El lavado o la irrigación nasal liberan al bebé y al niño de mucosidad, facilitan una mejor respiración y evitan infecciones molestas que pueden enfermarlos.
Pero conviene que los padres lo hagamos con seguridad, para no alarmar a nuestros hijos, y siguiendo unas sencillas pautas de higiene.
Respirar mejor y evitar problemas
El lavado nasal es muy recomendablecuando el bebé o el niño tienen la nariz taponada por la mucosidad porque, además de ayudarlo a respirar mejor, evitaremos con esta limpieza la acumulación de mocos y las molestas otitis o sinusitis, bastante comunes cuando son pequeños.
El lavado nasal conviene realizarlo preferiblemente antes de las comidas y por la noche, antes de acostarles, ya que de este modo luego pueden comer y pasar la noche mejor.
Otra medida que ayuda a descongestionar a los bebés y niños consiste en humidificar el ambiente de la estancia de la casa donde vayan a permanecer largo rato, sobre todo en invierno, cuando las calefacciones lo resecan mucho.
El lavado nasal conviene realizarlo preferiblemente antes de las comidas y por la noche, antes de acostarles
Hay utensilios que permiten colgar del radiador agua para que se evapore, aunque podemos conseguir el mismo efecto poniendo un cazo de agua encima del radiador.
Eso sí, no tiene que ser caliente. Y además existen en el mercado diferentes modelos de humidificadores de aire frío que convienen, sobre todo, cuando los problemas de congestión son repetitivos.
Cómo hacer el lavado nasal
Antes de proceder al lavado nasal conviene lavarse bien las manos, para evitar contagios, y preparar el material que utilizaremos:
- Suero fisiológico o agua salinizada
- Jeringa
- Un aspirador nasal; este último lo necesitamos sobre todo cuando la mucosidad es muy densa.
La posición del bebé o del niño es también importante. Si es mayor, podemos ayudarle a que incline la cabeza hacia delante en un lavamanos, y si es un bebé todavía, podemos acostarlo en un cambiador o en la cama para favorecer la operación.
El bebé o el niño debe permanecer quieto, lo que no suele ser fácil, sobre todo con los más pequeños, pero es necesario porque, aunque es un procedimiento que no resulta doloroso, puede ser incómodo para ellos.
Si es mayor, podemos ayudarle a que incline la cabeza hacia delante en un lavamanos
Lo más conveniente es realizar el lavado nasal entre dos personas, pero si no disponemos de ayuda en ese momento, siempre podemos envolverlo en una sábana o toalla para que no se mueva y no podamos lesionarlo.
Fluidificar la mucosidad con seguridad
Hay diversas técnicas que pueden ayudar a fluidificar la mucosidad, pero la mayoría se basan en la introducción suave de suero fisiológico por la fosa nasal para irrigarla y arrastrarla hasta que el niño la expulse por la propia nariz o la boca.
Si el niño no tiene mucha mucosidad o no es muy densa, puede que baste con introducir unas gotitas de suero por ambos orificios nasales, y si no es así, hay que liberar ligeros chorritos de suero en las fosas nasales.
Lo importante es eliminar el moco de la nariz y que pueda respirar bien. A eso ayuda que los padres nos mostremos confiados en lo que hacemos, para darles seguridad.
Y también podemos facilitarlo calentando antes un poquito la jeringa o el frasco con el suero o agua salinizada que se vaya a utilizar, porque a temperatura corporal les incomoda menos. Cuanto más cómodos se sientan, más quietos estarán y más rápido se hará.
Pasos para la higiene
- Los preparados de solución salina en monodosis son los más prácticos. Echar la gotita a cierta distancia del orificio de la nariz, así el bebé no se siente tan incómodo como si se le introduce la punta del recipiente en la nariz.
- Una vez introducidas las gotas de suero en la nariz, se puede ayudar a que expulse el moco impidiendo que abra la boca y así respire por la nariz. Para ello, una presión suave en la barbilla del bebé ayuda a que no la abra.
Cómo retirar los moquitos
Una vez acabada la humidificación nasal, no utilizaremos de entrada el aspirador nasal ya que el organismo tiene sus propios mecanismos naturales para expulsar la mucosidad y conviene dejar que actúen.
El aspirador lo utilizaremos solo cuando la mucosidad sea tan densa que los mecanismos naturales no puedan con ella o bien no resulten suficientes, o cuando comprobemos que los lavados con suero para humedecer la mucosidad son insuficientes para que la nariz del bebé o del niño quede limpia y pueda respirar bien a través de ella. Solo en esos casos su uso es aconsejable.
Los aspiradores nasales más recomendables actualmente son los denominados tipo “boquilla”, ya que con ellos podemos controlar la succión del aspirador con la propia boca.
El aspirador tipo “pera” está actualmente en desuso, ya que con él no se puede regular debidamente la fuerza de la succión y podemos acabar dañando el oído del bebé sin darnos cuenta de ello.
En cualquier caso, la succión tiene que ser siempre suave para que resulte segura y no lesione el oído.
Los aspiradores nasales más recomendables actualmente son los denominados tipo “boquilla”
Una vez utilizado el aspirador nasal conviene que desechemos inmediatamente el filtro utilizado y lavemos y sequemos bien el resto del mecanismo. No es necesario ni recomendable utilizar luego bastoncillos de algodón, y así evitaremos riesgos innecesarios.
Si no nos sentimos seguros con ningún procedimiento de higiene nasal probado en casa, siempre podemos acudir al pediatra o a la enfermera de pediatría para que nos enseñe cómo realizar unbuen lavado nasal, efectivo y seguro.
Comprobaremos que hay tantas formas de hacerlo como pediatras o enfermeras. Así podremos buscar la mejor, que no es otra que la que nos hace sentir más cómodos, a nosotros, las madres y los padres, y sobre todo a los bebés y niños.
Te puede ayudar
- La limpieza nasal podemos realizarla después del baño, ya que es cuando la mucosidad está menos reseca por el vaho que ha desprendido el agua caliente utilizada.
- Antes de decidirnos por cualquiera de las formas de higiene nasal que existen, podemos probarla en nosotros mismos, para ver lo útil que es y lo que va a sentir nuestro hijo o hija cuando se la practiquemos.