¿Vas a piscinas municipales? Las recomendaciones de una científica para evitar riesgos

En las piscinas públicas hay que cuidar más que nunca las medidas de prevención. Una investigadora química experta en riesgo nos da algunas recomendaciones de seguridad, para que la visita a estos centros de baño sea más segura.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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No todos tenemos la suerte de estar al lado del mar o un río cuando aprieta el calor ni de tener una piscina privada. En estos casos, las piscinas municipales se convierten en una alternativa económica o incluso gratuita muy de agradecer.

Sin embargo, compartir una zona de baño también supone compartir ciertos riesgos. Unas zonas muy utilizadas, especialmente húmedas, son proclives a que aparezcan infecciones, como hongos, resbalones y otros problemas. Nada que si tienes un poco de cuidado no se pueda prevenir.

Es lo que apunta la investigadora Asunción Freixa, química del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, que ha investigado algunos de los principales riesgos asociados a este tipo de centros. El objetivo es que sean más seguros para todos, los usuarios y para facilitar el trabajo de los que se encargan de su control.

Recomendaciones Antes de entrar en la piscina

  • Evita el uso de la piscina con heridas abiertas o si tienes algunas enfermedad contagiosa”, apunta la investigadora Freixa. Puede parecer una obviedad, pero desgraciadamente es uno de los problemas con los que se encuentran más a menudo.

La piel supone nuestra primera y más eficaz defensa. Las heridas que no han cicatrizado son una puerta abierta en tu cuerpo para que entre cualquier infección.

  • No te enfades si hay control de aforo. Es una medida para evitar aglomeraciones, que dificulten la vigilancia y que aumente el riesgo de accidentes. Todos queremos ir a las mismas horas y los mismos días. Es molesto pero es una medida necesaria.
  • Dúchate. “El uso de las duchas es obligatorio antes de bañarte, ayuda a reducir la carga orgánica en el agua”, apunta Freixa. Ducharse es un acto solidario de higiene. Reduce la carga microbiana del cuerpo y evita la contaminación del agua con bacterias y virus.

Los productos de desinfección de las piscinas tienen sus límites. Ayudamos así a que el agua siga limpia. También ayuda a eliminar el sudor y productos cosméticos que afectan asimismo a la calidad del agua.

Dentro de la zona de piscina

  • Lleva siempre chanclas. Tanto en la ducha como al acercarte a la piscina. La humedad de duchas, vestuarios y bordes de piscina son un caldo de cultivo de hongos. Es la principal causa de la aparición del pie de atleta. Las chanclas no son un calzado práctico y recomendable para caminar a diario, pero en estas zonas se hacen imprescindibles.
  • Ojo con tragar agua. Las piscinas públicas están cloradas. Eso no significa que sean estériles. Un estudio del Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. hizo un informe con la presencia de parásitos que resisten al cloro y pueden causar diarreas severas.
  • El corte de digestión existe.  No hay evidencia científica de que haya que esperar dos horas después de comer. Lo que sí puede ocurrir es que tengamos problemas de digestión o calambre si hay un cambio brusco de temperatura, venimos muy acalorados y nos zambullimos de golpe.
  • Ten sentido común. “Las piscinas han de usar pavimentos antideslizantes en zonas húmedas y tener señalizaciones”, apunta Freixa. Si no aparecen, recuerda que es fácil resbalarse en estos entornos. No dejes jugar a los niños si dudas del suelo. Tampoco te bañes si ves el agua turbia y no hay un vigilante a la vista. Los controles a veces fallan.
  • Lleva gafas de agua y de sol. Un añadido que aporta el Consejo General de Farmacéuticos y que puede evitar la habitual conjuntivitis que se propaga en esta época. Tanto la acción del sol como el cloro del agua provoca irritación.  Además en las zonas húmedas proliferan gérmenes que también la causan.
  • Ponte tapones. La otitis es otra infección habitual.  Llevar tapones de agua frena el riesgo. Hazlo si eres proclive a padecerla o vas a estar mucho rato nadando.

Otros tres consejos higiénicos

  • No uses la piscina como baño. No se trata de crear ahora angustia innecesaria.  Simplemente es un hecho. Los controles que se hacen en las piscinas públicas encuentra siempre restos de orina. Una cosa es que se le escape a un niño, que a veces es inevitable. Otra que pensemos que “por uno no importa” y no hagamos lo posible por evitarlo.

La orina en la piscina no es dramática. Simplemente reacciona con el cloro formando compuestos que pueden irritar los ojos y las vías respiratorias.

Por el mismo sentido de la higiene, no te olvides si usas los lavabos del centro, lavarte siempre las manos con agua y jabón al salir. Y no te cortes en afear el gesto si ves que alguien no lo hace. Es un aspecto higiénico fundamental. Los restos de heces son otra fuente de infecciones en zonas públicas. Reduzcámoslas en lo posible.

  • Si has padecido diarrea, la Clínica Mayo recuerda que hay parásitos resistentes al cloro. Se recomienda esperar dos semanas antes de volver a nadar en una piscina pública.
  • Al salir del agua acuérdate de secarte bien en los pliegues de la piel. Sobre todo entre los dedos de los pies y detrás de las orejas. Son zonas que permanecen más tiempo húmedas y donde más fácilmente proliferan infecciones cutáneas.