaje de niños bilingües con dislexia es similar al de los monolingües.

10. De padres disléxicos, niños disléxicos

El componente hereditario tiene su peso: "De hecho, entre un 40 y un 80% de los casos con dislexia tienen antecedentes familiares con problemas de lectura", constata Llorenç Andreu. Pero esto no significa que la dislexia se herede en todos los casos.