La pasión de Etsuko Shimizu por comprender el proceso del sueño de los bebés y por qué pueden llorar sin medida por la noche le viene de su experiencia: cuando su hija tenía seis meses empezó a despertarse, llorando, con mucha frecuencia.
- "Como me habían dicho que este tipo de conducta es algo temporal que acaba desapareciendo por sí sola, me limité a soportarlo y a esperar a que terminara", se sincera en las primeras páginas de su manual "Dulces sueños" (Zenith). Pero, seis meses después, nada se había solucionado.
Los consejos que encontraba al respecto no eran válidos con su hija, por lo que decidió investigar al respecto. Tras consultar numerosos artículos médicos desarrolló su propio método, que funcionó con su bebé.
Tras ello, estudió para ser puericultora y se especializó en sueño infantil. Comenzó a ayudar a más familias y publicó una guía online sobre el sueño del bebé. "Me di cuenta de que todas las madres tienen los mismos problemas con los hábitos de sueño de sus hijos, estén donde estén", expone en su libro.
- "Soportar que el niño no duerma no resuelve nada, los padres tenemos que 'pasar a la acción' para intentar solucionarlo", recomienda.
Precisamente para facilitar esta labor ha escrito "Dulces sueños", un práctico manual que recoge su método para que los bebés duerman bien.
Por qué los bebés se despiertan por las noches
Cuando un bebé llora por la noche, lo habitual es buscar el origen en una causa externa al propio proceso del sueño, y nos preguntamos si tiene calor, frío, molestias porque le están saliendo los dientes...
Pero Shimizu aclara que “la investigación de la medicina del sueño ha revelado que, en realidad, encontramos las causas de los despertares nocturnos en la estructura de su sueño y su desarrollo psicológico”.
La autora calcula que su método funciona en un 70% de casos
- “Según lo que he descubierto, las causas de los problemas de sueño de los bebés se agrupan en dos grandes categorías: una tiene que ver con el reloj biológico y la otra, con las rutinas a la hora de acostarlo”, remarca.
Incidir en estos dos ámbitos son las claves del éxito del método de esta especialista que, según sus propios cálculos, puede ser eficaz en un 70% de los casos.
Ayúdale a sincronizar su reloj biológico
La autora explica en su guía que el reloj biológico de los bebés comienza a funcionar cuando tienen aproximadamente un mes, y empiezan a diferenciar entre el día y la noche hacia los tres o cuatro meses de edad. Es hacia los seis cuando pueden desarrollar un ciclo de sueño constante.
Pero su reloj interno, que todavía no está bien entrenado, puede desajustarse fácilmente con costumbres frecuentes como dejarle dormir por la mañana hasta tarde, que se quede dormido por la noche en el salón con la TV encendida, o encender la luz para jugar con él o intentar calmarlo si se despierta por la noche.
- "Para entrenar el reloj biológico de los bebés, lo mejor que podemos hacer es proporcionarles un entorno iluminado y activo durante el día y oscuro y silencioso por la noche", sostiene la puericultora japonesa.
Rompe con ciertas rutinas a la hora de acostarlo
Es normal que los bebés y los niños pequeños necesiten rutinas para irse a dormir.
- "El problema viene cuando el estímulo es algo que complica o demora acostar al niño, o cuando el niño necesita la intervención de un cuidador para conciliar el sueño o volver a dormirse", aclara Shimizu.
- Algunos ejemplos de este tipo de asociaciones inapropiadas con el inicio del sueño serían la "necesidad de ser mecidos, ver la televisión, ir en coche o tomar el biberón", añade.
“Si la rutina que usamos para acostarle nos exige prestarle una atención especial, no nos será fácil levantarnos y ocuparnos de ello cuando nosotras mismas estamos cansadas y medio dormidas”, explica al respecto la autora. Por eso, “si el bebé te lo hace pasar mal con las rutinas para dormir, quizás convendría que probaras algo distinto”, remarca.
Mejora el sueño de tu bebé en tres pasos
Así, el método de Etsuko Shimizu pretende instaurar ritmos diarios regulares, modificar las rutinas de acostarse si es necesario y asegurarse de que las estrategias funcionan tanto para los padres como para el hijo.
En base a esto propone lo siguiente:
Paso 1. Despiértalo a las 7 de la mañana
Si se ha dormido tarde la noche anterior (hacia las 10) es mejor despertarlo a las 8h. En todo caso...
- Hazlo descorriendo las cortinas para que la luz natural inunde la habitación (si no entra mucha claridad, enciende la luz).
- Si no se despierta por sí mismo, muévelo con suavidad para ayudarle, pero nunca lo despiertes bruscamente.
- Espera a que abra los ojos y mire a su alrededor. Entonces estará listo para que le cambies el pañal, la ropa... Mantener la misma rutina le ayudará a aprender que la noche ha terminado.
Una vez despierto es importante que, cuando estéis en casa, a partir del mes pase la mayor parte del día en una habitación distinta a la que uses como dormitorio.
Paso 2. Regula el horario y la duración de las siestas
A partir de los dos meses, distribuye las siestas diarias de modo que haga tres: una por la mañana, otra al mediodía y otra por la tarde.
El siguiente recuadro puede servirte de ayuda para establecer un horario adecuado a su edad:
Lo mejor es que pase la mañana al aire libre, si es posible. Movimientos como caminar o gatear también son importantes, porque estimulan la producción de serotonina, un neurotransmisor que calma al bebé y facilita que concilie el sueño.
- "Lograr un sueño reparador depende de cómo de activa sea la mañana”, remarca la experta.
Paso 3: Media hora de mimos antes de ponerlo a dormir
El objetivo es acostar al bebé a las ocho de la tarde. “Esto significa que tienes que haber terminado de darle la cena, de bañarlo y de cambiarlo a las siete y media. Entonces podréis disfrutar de media hora de caricias y de mimos", sugiere esta puericultora.
- Háblale en voz baja y con un tono suave, y olvídate de las tareas que tengas a medias para centrarte solo en el bebé.
- La habitación debe estar ligeramente iluminada con una luz ámbar. Estar en una habitación en penumbra durante un tiempo activará la secreción de melatonina, que adormecerá al bebé y lo ayudará a dormirse con rapidez.
Si debido a vuestro horario debéis retrasar un poco la hora de acostar al bebé no pasa nada, dentro de unos límites.
- Acuéstalo como muy tarde a las 9 de la noche. "Hacerlo después de las 22h va prácticamente en contra de su naturaleza", advierte la experta.
A veces basta ser constantes en estos tres pasos para resolver el problema, aunque en otras ocasiones se necesita un refuerzo extra porque ya tienen unas rutinas previas muy instauradas que acaban entorpeciendo su sueño.
Para solventar este tipo de casos, la autora propone, en su manual, otras estrategias mucho más personalizadas.