¿Es recomendable utilizar un limpiador de lengua? Los odontólogos responden

Una lengua sana tiene un color uniforme y rosado, mientras que una capa blanquecina o amarilla es señal de acumulación de residuos, lo que puede reflejar una higiene insuficiente o, en algunos casos, una afección que debe valorarse clínicamente. Los profesionales de la salud bucal nos explican cómo debe ser un rascador de lengua, cómo usarlo correctamente y cómo conservarlo para obtener el máximo de beneficios.

hector
Héctor Farrés

Redactor especializado en salud y bienestar

Actualizado a

Mujer limpieza de lengua

Basta con mirarse un segundo al espejo. Si la lengua está rosa, sin capas opacas, vas bien.

iStock

El raspador de lengua no lo inventaron porque sí. Su función está clara desde el primer uso. Arrastras una capa blanca, viscosa, que no salta con el cepillo. Es suciedad. Es saliva seca, bacterias, restos de comida y células muertas. Uno de cada cuatro españoles, según el Consejo General de Dentistas de España, no mantiene unos hábitos adecuados de higiene bucodental, y eso también pasa por olvidarse de la lengua.

El mal aliento, por ejemplo, no siempre viene de los dientes. Esa película sobre la lengua actúa como una alfombra bajo la que se barre todo. Según explica Álvaro Bastida, odontólogo y cirujano, "la lengua forma parte de funciones básicas como la masticación, la deglución, el habla y el gusto". Y además está llena de surcos que atrapan residuos.

lengua

iStock

Se puede ver a simple vista si está sucia: el color no engaña

Basta con mirarse un segundo al espejo. Si la lengua está rosa, sin capas opacas, vas bien. Si aparece una película blanca o amarillenta, algo falla. El doctor Bastida precisa que "una capa blanquecina indica acumulación de restos" y que esa alteración suele apuntar a una higiene deficiente.

En la mayoría de los casos, desaparece con una buena limpieza. Pero si persiste, conviene ir al dentista. La candidiasis oral, la leucoplasia o incluso el liquen plano oral pueden dar ese mismo aspecto. También las aftas. La diferencia está en si la lengua vuelve a su tono natural tras rasparla con cuidado.

El cepillo no basta para limpiar bien la lengua

La parte trasera del cepillo, o incluso los cabezales especiales de los eléctricos, pueden servir como apoyo. Pero no tienen el diseño adecuado para limpiar una superficie irregular como la de la lengua. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas de España, explica que "el cepillo solo permite frotar y barrer, pero no raspar".

raspador de lengua

Se recomienda emplearlo una vez al día, preferiblemente por la noche, pasando suavemente desde el fondo de la lengua hacia la punta.

iStock

El raspador está pensado para adaptarse a esa forma. Es más preciso, más eficaz y, sobre todo, más cómodo cuando se usa bien. Guiomar Escalza, odontóloga de Sanitas, cuenta a Saber Vivir que "hacerlo tres veces a la semana está bien", aunque la mayoría de expertos recomiendan incluirlo en el hábito diario, como el hilo dental.

Cómo usar el raspador sin acabar con náuseas

Antes de nada, hay que lavarlo con agua. Luego se coloca sobre la lengua, lo más cerca posible de la garganta. Desde ahí, se raspa con suavidad hacia fuera. La primera vez puede activar el reflejo del vómito, pero es cuestión de práctica.

Lo ideal es hacerlo una vez al día, por la noche. Durante el sueño se genera menos saliva, lo que facilita que las bacterias se instalen. El doctor Castro señala que "durante esas horas perdemos la valiosa protección de nuestra saliva", así que más vale dejarlo todo limpio antes de dormir.

Hay casos en los que conviene ser aún más constante

Las personas fumadoras acumulan más residuos. También quienes tienen una lengua muy rugosa o grande. En este sentido, Ana Belén Atalaya, odontóloga de Sanitas, indica a Saber Vivir que "al tener más superficie, hay mayor acumulación de bacterias". Lo mismo pasa tras comidas muy condimentadas o durante una enfermedad.

Escalza añade que aunque no es obligatorio insistir tanto como con los dientes, sí lo recomienda en esas situaciones. "Es un extra de higiene", insiste, ya que es un gesto sencillo que ayuda a reducir el mal aliento y a mantener el gusto en buenas condiciones porque las papilas gustativas funcionan mejor si no están cubiertas de residuos.

Dónde encontrar un buen raspador y cuál elegir

Se venden en farmacias, supermercados y tiendas online. Los hay de plástico y de metal. Estos últimos duran más y se limpian con mayor facilidad. Castro apunta que "es importante elegir el que resulte más cómodo y provoque menos náuseas". La mayoría tienen forma de U o de Y, según el fabricante.

raspador de lengua

Si se lava, seca y guarda correctamente tras cada uso, un raspador puede durar hasta un año en buenas condiciones.

iStock

Lo mejor es probar varios o pedir consejo a un profesional. No todos los modelos encajan igual en todas las bocas. Como sucede con los cepillos, cada persona tiene una lengua distinta y necesita una herramienta que se adapte a su forma y sensibilidad.

El raspador dura más que un cepillo, pero hay que cuidarlo

No hay que cambiarlo cada pocos meses como ocurre con los cepillos dentales. Pueden durar hasta un año si se mantienen en buen estado. Castro aclara que "lo importante es comprobar que sigue funcionando bien, que no está deformado ni roto".

Tras cada uso conviene lavarlo, secarlo y guardarlo en un estuche. De lo contrario, puede contaminarse y perder eficacia. Si notas que raspa menos o que ya no arrastra tanto como al principio, ha llegado el momento de renovarlo. Con ese cuidado básico, puede aguantar perfectamente sin problemas.

Chica con un cepillo de limpieza y lingual

iStock

Un hábito sencillo con efecto directo en tu salud bucal

Apenas lleva un par de minutos. Se hace después del cepillado y del hilo dental. Se limpia el raspador, se pasa con suavidad varias veces y se enjuaga bien. La lengua queda despejada, sin residuos, y la boca gana en limpieza general.

Desde el Consejo General de Dentistas de España insisten en que "además de cepillar los dientes, hay que limpiar la superficie de la lengua para eliminar las bacterias y los restos de alimentos que se acumulan en ella". Tener el raspador a mano y dedicarle un momento cada noche puede ser tan automático como lavarse la cara o cepillarse los dientes. Basta con entender que la lengua también forma parte de la boca, y que cuidarla tiene sentido.